El huracán Fiona azotó el lunes República Dominicana tras golpear Puerto Rico con inundaciones, deslaves y cortes de luz.
Las previsiones eran de hasta 76 centímetros (30 pulgadas) de agua para el sur de Puerto Rico y de 38 cm (15 pulgadas) para el este de República Dominicana.
Árboles y postes del tendido eléctrico derribados por los vientos han dejado a una cantidad aún no determinada de viviendas sin energía en la provincia La Altagracia, al este de República Dominicana, donde el huracán Fiona hizo el primer contacto con la isla.
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Los vientos de más de 140 kilómetros (86 millas) por hora con que llegó el fenómeno, desprendieron los techos, puertas y ventanas de las viviendas más humildes de las comunidades del este y noreste del país como San Rafael del Yuma, Higüey, Verón, Punta Cana, Hato Mayor, El Seibo y Samaná.
La mañana del lunes, el Centro de Operaciones de emergencia (COE), emitió la máxima alerta meteorológica (alerta roja), para 15 provincias del este este y norte del país, y un aviso intermedio (alerta amarilla), para 16 provincias más al sur y oeste.
“No hemos dormido estando pendiente, disque en Higüey arrasó”, dijo a The Associated Press Elizabeth Santana, una residente de la provincia de El Seibo, al noreste de la isla.
Hasta esta mañana, las autoridades de emergencia y protección civil reportaban 54 viviendas afectadas, 789 personas desplazadas a áreas más seguras de la que residen, y 519 ciudadanos en albergues.
En cuanto a infraestructuras se registran al menos una carretera de El Seibo obstruida por un árbol, y otra por deslizamiento de tierra en la norteña ciudad de la Vega, a dos horas de la capital.
Situación similar se vive en la turística y pesquera península de Samaná, al noreste del país, donde fuertes vientos y oleaje se sienten desde ayer, y por se prevé el fenómeno tendrá el último contacto con la isla hasta alejarse más al norte por el océano atlántico.
Mientras en la zona de Punta Cana, también en el este, el principal polo turístico del país, cientos de miles de turistas se mantienen en sus habitaciones, sin que hasta el momento se hayan reportado incidentes o daños importantes en instalaciones hoteleras.
Aurelia Fernández, una maestra retirada que vive en la capital dominicana, donde solo han ocurrido algunas lluvias, expresó preocupación por las personas afectadas.
“Los servicios básicos duran mucho en restablecerse”, añadió la señora refiriéndose al agua potable y la energía eléctrica.
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Desde el año 2004 con el huracán Jeanne, la República Dominicana no había sido impactada directamente por fenómeno de esta magnitud.
Las autoridades ordenaron a las pequeñas y medianas embarcaciones permanecer en puerto, tanto en la costa atlántica (norte) y caribeña (sur) debido a condiciones peligrosas asociadas a los vientos y olas anormales.
En Puerto Rico, el meteorólogo Ernesto Morales, del Servicio Nacional de Meteorología en San Juan, dijo que era “importante que la gente comprenda que esto no ha terminado.
Las inundaciones alcanzaron “niveles históricos”, señaló Morales, y las autoridades evacuaban o rescataban a cientos de personas en toda la isla.
“Los daños que estamos viendo son catastróficos”, dijo el gobernador puertorriqueño, Pedro Pierluisi.
Antes del amanecer del lunes, funcionarios puertorriqueños recorrían en bote las calles inundadas de la localidad norteña de Catano, en la costa, y empleaban un megáfono para alertar a los vecinos de que las bombas habían dejado de funcionar e instarles a evacuar lo antes posible.
Un torrente marrón fluía por las calles, en las casas e incluso por una pista de aeropuerto en el sur de Puerto Rico.
Fiona también arrancó el asfalto de algunas calles y se llevó un puente en la localidad central de montaña de Utuado, que según la policía había instalado la Guardia Nacional después de que el huracán María impactara en 2017 como tormenta de categoría 4.
El vórtice de Fiona estaba 55 kilómetros (35 millas) al sureste de Samana, República Dominicana, con vientos máximos sostenidos de 150 kilómetros (90 millas) por hora el lunes temprano, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Se desplazaba hacia el noroeste a 13 kilómetros (8 millas) por hora.
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Se espera que Fiona pase el martes cerca de las Islas de Turcas y Caicos y podría alcanzar las Bahamas el jueves o viernes como huracán.
La tormenta también arrancó los tejados de muchas viviendas, como la de Nelson Cirino, en la localidad costera de Loiza, en el norte.
“Yo estaba durmiendo y vi cuando el zinc salió volando”, dijo mientras observaba cómo la lluvia empapaba sus pertenencias.
Ada Vivian Román, estudiante de fotografía de 21 años, dijo que la tormenta había derribado árboles y cercas en su municipio de Toa Alta.
“Estoy muy nerviosa porque es un huracán que se mueve muy despacio”, dijo.
Román dijo que también le preocupaba que el transporte público, del que dependía para llegar a su trabajo en una agencia de relaciones públicas, estuviera operativo para cuando tuviera que volver a la oficina.
“Pero sé que soy una privilegiada en comparación con otras familias que prácticamente están perdiendo sus hogares porque están bajo el agua”, dijo.
El meteoro llegó en el aniversario del huracán Hugo, que azotó la isla en 1989 como tormenta de categoría 3.
Mientras las autoridades seguían evaluando los daños de Fiona, muchos se preguntaban cuándo se reanudaría el suministro eléctrico.
“Eso probablemente es el peor daño que podemos tener”, dijo Tomás Rivera, copropietario de un hotel en la población costera de El Combate, en el suroeste de la isla.
Las autoridades anunciaron el lunes que se había restablecido el suministro eléctrico a 100.000 clientes, en una isla de 3,2 millones de personas.
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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró el estado de emergencia en el territorio conforme el ojo de la tormenta se acercaba al extremo suroeste de Puerto Rico.
Se calcula que casi 3.000 personas murieron debido al apagón provocado por el huracán María en los sofocantes días posteriores a la tormenta, y algunos vecindarios tardaron un año en volver a tener luz. María fue una devastadora tormenta de categoría 4 que llegó al territorio el 20 de septiembre de 2017.
Luma, la compañía que se encarga de la transmisión y distribución eléctrica, dijo que el mal tiempo, incluidos vientos de 128 kilómetros (80 millas) por hora, había afectado a las líneas de transmisión el domingo y provocado “un apagón en toda la isla”.
Los centros de salud funcionaban con generadores, que en algunos casos habían fallado. El secretario de Salud, Carlos Mellado, dijo que se habían enviado equipos a reparar los generadores en el Comprehensive Cancer Center, donde varios pacientes tuvieron que ser evacuados.
Más de 3.000 hogares aún tienen apenas una lona azul como tejado y la infraestructura sigue siendo vulnerable, lo que incluye la red eléctrica. Los apagones siguen siendo habituales y la reconstrucción ha empezado hace poco.
“Yo creo que todos los puertorriqueños que vivimos María tenemos ese estrés postraumático de qué va a pasar, cuánto va a durar y qué necesidades podríamos pasar”, dijo Danny Hernández, que trabaja en la capital San Juan, pero tenía previsto pasar la tormenta con sus padres y su familia en Mayagüez.
La tormenta golpeó ciudades y pueblos a lo largo de la costa sur de Puerto Rico que aún no se han recuperado completamente de una serie de fuertes terremotos que comenzaron a fines de 2019.
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Más de 1.000 personas con unas 80 mascotas habían buscado cobijo en diferentes puntos de la isla el domingo por la noche, la mayoría en la costa sur.
Fiona pasó antes por el este del Caribe y dejó un muerto en el territorio francés de Guadalupe cuando las aguas crecidas arrasaron su casa, según las autoridades.
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