Buscando a la Justicia – Editorial

La Justicia es un asunto complicado tanto en su formulación como, por consiguiente, en su aplicación. Aunque la escuchamos invocada una y otra vez, aunque muchos se dicen sus heraldos, no siempre, a veces nunca, hace presencia. El ideal de la Justicia es admirable, es imperativo para una sociedad donde todos puedan vivir en felicidad. Pero es eso, un ideal, uno al que rara vez los humanos llegamos a acercarnos.

Nicaragua sufre de una falta de Justicia, crónica por las guerras, por los desvaríos ideológicos, por una sociedad que nunca pudo purgar de vicios su administración. Una y otra vez aparecen las amnistías tras periodos de barbarie y zozobra, por ello generando las condiciones y los incentivos de más violentos arrebatos.

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Teniendo ese horizonte histórico, no sorprende que los perpetradores de la masacre de abril dudasen tan poco. ¿Qué precedente conocían? Las amnistías de los años noventa, por la cual se libraron de condenas los asesinos, torturadores y represores de la dictadura de inspiración soviética que impuso el sandinismo en Nicaragua.

Civiles progobierno en Nicaragua portaban armas de uso exclusivo militar durante la represión contra las protestas de 2018.

Es seguro decir que ninguno de los «combatientes históricos», rearmados y desplegados en escuadrones de la muerte contra manifestantes pacíficos en 2018, tenía miedo de enfrentarse a un proceso penal porque en su tiempo fueron intocables y todavía creen que es su tiempo. Escudados por un antisomocismo patológico y la mitología de la revolución, hicieron lo que quisieron con quien se les antepuso, y luego el liberalismo en su debilidad les libró de toda culpa. Cuando la revolución les llamó otra vez para derramar sangre y esparcir el fuego, lo hicieron sin dudar, sabiendo que tras la matanza les esperaba otra amnistía.

Esto es inaceptable y no sólo en una democracia, sino en cualquier sistema político. Que no exista una demostración clara y visible del peso de la ley demuestra que ya no hay sociedad, sino la cruda ley de la naturaleza encarnada por la violencia del más fuerte contra quienes considera sus «inferiores».

No podemos permitir que evadan la Justicia por más tiempo los que se cobijan con la bandera del sandinismo, ni tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados ante los crímenes ya impunes del pasado. Vale la pena cuestionarse el alcance y la utilidad de la figura de la amnistía, también si han sido válidas las previas. El revisionismo histórico, en este punto, resulta de gran utilidad.

De no promover la rendición de cuentas, estaríamos asegurando otros abriles, más horrores. Estaríamos incentivando a los perros sedientos de sangre para que salgan a cazar inocentes si no nos aseguramos de que la Justicia se haga valer.

Incluso estando limitados por nuestras capacidades, incluso siendo la Justicia un ideal abstracto, no podremos llegar a un estado satisfactorio, de mínima decencia, sin la intención y sin la acción constante, y para actuar éticamente hace falta tener conciencia. Nicaragua no puede costearse más luchas intestinas.