Karen Reyes, de 41 años, es una médica nicaragüense especializada en la otorrinolaringología. Actualmente vive en Suiza y trabaja para la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ella tiene una asombrosa historia de superación; logró sobrevivir un 16 de marzo, hace nueve años, de un accidente de tránsito que le marcó la vida por completo y que la dejó sin la habilidad de volver a caminar.
Reyes estudió medicina en Nicaragua, pero se especializó en la otorrinolaringología en México, país donde ocurrió el accidente vehicular y que no pudo recordar con precisión nunca. “Según la descripción pericial: el exceso de velocidad. Nos volcamos varias veces, nos salimos de la carretera y un árbol nos detuvo”, cuenta y sobre la causa de aquel trágico evento. “fui parte de las estadísticas”, agrega.
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“Alcohol y velocidad no dejan nada bueno, te puede cambiar la vida en un abrir y cerrar de ojos. Iba de copiloto, íbamos solo dos personas en el carro, puedo decir que el cinturón me salvó la vida. Es verdad que salva vidas”, dijo Karen Reyes en una entrevista titulada Aceptación y Fe a Nadia Vado, una reconocida coach de vida de nuestro país.
Reyes recuerda que llegó al hospital e inmediatamente la reconoce un enfermero que trabajaba donde ella hizo su especialidad. “Según me cuentan, yo llegué consciente pero desorientada. A mí me preguntaban mi nombre y yo decía: Karen María Madre de Dios, ruega por nosotros. Yo rezaba”. Relata que tuvo sangrados internos y fue sometida a su primera cirugía en ese centro hospitalario.
Logra recuperar un poco el conocimiento cuando despierta en el segundo hospital. Mira a sus padres y sus dos hermanas que viajaron para verla. Reyes notó que algo no estaba bien y lo confirmó cuando miró ingresar a la sala al cirujano especialista en columna, “a mí me cae que algo gravísimo me pasó”, rememora.
La noticia
Ella recuerda que el cirujano entró con la resonancia y le dio el diagnóstico de que tenía una lesión completa de su médula espinal. “Es una parálisis de la cintura para abajo”, relató. El doctor le indicó que las estadísticas indican que menos del 10% de las personas vuelven a caminar con ese tipo de afectación. “Y con el tipo de lesión que yo tengo, se reducía más”, lamentó.
Dice que hizo todo lo que estaba a su alcance desde acupuntura hasta robótica para intentar recuperar la habilidad de caminar.
“Yo no recuerdo momento de shock, no recuerdo momento de ¿qué me pasó?, que no puedo caminar, no me puedo mover, solo sentía dolor en mi espalda”, comparte. Pero ella sabía que no podía mover más sus piernas.
Relata que al año después le preguntó al cirujano de la columna cuál había sido su reacción sobre el diagnóstico, ya que ella no recordaba con exactitud todo lo acontecido durante esos días.
Me dice: –“Nunca tuviste una reacción de shock, siempre estabas calma”.
“Pasé hospitalizada en México un mes, hasta poder viajar. Una vez que estuve estable, me trasladaron a California a un centro de rehabilitación». Aquí permaneció un mes para enfrentarse con su nuevo mundo y reinventarse. Aprendió a vivir bajo su condición y poder hacer las necesidades básicas. Como aprender nuevas habilidades en darse vueltas en la cama, poder bañarse, estar sentada, prevenir complicaciones, saber usar la silla de ruedas, entre otras cosas.
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Reyes rememora que fue un mes intenso para poder aprender a hacer las cosas que todas las demás personas hacen de forma natural y sin pensarlo. “Todo ese mes no me daba el pensamiento más allá de lo que estaba viviendo. Tengo que aprovechar este tiempo, son días contados los que tengo que estar aquí y no me podía dar el lujo de decir: hoy no quiero hacer nada”.
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El otro paso que tuvo que dar fue cuando le dieron de alta en el centro de rehabilitación y llegó a la casa de una tía que vive en California. “Me cae el balde de agua helada”, recuerda que se dijo al experimentar la realidad. Relata que durante el primer año después del accidente logró entender las estadísticas que el médico le había dado. “Tengo que dar todo y fue recibirlo todo, porque recibí una avalancha de apoyo de todo mundo”, afirma.
Explica que fue como el periodo de recibir lo que había cosechado en cariño, en amistad, en la fraternidad. “Y a través de esto la bendición de Dios de sentirme querida en el momento más crítico de mi vida”.
Fue un proceso ir conociendo su nuevo cuerpo, seguir haciendo ejercicio durante la terapia porque lo necesitaba para mantener el tronco fuerte para hacer sus nuevos movimientos.
“Recuerdo también de profundizar mi relación con Dios. Recuerdo la primera vez que fui a la iglesia, llegué al Santísimo y simplemente le dije: –¿De verdad así me querés? ¿Así en silla de ruedas? Aquí estoy pero… me tendrás que enseñar cómo, para qué y dónde”.
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“Siempre tenía presente que Dios tenía una historia perfecta para mí y la tengo que aceptar. Y ese día le dije: ¿De verdad esta es la historia perfecta? Pues aquí estoy: me tenés que enseñar, me tenés que abrir el camino y me tenés que decir cómo, porque no sé cómo”, clamó.
Karen Reyes sostiene que la verdadera discapacidad que enfrenta es cuando se topa con barreras físicas o de actitudes. Incluso, dice que la barreras físicas son las más fáciles de sobrepasar, pero la murallas de actitudes “es donde hacen sentir a la persona con discapacidad”.
Para Karen la vida ahora tiene otro significado. El día de aquel accidente ella perdió las posibilidades de caminar, pero irónicamente, nunca había llegado tan lejos como el día en que comprendió que el camino era creer en si misma y nunca detenerse.
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