Estamos habituados, desgraciadamente, a los ataques del poder formal, del que tiene esencia violenta y se toma redacciones a punta de pistola. Pero ese no es el único tipo de poder que existe, ni tampoco el que más potencial despótico ostenta.
El poder económico en Nicaragua ha ido de la mano con el político. Incluso cuando ha habido separación, la más de las veces ceremonial, el poder económico ha ejercido su «derecho» absoluto de decisión en sus asuntos y en los ajenos, sobre los que tiene influencia.
La lógica dicta que, si la economía es un asunto que a todos afecta, no es admisible dejar que una camarilla de magnates decidan por su interés lo que conviene o no conviene a la población en general.
El rol combativo de la empresa privada en los años 80
Por muy privada que sea una institución, llegada a cierto tamaño se convierte en un asunto público su actuar y debe regirse con el bienestar del público en el centro de sus valores, más aún si trabaja con el ente público máximo, que es el Estado.
Pero si ese Estado carga con el peso de una tradición dictatorial, es fácil ver cómo el poder económico se corrompe a niveles impensados, pues no está sujeto por principio a la voz popular ni a ningún control por la propia calidad corrupta del Estado que supuestamente lo debe contener.
Que una institución utilice su poder de acción y sus tratos con el Estado para influenciar la percepción del público mientras se escuda detrás de la noción de «libertad de empresa» es una perversión de lo que ese concepto significa. ¿Es libre una empresa de engañar al público, de censurar, de participar de la corrupción estatal?
Efectivamente, el poder económico se convierte en una extensión del poder político y extiende su corrupción. A día de hoy, aunque ya no esté vigente el dichoso modelo de «diálogo y consenso», alguien otorga los préstamos a la dictadura, alguien se dedica a mantener sus cuentas dudosas.
No sorprenderá verlos teniendo los mismos enemigos, atacando los mismos objetivos, callando las mismas verdades y formulando las mismas mentiras.
Nicaragua Investiga ha visto y denunciado los extremos de la represión estatal, al punto de que uno de nuestros reporteros fue agredido por fanáticos en 2020, pero también recientemente llegamos a ver la otra cara de esa moneda: la represión del poder económico.
Incluso el más déspota de los reyes no gobierna sin hacer compromisos, pero el poder económico puede crecer al punto de no tener ese impedimento amparado por las doctrinas de libertad económica absoluta sobre las que se fundan los gobiernos corruptos.
Nicaragua Investiga ha visto y denunciado los extremos de la represión estatal, pero también llegamos a ver la otra cara de esa moneda: la represión del poder económico
Es el poder económico el que muchas veces dicta los términos de estos compromisos, es el que se sienta con los políticos sin importar sus colores. Carece de principios y adquiere sus mañas para luego potenciarlas, porque es cierto, jamás Ortega llegó a quitarnos la capacidad de denunciar sus atrocidades.
Quizá Ortega no ha llegado a esos extremos porque para ello tendría que botar todo internet y quizá no le conviene. Vemos cómo el poder político está sometido a la conveniencia de mantener un país medianamente organizado. Pero el poder económico no tiene esa consideración. Simplemente presionan las teclas, ponen su peso en la balanza y esperan a que su voluntad se imponga.
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Conscientes de eso, nosotros seguimos nuestra labor periodística. Como antes lo dijimos, nuestro compromiso nos obliga a anteponernos a cualquier obstáculo, pero eso lo logramos amparados por nuestros lectores y colegas.
Agradecemos a los medios amigos que, cuando fuimos atacados, potenciaron nuestra voz. También a todos aquellos que elevaron su voz en la plaza pública que son las redes sociales. Nos debemos a nuestro público, eso es siempre verdad.
Entendemos que no todos los medios pudieron acudir de la misma manera. Estamos seguros de que, incluso si las circunstancias no les permiten demostrarlo, valoran la labor que hacemos junto a ellos.
Nicaragua Investiga no se irá a ninguna parte. Quienes buscan callarnos deben saber que la censura es el lenguaje de los débiles. Ya el pueblo está consciente de esa verdad.
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