La vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, celebró este viernes la condena a 106 años de cárcel a Rosario Soza Centeno, el hombre que el pasado 12 de septiembre asesinó y abusó a dos niñas en el municipio de Mulukukú.
“Vimos al enfermo, al perturbado, al asesino, al culpable, que quitó la vida a dos muchachitas y que hoy fue sentenciado a la máxima pena en estos momentos porque nadie puede aprobar que sigan libres personas como estas”, manifestó Murillo a través de los medios oficialistas.
La vicepresidenta aclaró que si bien la condena a Soza Centeno es de 106 años, las leyes nicaragüenses solo permiten por ahora que esté 30 años encarcelado.
No siente aludida cuando critican manipulación del caso
En su alocución Rosario Murillo recordó que el obispo de Bluefields y administrador apostólico de Siuna, monseñor Pablo Schmitz, celebró una misa el miércoles por la memoria de las niñas.
La también vocera del gobierno citó extractos de la homilía del religioso en donde este pide no aprovechar políticamente las tragedias, lo que llama la atención debido a que desde que ocurrió el crimen el gobierno sandinista ha explotado a más no poder el caso e incluso dio sacó una propuesta de ley de cadena perpetua.
“Hace una serie de reflexiones sobre como siempre es importante conocer los hechos antes de hablar, siempre, siempre conocer los hechos antes de hablar. Y dice que con la gracia del Señor podemos superar nuestras pasiones y pedir que recibamos la fuerza y la gracia. Importante, dice, darnos cuenta que en una tragedia hay aprovechamiento también por razones políticas y que también debemos dejar de politizar todo, dejar la política a un lado y vivir nuestra fe cristiana”, manifestó la vicepresidenta, sin sentirse aparentemente aludida por la petición del religioso.
Conocida por sus virulentos ataques a los opositores, Murillo irónicamente agradeció el llamado del sacerdote a “evitar el idioma que con palabras explosivas haga daño”.
Hay que decir que la propuesta de cadena perpetua para este tipo de crímenes no ha estado exenta de serias amenazas de Murillo y del presidenta Daniel Ortega a los opositores, en lo que es un abierto aprovechamiento político de la ola de crímenes hacia niñas y mujeres en Nicaragua.
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