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Miskitos nicaragüenses sufren «crisis humanitaria extrema» en Costa Rica

Los indígenas migrantes, en su mayoría miskitos, se encuentran en situación de hacinamiento extremo, sin servicio de agua potable y sin acceso a trabajo digno. ASIDEHU lanzó una campaña humanitaria.

Indígenas migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Foto: Cortesía/ ASIDEHU.
Indígenas migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Foto: Cortesía/ ASIDEHU.

Al menos 300 familias indígenas nicaragüenses, en su mayoría de miskitos, viven en una situación de «crisis humanitaria extrema» en Costa Rica, alertó la Asociación Intercultural de Derechos Humanos, ASIDEHU.

Los indígenas se han visto obligados a migrar por asfixia económica y la invasión de colonos y el principal país de destino es Costa Rica «por su apertura histórica y seguridad jurídica, además de los contactos de amigos y familiares de los indígenas que previamente migraron».

Pero el reto es enorme. Se enfrentan desde la barrera del idioma hasta el aprovechamiento de parte de empleadores abusivos.

«El que no todos puedan hablar bien el idioma español es una barrera, pues la lengua originaria es el miskito, impidiendo la comunicación entre la sociedad costarricense que no les logra entender sus mensajes», explicó a Nicaragua Investiga el presidente de ASIDEHU, Jhoswel Antonio Martínez.

Viven hacinados y en condiciones precarias

Algunas personas viven en casas de madera, plástico y/o láminas de zinc, en situación de hacinamiento extremo.

«Hemos llegado a contar hasta 8 familias durmiendo en una casa de dos cuartos grandes, en una vivienda hay hasta 14 personas. Y siguen recibiendo a más familias en sus casas por el hecho de vivir en comunidad, siempre se ayudan», señaló Martínez.

Las familias están compuestas de ancianos, niños y mujeres embarazadas.

Indígenas migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Foto: Cortesía/ ASIDEHU.

Indígenas migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Foto: Cortesía/ ASIDEHU.

Estas familias tienen que compartir una sola cocina y un solo baño. En su intento por tener un poco de privacidad colocan cartones para dividir los cuartos. Algunos duermen en el suelo, en la tierra con humedad y tienden a contagiarse de enfermedades respiratorias.

«Las familias que viven precarios en Concepción de Alajuelita no tienen servicios de agua potable, por lo que tienen que ir hasta los ríos cercanos, donde muchas veces está contaminada. Lavan los trastes con esa agua de río. Hace poco se dio un brote de diarrea, vómitos, náuseas, dolores de cabeza, altas fiebres, gripes, gatarros, y no han podido ser tratados», alertó.

Miskitos, víctimas de estafa y explotación laboral

«Las estafas vienen en las cercanías de oficinas de Migración costarricense, pues esta entidad no está preparada para atender a las comunidades indígenas y sus idiomas. Muchos al no entender los formularios dispuestos en Migración se ven orillados a solicitar ayuda, siendo ésta ofrecida por estafadores a las afueras de oficinas de Migración, pues les cobran altas sumas por mal llenar formularios y luego, al entregarlos, les niegan el refugio, ya que los formularios están mal llenados, sin los datos reales de las víctimas, con información incoherente y falseada», detalló Martínez.

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Agrega que, en los casos de explotación laboral, han identificado que los empleadores «les dicen que trabajarán 8 horas diario por un salario, la mayoría de las veces menor al mínimo, que al final resulta en explotación y mal pago».

Algunos empleadores se aprovechan de los miskitos diciéndoles que, en el contrato de trabajo, «acordaron otras cosas» y «todo por falta de comprensión a la lengua».

Incluso, algunos sufren accidentes laborales y los patronos no se responsabilizan, dejando en el desamparo a los migrantes que deben asistir solos a los hospitales, donde en muchos casos también hay dificultad de comunicación con el personal médico.

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Otro impedimento relacionado al idioma es la falta de comprensión al sistema de Costa Rica, por lo que no pueden beneficiarse de algunos programas del Estado o de instancias independientes, pues no logran comprender las indicaciones de las autoridades ticas para acceder a información, derechos y beneficios.

Apenas les alcanza para comer

«Muchos pagan rentas elevadísimas por lugares que no lo valen, pero no conocen otro lugar, se ven víctimas de estafa».

Están urgidos de atención médica y no tienen seguro ni trabajo para la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), la cual es «casi inalcanzable para aquellas personas que no ganan ni la mitad del salario mínimo».

Además, explicó que muchos migrantes indígenas no pueden obtener documentos, les niegan el refugio y más con la imposibilidad de sacar citas por «la limitada capacidad autoimpuesta por el Estado tico«.

Podríamos calificar la situación de una «crisis humanitaria extrema», advirtió el representante de ASIDEHU.

¿Qué apoyo tienen del Estado tico o de organizaciones humanitarias?

Martínez explica que el Estado tico tiene programas de asistencia a través de su Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), pero, «como vimos antes», es difícil comunicarse y entender cómo acceder a estos apoyos.

«La atención médica realmente no es pública en el país, pues la atención es a través de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y como habitante no te atienden si no estás asegurado, salvo excepciones que pongan en riesgo la vida, pero solo resuelven la emergencia, no se te da seguimiento», indicó.

Indígenas migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Foto: Cortesía/ ASIDEHU.

Indígenas migrantes nicaragüenses en Costa Rica. Foto: Cortesía/ ASIDEHU.

«Imagina a las personas diabéticas o hipertensas, tal vez con algún problema de salud que requiere seguimiento médico y medicinas correspondientes, ¿cómo hacen? No tienen el acceso a la medicina si no tienen seguro que, por cierto, es difícil de costear cuando no se tiene ni para pagar la casa», lamentó el defensor de derechos humanos.

Lanzan «Alerta Humanitaria»

Desde ASIDEHU se les ha dado seguimiento en asuntos de emergencia, procurando atenderles en asistencia humanitaria y migratoria, pero «no tenemos capacidad para tanta demanda, por lo que requerimos siempre ayuda para tratar de cubrir a tanta gente», dijo Martínez.

Ante la emergencia, la organización lanzó una «¡alerta humanitaria! #SOSMuskitia» con el objetivo de colaborar con las familias de indígenas que huyeron de Nicaragua para salvar sus vidas.

La organización está recolectando granos básicos, cereales, enlatados, alimentos no perecederos; ropa, colchonetas, zapatos, abrigos, sábanas, utensilios de cocina y cosas para bebés.

Las donaciones las están recibiendo en las oficinas de ASIDEHU en San José, de la fuente de la Plaza de la Cultura 500 metros al norte, 25 metros al este, barrio Amón.

Al momento, solo tienen capacidad de atender a 30 familias indígenas.

Aseguró que Fundación del Río reasentará a lo interno del país a 20 familias miskitas en tierras propias para cultivo y buscando fomentar soberanía alimentaria, «algo genial, pero que igual se dejan a muchas familias por fuera».

Impera darles educación técnica

«Hay una necesidad imperante de asistir a estas comunidades y de resolver la emergencia, también de dar una solución a largo plazo, siendo una de estas la educación técnica y educación en español, para que puedan trabajar en Costa Rica. Sé que hay un interés superior de respetar las lenguas indígenas, siendo un derecho humano, sin embargo hay que tomar algo en cuenta, Costa Rica no se adapta al emigrante, sino al contrario, es el migrante el que se debe de adaptar a Costa Rica, para poder sobrevivir», indicó Jhoswel Martínez.

Miskitos seguirán huyendo de Nicaragua

«Cuando los colonos atacan a las comunidades indígenas, generalmente en Rosita, Waspam y toda la zona norte del Caribe nicaragüense («La Muskitia»), se da una migración tanto interna como externa. Tras los ataques, las comunidades quedan destruidas, en algunos casos por incendios provocados por estos colonos».

«Nuestros hermanos indígenas se quedan sin vivienda, por lo que deciden migrar a otras comunidades y, en muchos casos, a otros países», explicó Jhoswel Antonio Martínez.

Añade que la falta de acción, inversión y atención por parte del Estado de Nicaragua ha venido socavando las posibilidades de sobrevivencia de las comunidades, las cuales sufieron el paso de los huracanes Eta y Iota.

«No tienen dónde cultivar, no hay incentivo ni seguridad para emprender, la educación es limitada, lejana y con condiciones en donde hasta los cuadernos y útiles se hacen caros, no hay para comprar comida, el empleo formal es algo extraño en la zona, viviendo del subempleo y del día, viéndose obligados a migrar ante la asfixia», manifestó.

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