Acompañada de familiares y amigos, en medio del llanto y dolor, fue sepultada la tarde de este miércoles Anggy Díaz, la chinandegana que fue asesinada por su esposo, el estadounidense James Dicus, el pasado 11 de enero en su casa de habitación en Texas.
Los restos de la joven de 21 años al fin descansan en la tierra que la vio nacer en el municipio de El Viejo, de donde justamente partió hace cuatro años para poder salir adelante. Anggy también se esforzaba trabajando en Estados Unidos para poder ayudar a su madre de crianza en Nicaragua, con la compra de sus medicinas para el tratamiento del cáncer de mamas.
La joven fue decapitada por Dicus en el condado de Waller. Según las autoridades policiales, cuando entraron a la casa encontraron la cabeza de la joven en una tina de baño y el resto del cuerpo en una de las habitaciones, describiendo la escena como espantosa, mientras el hombre era esposado y conducido a la estación policial del condado.
Ella había conocido al hombre en octubre del año pasado, y en ese mismo mes se casaron civilmente, sin embargo, se desconoce aún si entre el matrimonio había violencia doméstica.
Diana Díaz, madre de Anggy, vive desde hace años en Estados Unidos, y dejó a su hija cuando tenia cuatro años de nacida al cuido de una de su hermana.
La comunidad entera y la familia demandan que se haga justicia por el asesinato de la nicaragüense.
“Fue un crimen a sangre fría de una inocente criatura”, manifestó José Tomás Díaz Castillo, el abuelo de la joven.
“Estamos muy agradecidos con todo este pueblo y las personas del extranjero que se solidarizaron con nosotros, aunque yo no quería cenizas, quería su cuerpo, pero doy gracias a Dios, ya estamos un poco más tranquilos», reiteró.
La madre de la víctima y resto de familiares que viven en Estado Unidos, dan seguimiento al juicio y esperan la condena y sentencia que, aseguran, “el asesino se merece”.
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