El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inició este fin de semana lo que denominó una «limpieza de casa», destituyendo, con el apoyo del Congreso, a un grupo de jueces de la Corte Suprema y al fiscal general, encendiendo las alarmas sobre intentos de concentración de poder.
«Condenamos categóricamente este golpe de Estado, avalado por el presidente Bukele y ejecutado por diputados de los partidos Nuevas Ideas, Gana, PCN y PDC», todos aliados del gobernante, dijeron en un comunicado 25 organizaciones de la sociedad civil salvadoreña, entre ellas gremios empresariales.
«Mediante la cooptación de la justicia pretenden consumar un ya incuestionable proyecto político autoritario en el que todos los poderes responden a una sola persona», agregaron.
La primera medida adoptada el sábado por la nueva Asamblea Legislativa unicameral, donde los aliados de Bukele tienen 61 de 84 escaños, fue destituir a los cinco miembros de la Sala Constitucional de la Corte Suprema, la más importante de ese tribunal, y nombrar a sus reemplazantes, cuyos nombres ya tenía listos.
Congreso afín a Bukele, destituye a grupo de jueces de Corte Suprema y al Fiscal de la República
La Sala Constitucional, cuya misión es velar por el cumplimiento de la Carta Magna, había contenido varias medidas presidenciales relacionadas con el manejo de la pandemia, la mayoría sobre regímenes de excepción, porque consideró que vulneraban derechos fundamentales de la ciudadanía.
El presidente ha tenido duros calificativos contra ellos y los acusó de no permitirle cuidar de la vida de sus compatriotas.
«¿Dictador? Los hubiera fusilado a todos o algo así. Salvar mil vidas a cambio de cinco [los magistrados], pero no soy un dictador», ironizó Bukele en agosto pasado.
«Falta mucho por cambiar»
El Parlamento destituyó también al fiscal general, Raúl Melara, a quien cuestionó por tener filiaciones con el opositor partido derechista ARENA. Entrada la madrugada del domingo eligieron a su sucesor, Rodolfo Delgado.
Tanto los nuevos magistrados como el fiscal fueron escoltados por la policía para asumir sus cargos de inmediato. Luego, el director de la Policía Nacional Civil (PNC), Mauricio Arriaza, ingresó entre aplausos a la sala de la Asamblea Legislativa.
«Falta mucho por cambiar en nuestro país, pero está claro que no pueden hacerlo todo en un día. Sé que la mayoría del pueblo salvadoreño espera con ansias la segunda plenaria» que se realizará el lunes, detalló Bukele.
«Profunda preocupación» de EE.UU.
Este domingo, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, expresó la «profunda preocupación» de su gobierno «por la democracia de El Salvador«, tras la destitución de magistrados.
«Un poder judicial independiente es fundamental para una democracia sana y para una economía fuerte», escribió Harris en Twitter.
Horas antes, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, extendió la preocupación por la destitución del fiscal general, quien, «lucha contra la corrupción y la impunidad y es un socio eficaz de los esfuerzos para combatir el crimen tanto en Estados Unidos como en El Salvador«, según detalló el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.
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Blinken destacó el compromiso de Estados Unidos para mejorar las condiciones en El Salvador, incluso «reforzando las instituciones democráticas y la separación de poderes, defendiendo una prensa libre y una sociedad civil vibrante».
En tanto, la Organización de Estados Americanos (OEA), advirtió que «cuando las mayorías eliminan los sistemas de pesos y contrapesos en el marco institucional, están alterando la esencia de funcionamiento del mismo».
Ante lo ocurrido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió a Bukele «garantizar la separación de poderes y el orden democrático».
«El presidente Bukele y sus aliados están usando su nueva mayoría en la Asamblea para destituir adversarios políticos. Éste es un claro ataque a las instituciones democráticas del país y una preocupante concentración de poder», comentó por su parte el presidente de la ONG Oficina en Washington para Asuntos de América Latina (WOLA), Geoff Thale.
El sábado por la noche, Bukele se mostró dispuesto a seguir trabajando con la comunidad internacional, pero aclaró: «Estamos limpiando nuestra casa y eso no es de su incumbencia».
Un grupo de ciudadanos se manifestó el domingo en una plaza de San Salvador contra las decisiones del Parlamento.
Una intensa contienda
El 9 de febrero de 2020, Bukele desafió al entonces Parlamento opositor, cuando, escoltado por el ejército, llegó a la Asamblea para presionar por la aprobación de un crédito destinado a la lucha contra las pandillas.
Bukele, de 39 años, ha logrado capitalizar el descontento de la población respecto a los partidos tradicionales. Cuenta con apoyo popular y el respaldo de las Fuerzas Armadas.
Ello llevó a sus aliados a vencer en las elecciones parlamentarias del 28 de febrero, dejando relegadas a las tradicionales Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) y la exguerrilla izquierdista del FMLN.
«La actuación de los diputados oficialistas confirma el temor de que el respaldo popular expresado en las urnas fuera utilizado para concentrar el poder en el Ejecutivo», aseguró en un pronunciamiento la influyente Universidad Centroamericana (UCA).
Para la UCA, la destitución «muestra la veracidad de los señalamientos de autoritarismo en el Gobierno del presidente Bukele».
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