En los últimos años unos 600 mil nicaragüenses se han visto obligados a marcharse hacia otros países en busca de mejores oportunidades de vida o bien para huir de la brutal represión del régimen de Daniel Ortega. Los principales destinos han sido Estados Unidos, Costa Rica y España.
En este sentido, no es casualidad que sean esos los países de donde llegan más remesas a Nicaragua. La situación es tal que desde hace mucho tiempo cada mes se registra un nuevo récord en la recepción de remesas. Datos del Banco Central de Nicaragua indican que tan solo en junio de este 2023 se acumularon “2,215 millones de dólares, siendo 58.6 por ciento mayor a lo recibido con respecto a igual período de 2022 (US$1,396.2 millones)”.
Según proyecciones del investigador de Diálogo Interamericano, Manuel Orozco, este 2023 los ingresos por remesas alcanzarán los 5,000 millones de dólares, lo que equivaldría al 33% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
Analistas consideran que este éxodo de nicaragüense no le preocupan en absoluto a Daniel Ortega, pese que la pérdida de cerebros y personas en edad de trabajar tenga un impacto negativo en el país. Ortega estaría más enfocado en los miles de millones de dólares que entran a la economía nacional desde el extranjero, aseguran.
Las cifras de mentira del régimen en empleo, vivienda y pobreza
Incluso Ortega recurre en sus discursos a hablar de la migración para advertir a la Casa Blanca.
“Luego están ahí quejándose por los inmigrantes. Bueno, sigan poniendo sanciones e irán más inmigrantes hacia Estados Unidos”, manifestó a finales de octubre de 2022 durante el 43 aniversario del Ministerio de Gobernación.
Alivia la presión interna
A criterio de expertos, el régimen de Ortega-Murillo recibe ganancias tanto políticas como económicas.
“Parece ser el negocio perfecto del régimen que salgan masivamente los nicaragüenses buscando la libertad, y que luego envíen remesas a sus familiares. Cerca de un millón de familias nicaragüenses podría estar consumiendo ese volumen de remesas, paliando con ello el alto costo de la vida, cuya canasta básica cuesta cerca de 500 dólares, y la mayoría pobre de las familias no disponen de más de 200 dólares”, explica el analista José Dávila.
El principal beneficio político para Ortega es que al expulsar a los nicaragüenses calma el malestar interno de personas que exigen un cambio democrático y una mejor calidad de vida, señala por su parte el economista y analista político Enrique Sáenz.
El experto subraya el uso de las remesas en consumo interno beneficia al régimen.
“Esos gastos en consumo contribuyen a que comercios, empresas nicaragüenses, desde el salón de belleza del barrio, la pulpería, la barbería, hasta el supermercado o los productores de frijoles, de maíz, etc., vean un mercado creciente por la vía del ingreso que tienen estas familias que sin las remesas no podrían comprar. Eso contribuye a que el malestar social y político se mitigue», indica.
Es decir, Ortega no tiene que «mover un solo dedo» en materia de política salarial y social. «Las remesas están sirviendo como política social”, afirma Sáenz.
Los impuestos
En enero del 2019, cuando se estaba por aprobar la Ley de Concertación Tributaria, se habló de la posibilidad de que el régimen gravara las remesas, sin embargo, el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, lo negó. “Las remesas son intocables, no se van a grava», manifestó el funcionario.
Hay que decir que aunque pareciera que el régimen no obtiene un beneficio de las remesas, lo cierto es que de manera indirecta engrosa las arcas estatales y ayuda a paliar el déficit presupuestario a través de impuestos que a simple vista están ocultos, uno de ellos es el impuesto del valor agregado (IVA), presente en la gran mayoría de los productos de consumo.
“Esto definitivamente ayuda a la economía nicaragüense en el sentido que financia el consumo en los hogares y dentro de ese consumo muchos artículos pagan impuestos, ya sea la cuota fija o el valor agregado, entonces de alguna manera Ortega también se beneficia al tasar impuestos a estas transacciones que son financiadas con las remesas, eso ayuda a los ingresos fiscales”, señala el economista Juan Sebastián Chamorro.
Igual apunta Enrique Sáenz, quien señala que las remesas se utilizan fundamentalmente para el consumo, comida, gastos de vestuario, reparaciones de vivienda, entre otros, y que estos productos comprados con el dinero de las remesas, al estar gravados de impuestos “pagan IVA importado o interno y eso va directamente a alimentar los ingresos del Presupuesto General de la República y por esa vía le permite a Ortega equilibrar un poco los gastos del presupuesto”.
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Algo “aberrante”
Para el economista es “aberrante” que Ortega se beneficie de lo que considera ha sido “la principal expresión del fracaso económico y social de la dictadura”.
“Esta es una aberración porque la economía de Nicaragua pasó de ser subsidiada por la cooperación petrolera venezolana a ser subsidiada por el trabajo de los nicaragüenses en el exterior con las remesas”, apunta Sáenz.
El panorama para Nicaragua en el mediano y largo plazo no parece ser bueno, principalmente por los altos flujos migratorios que en su mayoría lo integra gente joven que no ve una esperanza en el país.
Para el analista político José Dávila, aunque no exista intención de los migrantes en que sus remesas sirvan de sostén a la dictadura, lo cierto es que se vale de estas “para fortalecer la desvencijada economía”.
Sandinistas «maldicen la vaca»
Paradójicamente de los US$2,215 millones recibidos en remesas hasta junio del 2023, US$1,818.2 millones provinieron de Estados Unidos, la nación contra la que Ortega y su séquito arremete constantemente.
“Sandinistas son ‘maldita vaca, bendita leche’. Maldicen a los Estados Unidos, pero se aprovechan de las remesas que llegan de ese país para sostener la maltrecha economía, pues el consumo de las familias, es una variable económica que ha estado baja por el estado de pobreza de los nicaragüenses, y con las remesas sube el consumo y se activa la economía”, añade Dávila.
Juan Sebastián Chamorro refiere que las remesas en realidad son «un efecto de la pobreza nicaragüense, de las malas políticas económicas de generación de empleo, de la represión y falta de institucionalidad, democracia y libertades».
«Todo esto se combina en un solo factor y es la desesperanza de la población de encontrar un futuro en Nicaragua para poder vivir y buscan en Estados Unidos, Costa Rica, España y otros países, lugares para hacer sus vidas”, lamenta.
Según estimaciones de Enrique Sáenz, en los últimos dos años “entre el 8 y el 10 % de la población” de Nicaragua ha salido del país, con ello se ha “desestructurando completamente la pirámide sociodemográfica” y eso pasará factura con el paso del tiempo.
“Ortega está expulsando lo que es el principal activo de desarrollo del país, que es lo que se le llama del bono demográfico y ahí sí, el pueblo nicaragüense es el que está pagando con la fractura de la familia, el sufrimiento que eso representa, pero también el impacto que en el mediano plazo va a tener esto en la producción y en la productividad del país”, explica el economista.
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