Ricardo Somarriba, director del Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA), reveló este martes en entrevista con un medio oficialista que registran al menos 4,036 casos de gusano barrenador confirmados en Nicaragua.
Somarriba explicó que 3,061 son en ganado bovino y de estos el 40 por ciento son en terneros. “En porcino tenemos 548, 155 caninos, 201 equinos, tenemos un ave (un gallo de pelea), 49 ovinos, 19 caprinos y uno de fauna silvestre”, detalló el funcionario.
Somarriba detalló que los departamentos donde se han registrado los casos positivos son: Río San Juan, Rivas, Carazo, Masaya, Chontales, Boaco, Managua, Granada, Matagalpa, el Caribe Norte y Sur, León, Chinandega, Jinotega, Estelí, Nueva Segovia y Madriz, donde se mantiene la vigilancia epidemiológica en la zona focal y los alrededores.
El funcionario detalló que se han visitado 30,917 fincas, 8,113 casas de habitación y se han inspeccionado 1,89,276 millón de animales
“Hemos curado heridas a 100,785 animales. Se han impartido 763 charlas a 12,879 productores, de los cuales 5,686 son mujeres y 7,193 hombres”, manifestó.
A una persona de Río San Juan le extrajeron al menos 40 gusanos en uno de sus oídos en el Hospital de Juigalpa, Chontales, pero debido a la gravedad del caso fue trasladada al Hospital Lenin Fonseca y le extrajeron 62 gusanos más. “Si no le sacan esos gusanos le hubieran desbaratado el cerebro”, dijo Somarriba.
Plaga se extiende
La revelación de Somarriba apunta a que los casos de gusano barrenador aumentaron rápidamente y se estaría convirtiendo en una plaga sin control. Al principio, las autoridades del IPSA se limitaban a tocar el tema y solo se informaba que hasta el 4 de junio pasado, había 191 casos confirmados en animales y que, para entonces, los técnicos del IPSA habían curado 60 mil animales en 76 mil fincas en los departamentos.
En esa ocasión, Somarriba indicó que se trataba de “casos aislados” que estaban siendo “contenidos”.
El 15 de agosto pasado, Somarriba informó que se habían detectado 1,853 casos confirmados de esta plaga, en nueve departamentos del país. En septiembre se reportaron 2,500 casos, un aumento acelerado de la plaga.
En los países vecinos, la plaga sigue expandiéndose y ya se reportan muertes de humanos a causa del parásito. En Nicaragua se conoce de contagios en humanos, pero han manejado los casos con secretismos.
“Se nos dio un caso, alguien con una heridita en una nalga y se le pegó el gusano. Dos casos en humanos, pero como estamos coordinados con el Ministerio de Salud la atención fue inmediata; porque si vos dejás pasar siete días te desbarata, y después de diez días (las larvas del gusano) caen al suelo y se vuelve a multiplicar”, explicó Somarriba.
¿Qué es el gusano barrenador ?
El gusano barrenador del ganado es una enfermedad causada por la larva de la mosca cochliomyia hominivorax (Coquerel), un parásito de los animales de sangre caliente, incluyendo a los humanos.
Su ciclo de vida es de aproximadamente de 21 días, la hembra se aparea una sola vez en su vida y pone sus huevos en cualquier herida, incluso aquellas tan pequeñas como las que son causadas por garrapatas.
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Las larvas son de color blanco cremoso, al madurar adquieren un tinte rojizo, están en posición vertical y enterradas profundamente en los tejidos, tienen ganchos y espinas, se mueven barrenando hacia el centro de los tejidos y su presencia puede provocar infecciones secundarias por organismos contaminantes.
Una vez desarrollada, la larva sale de la herida y cae al suelo, en donde emerge como joven adulto, el cual vuela en busca de una pareja para la reproducción. Todos los animales de sangre caliente son susceptibles, incluyendo a las aves y los seres humanos.
¿Cuáles son los signos clínicos que pueden manifestar los animales afectados?
Los gusanos barrenadores también pueden ingresar por cualquier orificio incluidos los nasales, boca, ojos, oídos o los genitales de los animales. Las heridas tienen una secreción sanguinolenta y un olor distintivo.
Los animales afectados se separan del grupo, ya que presentan signos de molestia, inapetencia y disminución de la producción de leche. Los animales que no reciben tratamiento, pueden morir en siete a 14 días por toxicidad o infecciones secundarias.