¿Quién es y quién no es terrorista?, ¿quiénes lo deciden y por qué es importante? En las últimas semanas estas preguntas han estado en el centro de la cobertura mediática de la guerra entre Israel y Hamás.
Las frustraciones de la audiencia sobre cómo los medios usan (o evitan usar) las palabras «terrorista» y «terrorismo» subrayan otras frustraciones más amplias con la cobertura noticiosa del conflicto en general. En ocasiones, esa ira se ha manifestado en periodistas que han sido acosados por sus percibidos prejuicios y simpatías hacia un lado u otro de la guerra.
Es un fenómeno que, según los analistas, resalta las divisiones excepcionalmente profundas que caracterizan este conflicto, así como la capacidad de los medios de profundizar esas divisiones sin darse cuenta.
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Cuando los ataques militantes se convierten en complots terroristas
Después de que el grupo militante Hamás invadió el sur de Israel el 7 de octubre, matando a más de 1.400 personas y tomando como rehenes a más de 200, Israel respondió declarando la guerra y lanzando un contraataque con bombardeos incesantes en Gaza, matando a más de 9.700 personas, incluidos más de 4.000 niños.
Es la última versión de un conflicto que dura decenios. Desde la década de 1990, The Associated Press ha desaconsejado el uso de las palabras «terrorista» y «terrorismo», excepto en citas directas o cuando se atribuyan a autoridades, según John Daniszewski, vicepresidente de estándares de AP.
Después del 7 de octubre, Daniszewski dijo que hubo deliberaciones internas sobre si hacer una excepción a esa regla, pero AP finalmente decidió continuar desaconsejando el uso de esos términos porque las palabras «se han politizado y a menudo se aplican de manera inconsistente», según al libro de estilo AP.
«Esta palabra en particular es tan vaga y tan cargada que diferentes personas no estarán de acuerdo sobre quién es un terrorista y quién no», dijo Daniszewski a la Voz de América.
La VOA considera el ataque del 7 de octubre como un ataque terrorista, pero sigue la guía de AP de evitar llamar terroristas a Hamás y a sus miembros.
Los grupos de derechos humanos condenan el ataque de Hamás como un probable crimen contra la humanidad, al tiempo que condenan la respuesta israelí contra la Franja de Gaza, que ha resultado en ataques a campos de refugiados, hospitales y escuelas. Israel niega que esté atacando a civiles y dice que persigue objetivos de Hamás.
El terrorismo no está definido en el derecho internacional. Pero los debates sobre la palabra «terrorista» han proliferado porque, al igual que la palabra «genocidio», conlleva un gran peso político y emocional, según Maxim Pensky, que dirige el Instituto de Prevención del Genocidio y Atrocidades Masivas de la Universidad de Binghamton en Nueva York. La palabra tiene «mucha fuerza narrativa y profundidad», dijo a la VOA.
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«Terrorista» se ha convertido efectivamente en una abreviatura para denunciar a los soldados israelíes y a los militantes de Hamás, según Susan Benesch, directora ejecutiva del Dangerous Speech Project. Cuando se utiliza la palabra «terrorista», en realidad no se necesita ninguna otra explicación.
«En este contexto, ‘terrorista’ es un insulto. Es una forma de decir que alguien sólo quiere matarte», dijo Benesch a la VOA.
Aunque algunas personas han criticado la cautela de los medios, el analista político palestino Nour Odeh cree que usar esas palabras sólo lleva a correr el riesgo de profundizar las divisiones.
«No hay necesidad de adoptar esa clasificación porque, en última instancia, es una clasificación subjetiva», dijo a la Voz de América desde Ramala. «Carga emocionalmente las noticias y hace que sea más fácil para las personas alinearse con los buenos y los malos, en lugar de digerir la información y descubrirla por sí mismos».
«Si insinúas que todos son terroristas, o que simpatizan con los terroristas, entonces inmediatamente haces más fácil que la audiencia no tenga ninguna empatía con lo que está sucediendo», añadió Odeh, excorresponsal de Al Jazeera en Cisjordania.
Cuando la cobertura choca con las experiencias personales
Reconocer el dolor de otra persona durante un conflicto puede resultar difícil, según Rachel Brown, directora ejecutiva de Over Zero, una organización que se centra en la intersección de la comunicación y la violencia.
«Algo que sucede durante un conflicto es que es muy difícil para las personas reconocer el dolor de otra persona hasta que el suyo ha sido reconocido primero, y resulta realmente amenazador que alguien más no reconozca su dolor», dijo Brown a la VOA.
Los medios desempeñan un papel influyente en la curación de narrativas sobre conflictos, explica Benesch, pero las personas pueden enojarse cuando esas narrativas parecen chocar con sus experiencias personales.
«Al igual que ahora, la gente se acostumbra a una versión en línea de la realidad, a través de las redes sociales, de sus amigos y familiares. Y si lo que ven en las noticias no se corresponde con eso, entonces se ponen furiosos», dijo Benesch. Las frustraciones por la cuestión «terrorista» son un ejemplo de ese proceso, añadió el experiodista.
«Ese es el atractivo de la cámara de eco», dijo Odeh, describiendo el fenómeno donde una persona encuentra información u opiniones que reflejan y refuerzan las suyas.
Evitando al «terrorista»
Aunque esta etiqueta redunda en beneficio de una buena cobertura noticiosa del conflicto, según Odeh, hay otras cuestiones de sesgo en los medios de comunicación que deberían preocupar a otras organizaciones en este entorno.
Odeh asevera que muchos medios de comunicación toman las declaraciones del gobierno israelí al pie de la letra y priorizan la perspectiva israelí sobre la perspectiva palestina.
Un estudio de 2019 analizó 50 años de titulares de noticias sobre el conflicto entre Israel y Palestina y encontró que en Estados Unidos los periódicos tienen más del doble de probabilidades de citar fuentes israelíes que las palestinas.
Otro ejemplo es calificar al Ministerio de Salud de Gaza como «dirigido por Hamás» al citar el número de muertos palestinos, señala Odeh.
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El mes pasado, el presidente Joe Biden dijo que «no tenía confianza» en las estimaciones del número de muertos del ministerio. Sin embargo, en guerras anteriores, los datos del Ministerio de Salud de Gaza fueron posteriormente validados por la ONU en informes independientes e incluso en investigaciones israelíes.
Aunque es minúsculo y técnicamente preciso, agregar «dirigido por Hamás» corre el riesgo de arrojar dudas sobre datos que históricamente han sido creíbles, dijo Oden. «Ayuda a matar la empatía», zanjó.
Las preocupaciones sobre el sesgo subrayan el papel negativo que los medios pueden desempeñar durante este tipo de crisis, evalúan los expertos.
«Los medios de comunicación pueden desempeñar un papel importante en el fomento y la profundización de las divisiones sociales de tal manera que puedan allanar el camino hacia crímenes atroces y horribles», dijo Savita Pawnday, directora ejecutiva del grupo de prevención de atrocidades conocido como Centro Global para la Responsabilidad de Proteger.
Según Brown, la cobertura mediática de estas crisis también puede tener implicaciones sobre cómo responden los gobiernos. «Las palabras y las narrativas realmente importan porque dan forma al marco en el que tomamos decisiones y dan forma al marco de lo que creemos que son nuestras posibilidades», concluyó.
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