Lo llamaremos “Bosco” tenía tres años de edad. Dicen que era un niño menudo. Los vecinos atribuían su delgadez a la falta de alimentos. Vivía en una champa de no más de dos metros cuadrados, forrada con plástico negro. Cuatro horcones desiguales sostenían los retazos que este niño llamaba hogar. Un zinc viejo y sarroso era el techo que los cubría del sol y la lluvia.
En la madrugada del sábado 22 de enero, “Bosco” tenía hambre. Su llanto incesante se alcanzaba a escuchar por varios metros. El silencio de la madrugada lo expandía con más fuerza. No había nada para saciar su necesidad imperiosa de alimentarse, por lo que el llanto seguía y seguía hasta que de pronto, “Bosco” se calló.
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Su progenitora, una joven de 20 años -cargada con otro hijo en su vientre- se llenó de furia y lo mató a golpes, afirman los vecinos. Las versiones de los pobladores de la comunidad de Siares, municipio de San Ramón en Matagalpa, es que Beatriz Martínez Sánchez tenía poco afecto por su hijo y los cuidados que le daba eran mínimos.
El hecho mantiene conmocionada a las familias que habitan en Siares. Mismas que dieron aviso a las autoridades policiales. Beatriz fue detenida el mismo día que cometió el presunto crimen pero, por su condición de embarazo, se encuentra custodiada en el policlínico Trinidad Guevara de Matagalpa, pues le falta poco para dar a luz a otro bebé, concebido con su actual pareja.
El caso fue recibido con horror por los lugareños quiénes rechazan el actuar de la joven. “Para mí que a esa mujer le den cadena perpetua, porque es demasiado, ella amenaza a las personas, es borracha, marihuanera, se mantiene en las calles, ella no sabía si el niño comía, bebía, es mejor que ella esté encerrada”, opinó Rosa Emilia Castro, quien vive a pocas casas de donde ocurrió el hecho
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Acusaciones de maltratos frecuentes
La hija mayor de Beatriz tiene cinco años, es decir, que la parió a los 15; otro varoncito no logró nacer, a “Bosco” lo tuvo a los 17, y en la actualidad está a punto de tener a otro bebé.
“Esa mujer llegaba a maltratar el niño a la casa, la idea de ella era tirar al niño a un abismo que hay frente a su casa, se iba a conformar hasta ver al niño muerto hasta que los zopilotes se lo comieran, (…) ella me contaba a mí que no quería a los niños varones, que los odia y que solo las niñas le gustaban”, expresó Rosa Emilia Castro, vecina de la imputada.
Cuando se dan este tipo de crímenes, en donde la víctima es un niño inocente y es agredido por la figura materna, que supuestamente debería protegerlo, la opinión pública se abalanza en contra de la acusada.
Pero, ¿qué puede llevar a una madre a actuar de esa forma?
Consultamos a Iris Rizo Dávila, psicóloga de intervención clínica y explica que «hay muchos factores como la extrema pobreza, la falta de madurez emocional, la falta de apoyo que aparentemente está joven venía padeciendo. Estos elementos pueden hacer un cambio en la capacidad de resiliencia que todo ser humano llega a tener cuando se trata de problemas o situaciones de estrés. No la exonera del delito que ella haya estado vulnerable en su estado emocional, pero sí puede llevarnos a entender por qué actuó de esa forma», explica la experta.
La especialista agrega que habría que descartar, o confirmar, que la joven no tenga problemas psiquiátricos. «No sabemos si tiene un estado de alteración mental, una esquizofrenia o un episodio psicótico», expresa Rizo.
Otro elemento a tener en cuenta es el consumo de alcohol pues, al igual que otras sustancias psicotrópicas, desanima el Sistema Nervioso Central, razón por la cual la conciencia y la voluntad se ven trastornadas haciendo que las conductas sean extremas, explica la psicóloga.
«Hay muchas especulaciones sobre la salud mental de ella, pero sí está claro que actuó impulsivamente. No supo controlar el impacto, no lo supo manejar y eso la llevó a que se volcara sobre el niño y obviamente un cuerpo tan pequeño no lo iba a tolerar», explicó la psicóloga.
Llanto, dolor y hambre
Su cuerpo luce cansado y su rostro agobiado, pues ha tenido que revivir ese terrible episodio en más de una ocasión. Es la bisabuela de Beatriz y lamenta que por su avanzada edad no haya podido hacer mucho por el niño.
«Ella apareció por aquí y se acomodó en ese rancho. Yo digo que no quería al hijo», dice doña María Victoria López de 93 años, quien fue la testigo principal del maltrato que le daban a su tataranieto.
Según doña Victoria, el pequeño vivía un infierno a su corta edad. No le daban de comer, para no estar cambiándolo y que no hiciera sus necesidades fisiológicas. Lo tiraban a dormir al suelo, sobre un pedazo de cartón y un mantel sucio, mientras la acusada descansaba en una litera con su actual pareja. Constantemente le pegaban con un trozo de leña, lo mantenían casi desnudo y así dormía. Estos fueron algunos vejámenes que vivió el pequeño «Bosco», supuestamente a manos de Beatriz.
Doña María Victoria dice que aún recuerda esa madrugada trágica. Ella descansaba en la cama, en su casa que está a pocos metros de la champa donde vivía Beatriz, con su hijo y su actual pareja.
La anciana afirma que escuchó que el niño gritaba más fuerte de lo normal y también oyó golpes que sonaban con fuerza. “Oí que sonaba duro, le pegaba con un palo, hasta que dejó de llorar el niño -lamenta- yo le decía que me lo regalara y ella me respondía que si quería un hijo que yo lo pariera”, contó la bisabuela de la acusada.
Pena entre 20 a 25 años de prisión por infanticidio.
Según el a artículo 149 de la Ley 641, Código Penal de Nicaragua, este tipo de crimen es tipificado como infanticidio por lo que el enjuiciado recibe una sentencia de 20 años a más. Aunque familiares de Beatriz y habitantes de Siares piden cadena perpetua por la crueldad que se presentó en este hecho.
Sobre el bebé por nacer se desconoce el sexo y en manos de quien quedará, ya que el papá presuntamente fue detenido por la Policía de Matagalpa para investigar si fue cómplice de Beatriz en este asesinato.
Mientras en el suelo de la champa sucia y desordenada, yace un oso de peluche sucio y desgastado. Seguramente fue el consuelo de los días amargos de su amigo “Bosco”, quien ya no tiene hambre ni dolor ni sueño.
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