Daniel Ortega delegó a su hijo Laureano Ortega Murillo para que este miércoles 24 de enero, firmara un acuerdo de “cooperación comercial y económica” con un grupo de ministros de Crimea, un territorio de Ucrania que fue anexado a Rusia en marzo de 2014, y que ha sido uno de los detonantes de la guerra entre los gobiernos liderados por Vladimir Putin y Volodimir Zelenski.
Laureano Ortega Murillo, a quien la dictadura ha nombrado como asesor presidencial para las inversiones del comercio y la cooperación internacional de Nicaragua, expresó en un primer encuentro, este martes 23 de enero, que junto a la delegación de ministros de Crimea van a revisar “el plan de acción para el período 2024-2026″ y «llevar a cabo encuentros con el presidente de la Asamblea Nacional, los diputados, con los medios del Consejo de Comunicación y Ciudadanía”.
En tanto, Georgy Muradov, vicepresidente del Consejo de Ministros de Crimea, explicó que el trabajo que están realizando está orientado al futuro para desarrollar sus relaciones.
“Nosotros estamos seguros de que el mejoramiento, el fortalecimiento de nuestras relaciones aportará sustancialmente para el bienestar de la población, tanto en la República de Crimea, como en la República de Nicaragua, estaremos trabajando para ello”, sostuvo Muradov.
En 2023 Ortega ya había dado ciertos pasos y mostrado su interés en establecer relaciones diplomáticas y comerciales con Crimea, el mismo Laureano Ortega encabezó una visita de funcionarios estatales a ese territorio.
Tampoco es la única relación o actuación extraña que realiza con territorios o naciones del mundo que poco o nada tiene que ver con Nicaragua. En lugar de mantener buenas relaciones con Estados Unidos, principal socio comercial y la mayor fuente de remesas, que según explican analistas, sostiene la economía nacional, prefiere cerrar los consulados en la Unión Americana y abrir embajadas en países como Burkina Faso, gobernado por militares y con una creciente violencia terrorista.
Ortega tiene intereses políticos personales
Para el exdiplomático nicaragüense y analista político José Dávila, tanto el cierre de consulados en Estados Unidos, al igual que la apertura de embajadas en países como Burkina Faso y el establecer proyectos de cooperación con Crimea, “que ni siquiera es un país sino un trozo que se robó Rusia de Ucrania”, obedecen a que “Nicaragua no tiene una política exterior en favor del país”.
“Lo que Ortega tiene son intereses políticos personales, ideológicos para fortalecer su proyecto sectario y represivo y someterse cada vez más al bloque comunista que está formándose dentro de la nueva geopolítica, un bloque mundial de dictaduras y países antidemocráticos… Es una política exterior, si se le puede llamar así, errática y disparatada”, agrega Dávila.
En cuanto al aspecto económico, el economista y opositor nicaragüense Juan Sebastián Chamorro alega que esos acuerdos de cooperación “no tienen ningún sentido”, dado que Crimea es un territorio bajo ocupación rusa y es zona de guerra.
“No tiene ningún efecto porque Crimea es una zona de guerra, es un territorio ocupado y anexado violentamente a Rusia y más bien pone de manifiesto de que el argumento y del antiimperialismo y la no intervención y la autodeterminación de los pueblos pues se les cae con la evidencia de estar recibiendo una delegación de un pueblo sometido por una potencia como es la rusa”, expone el economista.
Así afectará a miles de nicaragüenses el cierre de consulados en Estados Unidos
Otro de los que cuestiona la postura antiimperialista de Daniel Ortega frente a la invasión y sometimiento de territorios ucranianos, es el politólogo Félix Maradiaga, quien cataloga al dictador de sostener una política de “hipocresía y doble moral”.
“El antiimperialismo es uno de los principios ideológicos del frente sandinista. Sin embargo, a Ortega no le preocupa el imperialismo y neocolonialismo ruso. La invasión de Rusia a Ucrania es, sin duda, una expresión de imperialismo y colonialismo”, explica Maradiaga.
Un capricho ideológico peligroso
Para el politólogo, el establecer relaciones con Crimea tiene implicaciones negativas para Nicaragua desde el punto de vista moral y ético, y harían que el país se aleje aún más de las instituciones occidentales democráticas y por ende, de la comunidad internacional.
“Esto sitúa innecesariamente a Nicaragua en una posición éticamente comprometida que incluso puede ser peligrosa, por las tensiones geopolíticas a las que se suma el país, simplemente por un capricho ideológico de la dictadura. La gente de Nicaragua no gana nada”, sostiene Maradiaga.
Señala que al asociarse con Crimea y alinearse con Rusia, Nicaragua podría enfrentar sanciones secundarias o aislamiento político que tendrían no solo un impacto “perjudicial” en la ya debilitada economía del país sino también en el aspecto diplomático.
“Existe la posibilidad de enfrentar una presión diplomática creciente y un deterioro de las relaciones con naciones que condenan la ocupación de Crimea. La reputación internacional de Nicaragua se ve comprometida. Yo no descarto el riesgo de que el respaldo a Rusia en este contexto pueda arrastrar a Nicaragua a conflictos militares regionales o globales, lo que sería perjudicial para la estabilidad y la seguridad del país”, expone Félix Maradiaga.