Al menos 3.000 hondureños salieron este viernes en una caravana hacia Estados Unidos con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida y, aunque dispersos, se posicionaron cerca de Guatemala, el primer escollo a sortear antes de continuar a México.
La crisis que dejó el paso de dos huracanes en noviembre y la falta de empleo por la pandemia incrementaron los problemas económicos del país, que se sumaron a la violencia asociada a las pandillas y el narcotráfico.
«Mi ilusión es llegar a Estados Unidos, comprar mi casita porque ya me aburrí de vivir alquilando y estar trabajando para otra gente», contó Melvin Fernández, un taxista del caribeño puerto de La Ceiba, quien viaja con su esposa y sus tres hijos de 10, 15 y 22 años, junto a una multitud.
La gran mayoría de migrantes partieron de la terminal de transporte de San Pedro Sula, 180 km al norte de Tegucigalpa, para recorrer los cerca de 260 km en dirección a Agua Caliente, en la frontera con Guatemala.
No obstante, en el trayecto otros optaron por el punto fronterizo El Florido, ubicado casi a la mitad del camino. La masa quedó dividida pero planeaba reagruparse.
Para entrar en Guatemala deben llevar documentación en regla y una prueba negativa de covid-19.
La esperanza en Biden
«Vamos con el corazón roto. En mi caso, dejo mi familia. Se queda mi esposo y mis tres hijos», lamentó Jessenia Ramírez, de 36 años. «Vamos buscando un mejor futuro, un trabajo para poder mandar unos centavos» a Honduras, añadió.
Muchos participantes de esta caravana están convencidos de que el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, quien asume el 20 de enero, será más flexible que su antecesor, Donald Trump, con las normas migratorias.
«Se supone que Biden les iba a dar oportunidad de trabajar a los que ya están allá», dijo Ramírez.
Pero Washington ya descartó la posibilidad de un trato especial.
«No pierdan su tiempo y dinero y no arriesguen su seguridad y salud». «Es un viaje mortal», precisó el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), Mark A. Morgan.
Guatemala está bajo «estado de prevención» en siete departamentos, lo que le permite disolver aglomeraciones públicas incluso «por la fuerza». Aunque dispuso puntos de apoyo a los migrantes.
Un centenar de hondureños que comenzó el viaje el jueves sin la prueba negativa de covid-19 y que entraron a Guatemala por un paso ilegal, fueron devueltos. En tanto, la Policía guatemalteca informó que unos 600 migrantes adelantados a la caravana, sin documentos ni exámenes de covid, fueron impedidos de ingresar en ese mismo punto.
México, en tanto, advirtió que «no permitirá el ingreso irregular de caravanas de personas migrantes» y desplegó 500 agentes en Chiapas y Tabasco, estados fronterizos con Guatemala.
Los «coyotes»
La vicecanciller hondureña, Nelly Jeréz, reconoció que «la gente va buscando una mejora de calidad de vida», algo a lo que «todos tenemos derecho», pero sugirió una migración «regular, ordenada y segura», y denunció a la gente «inescrupulosa» que cobra por guiar a los migrantes.
Desde 2019 Honduras ha detenido a 293 de los denominados «coyotes», como se conoce a las personas dedicadas a organizar migración ilegal por pasos no autorizados. Jeréz dijo que al menos tres fueron detenidos en esta caravana.
En tanto, las autoridades de El Salvador detuvieron a tres personas, acusadas de estar organizando, con fines de lucrarse, otra caravana rumbo a Estados Unidos.
«Aquí no hay esperanzas»
En la larga marcha, la mayoría lleva mochilas, mascarillas por la pandemia y banderas de Honduras. Algunos aprovechan el paso de algún camión para adelantar camino, mientras la policía custodia algunos tramos.
Eduardo Lanza, de 28 años, oriundo de San Pedro Sula y graduado en Administración, emigra porque considera que en Honduras no hay apoyo a «las personas con diversidad sexual» como él, que es homosexual.
«Somos vulnerables, en los empleos somos discriminados. Somos seres humanos, profesionales que cada día nos preparamos para aportar algo a nuestro país, por eso tomamos la decisión» de emigrar.
Además de familias enteras con niños en brazos, viajan jóvenes como José Aguilar, de 19 años.
«Espero que Dios me ayude a llegar bien a Estados Unidos, tener un futuro bueno, casarme, aquí no hay esperanzas», comenta.
Más de una docena de caravanas, algunas con miles de migrantes, han salido de Honduras desde octubre de 2018, pero se han topado con miles de guardias fronterizos y militares estadounidenses posicionados en la frontera sur con México por el presidente Donald Trump.
Sin embargo, a través de convocatorias en redes sociales insisten en hacer esta larga travesía que, de culminar, los habrá hecho recorrer más de 5.000 km.
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