La Casa del barrio capitalino Carlos Marx, donde falleció una familia completa calcinada, se conoce que fue adquirida supuestamente por un empresario nicaragüense llamado Josué Mendoza para edificar un gimnasio.
Mendoza es un corredor de vehículos de carrera y es dueño de la línea de gimnasios Body Factory Gym, del Coliseo Gym y Autos Mendoza, ubicado en Reparto Bolonia, en una propiedad donde también ocurrió un crimen: Casa Italia, donde fueron asesinado sospechosamente el italiano Giacomo Fiorino, de 54 años, y su pareja, Claudia Carrillo, de 45 años, de nacionalidad nicaragüense.
En las fotos que circulan en las redes sociales, se ve que la fachada de la casa fue modificada con gysum y se instalaron cortinas metálicas.
La propiedad donde seis de los miembros de una familia —entre ellos, dos niños— murieron calcinados mientras dormían la mañana del sábado 16 de junio de 2018, estaba a la venta por un costo de 300 mil dólares, sin financiamiento bancario.
El pago del inmueble solo sería en efectivo. Era una herencia en disputa.
Un incendio de terror
La vivienda estaba abandonada, vacía y sucia. Su dueño original era Óscar Manuel Velásquez Pavón, un comerciante de colchones y almohadas nacido en Managua que, cuando falleció, tenía 45 años.
En enero de 2008, la casa era pequeña de lo que es hoy, pero Velásquez Pavón decidió comprar dos terrenos aledaños al que tenía y ahí construyó una casa de tres pisos, donde terminó de criar a los cinco hijos que procreó con Maritza del Socorro López Muñoz, fallecida a los 46 años.
A Velásquez Pavón, el inmueble le servía de vivienda y también de bodega. Almacenaba la mercancía que comercializaba y que pronto lo convirtió en un próspero negociante con varias cuentas bancarias, vehículos, pólizas de seguro y la casa que ahora heredaron los hijos que le sobreviven, pues uno de ellos, Alfredo Manuel, murió en el mismo siniestro.
La dictadura responsabilizó del crimen a los manifestantes que protestaban, mientras que los pobladores del sector, incluidos los sobrevivientes de la familia, quienes después cambiaron la versión, culparon en un primer momento a encapuchados que actuaron con la complicidad de policías del régimen.
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