La primera tigresa blanca que nació en el Zoológico Nacional de Nicaragua ha muerto. «Nieve», como la llamaron sus cuidadores, solamente vivió 16 días luego de ser rechazada por su madre. La salud de la tigresa había empeorado días atrás, por lo que se le suministraron suero intravenoso ya que ha perdido el apetito y su peso bajó mucho.
«El día de hoy falleció la tigresa blanca que nos había nacido el 29 de diciembre del año pasado», dijo con suma tristeza el director del Zoológico Nacional, Eduardo Sacasa. Nieve había nacido enferma con un «catarro» que empezaron a combatir con antibiótico y había mostrado mejoría.
Este último día amaneció un poco más decaída por lo que tuvieron que aplicarle suero y oxígeno, pero en la madrugada vieron que se estaba muriendo. «Es un gran dolor para Marina y para mí. Nos duele muchísimo porque nos entregamos con mucho cariño», lamentó Sacasa, quien despidió a la tigresa blanca con un beso.
Primera vez que nace tigre blanco en Nicaragua
Nieve nació con un peso de 954 gramos, y fue hija de dos tigres de Bengala de pelaje amarillo y negro. La madre, de 272 kilogramos de peso, rescatada después de que fue abandonada por un circo en el interior del país rechazó a su cría.
«Es la primera vez que nace en Nicaragua un tigre blanco, y es hija de dos tigres de bengala amarillos, pero la hembra lleva genes de su abuelo, que era blanco (…) no es que cualquier tigre que se cruce va a dar esa condición», explicó días atrás Eduardo Sacasa.
Para el director era un «logro» tener un cachorro de tigre blanco y un premio a la dedicación y cuidado que le prodigan a los animales en ese centro, localizado en la ciudad de Masaya, a 20 km al sureste de Managua.
No mamó la primera leche materna
«La cría no mamó el calostro (primera leche materna tras dar a luz), tenía problemas de respiración y un leve catarro por lo que esta con medicación», explicó el especialista.
La tigresa blanca fue separada del regazo materno para evitar un daño y fue alimentada con un biberón por Marina Argüello, esposa de Sacasa. Ella la llamaba «Mi bolita de nieve» mientras la acariciaba. La alimentaba de un biberón con leche especial y la colocaba en su regazo para darle palmaditas en el lomo después de beber su alimento: como si fuera un bebé.
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