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La disputa por la casa quemada del barrio Carlos Marx

La vivienda no solo fue el escenario de uno de los crímenes más conocidos de la represalia del régimen en 2018, sino que detrás está también la historia de una familia dividida que enfrentan una disputa por la propiedad.

Uno de los escenarios de la represión que el régimen Ortega Murillo desató contra el pueblo en 2018 fue la casa E-260, en el barrio capitalino Carlos Marx, donde murieron quemados seis miembros de una familia el 16 de junio de ese año, incluidos dos niños.

La casa está ubicada a unos 300 metros de la rotonda La Virgen, sobre la pista que lleva hacia El Mayoreo.

Es una casa grande que ocupa tres terrenos. Tras el incendio que cobró la vida de sus ocupantes, la vivienda está ahora abandonada, vacía, sucia, pero aún muestra la bonanza que tenía su dueño original, Óscar Manuel Velásquez Pavón, un comerciante de colchones y almohadas nacido en Managua que, cuando falleció, tenía 45 años de edad.

Desde inicios de 2022, está a la venta, pero la misma aún no ha sido posible. Dentro del edificio sólo se observan las paredes, unos pilares redondos y algo de basura. Un vecino explica que el fuego no dañó el hierro con que está construida la casa en la parte delantera, porque fue cubierto con ladrillo cuarterón.

No ocurrió lo mismo con la construcción en la parte trasera, que con el tiempo se ha ido deteriorando. Pero, en términos generales, la casa está en muy buen estado, como para que esté en pie varias décadas más.

Así se encuentra la parte interna de la casa del barrio Carlos Marx, incendiada en 2018 por hombre encapuchados. Foto | Nicaragua Investiga.

Diez años antes de la tragedia, en enero de 2008, la casa era mucho más pequeña de lo que es hoy, pero Velásquez Pavón decidió comprar dos terrenos aledaños al que ya tenía y ahí construyó una casa de tres pisos, donde terminó de criar a los cinco hijos que procreó con Maritza del Socorro López Muñoz, fallecida a los 46 años de edad.

A Velásquez Pavón, el inmueble le servía de vivienda y también de bodega, pues ahí almacenaba la mercancía que comercializaba y que pronto lo convirtió en un próspero negociante con varias cuentas bancarias, vehículos, pólizas de seguro y la hermosa casa que ahora heredaron los hijos que le sobreviven, pues uno de ellos, Alfredo Manuel, murió en el mismo siniestro.

Un vídeo, que aún circula en las redes sociales, se ve a Velásquez Pavón un mes antes de su muerte tratando de desaguar la azotea de su casa, inundada por un aguacero que cayó el 15 de mayo de 2018, en un momento en el que estaba en su apogeo la masacre que los Ortega Murillo propiciaron con sus paramilitares pertrechados con armas de guerra para reprimir las protestas cívicas iniciadas en abril de ese año.

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El hombre, quien era miembro de una iglesia evangélica, agradeció a Dios por la lluvia, porque el agua causó que la gente ya no siguiera en las calles, donde los paramilitares hacían estragos. Las palabras que pronunció no denotan que estuviera a favor o en contra de alguno de los dos bandos:

“La bendición de Dios, pues, la lluvia, porque esto por lo menos paralizó que estuviera matándose la gente, por lo menos. Ya Dios sabe lo que hace…, la misericordia de Dios, porque si no, hubiesen sucedido muchas cosas, ya Dios sabe por qué llovió fuertemente, para que la gente se metiera a su lugar”.

Un mes después, en la mañana del 16 de junio de 2018, murió quemado junto a su esposa Maritza del Socorro; su hijo Alfredo Manuel; la esposa de este último, Mercedes de los Ángeles Raudez Álvarez y sus dos nietos, Daryeli Osmary y Matías Elíseo Velásquez Raudez, de 3 años y de 4 meses de edad, respectivamente.

La dictadura responsabilizó del crimen a los manifestantes que protestaban, mientras que los pobladores del sector, incluidos los sobrevivientes de la familia, quienes después cambiaron la versión, culparon en un primer momento a encapuchados que actuaron con la complicidad de policías del régimen.

La familia

El primer fruto de la unión entre Velásquez Pavón y López Muñoz fue una niña, nacida el 26 de febrero de 1989, a la cual pusieron por nombre Jeannette del Socorro. Para ese entonces, la pareja ya vivía en el barrio Carlos Marx, pero todavía no estaban casados y Velásquez Pavón comenzaba como comerciante de colchones y almohadas.

Con el tiempo vinieron más hijos: Óscar Danilo, nacido el 6 de marzo de 1991; Ana Mercedes, el 16 de junio de 1992. El día en que la casa fue quemada con la familia dentro, Ana Mercedes estaba de cumpleaños. En 1996 nació Alfredo Manuel.

La pareja llegó a tener una hija más, Maribel de los Ángeles, nacida en el año 2004. Pero antes de eso, la familia pasó por un momento de crisis, cuando en 1996 Velásquez Pavón tuvo una relación marital con la hermana de su esposa 10 años menor, de nombre Luz Marina López Muñoz, con quien procreó dos hijos.

Para ese momento, Velásquez Pavón todavía no era evangélico, pero luego, en 2001, comenzó a asistir a una iglesia y recompuso su relación con Maritza López Muñoz. Se casaron el primero de diciembre de 2001.

El nacimiento de Maribel de los Ángeles terminó de sellar la unión y ella se convirtió en la niña mimada de su padre, a quien protegió económicamente con un seguro de vida y con una cuenta de ahorro.

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Los otros hijos

El primer hijo entre Velásquez Pavón y Luz Marina es William José, nacido el 6 de junio de 1997. Luego, en 1999, tuvieron a Carolina de los Ángeles.

William José es ciego de nacimiento. Nació con un problema en los ojos y recién nacido le extirparon los globos oculares. Desde que tenía 10 años de edad, aunque nunca ha ido a la escuela, su hermana Carolina le enseñó a escribir y ahora también puede leer a través de una aplicación en su celular. Un lector de mensajes le lee los mensajes.

Sin necesidad de guía, William José se moviliza dentro de su casa o por lugares cercanos a la casa, pero sí necesita ayuda para ir a lugares poco frecuentados. También puede asearse y comer por sí mismo. Solo no puede cocinar, porque es riesgoso para él.

A pesar de que lo veían con regularidad, William José y Carolina de los Ángeles nunca vivieron con su padre y, al contrario de sus otros hermanos, han vivido en condiciones económicas precarias. Su madre, Luz Marina, los crió con esfuerzo, lavando y planchando.

Esa misma necesidad es la que posiblemente condujo a Luz Marina a cometer el error de traficar droga. En el año 2015, fue condenada a tres años de prisión por tráfico interno de droga, pero salió bajo libertad condicional.

Tras morir el papá, y con los antecedentes de la mamá, Carolina de los Ángeles acordó con su madre convertirse en la tutora de su hermano mayor, algo que ya logró judicialmente.

La casa del barrio Carlos Marx está en venta desde marzo de 2022. Foto | Nicaragua Investiga

Las muertes

Era el sábado 16 de junio de 2018, en horas de la madrugada y la familia dormía en el segundo piso. A las 5:30 de la mañana, encapuchados lanzaron bombas Molotov en el primer piso de la casa.

La situación se agravó porque dentro del inmueble había colchones, almohadas y una camioneta que se incendiaron rápidamente.

El fuego y el humo no les permitieron escapar a las víctimas mortales. Jeannette del Socorro, también conocida como Cynthia, su hermana Maribel de los Ángeles y un primo de nombre Francisco Javier Pavón, lograron saltar desde el segundo piso a la calle. Maribel de los Ángeles sufrió quemaduras y trauma psicológico.

Son muy conocidas las imágenes de bomberos y ciudadanos rescatando los cuerpos de los niños Daryeli Osmary y Matías Elíseo, pero no se les pudo salvar de la muerte.

Algunas versiones indican que los paramilitares y turbas de Daniel Ortega y Rosario Murillo quemaron la casa porque sus habitantes no les abrieron la puerta para que ellos ocuparan el tercer piso como torre para disparar a los jóvenes manifestantes.

Los cuerpos de los 6 integrantes de la familia que murieron en el incendio en el barrio Carlos Marx. Foto | Cortesía.

El caso aún no ha sido investigado sin sesgo, pero, seis meses después, el 19 de diciembre de 2018, la Policía al servicio de la dictadura afirmó en un comunicado haber esclarecido ese crimen y lo atribuyó al Movimiento Estudiantil 19 de Abril, que supuestamente hizo una publicación en la que llamaba a “eliminar a sandinistas”.

Según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), el régimen obligó a los familiares sobrevivientes a cambiar la versión que dieron inicialmente. Por ejemplo, Ana Mercedes dijo el día del crimen a la BBC Mundo: “Ellos venían encapuchados, acompañados de policías, nos encerraron y nos quemaron vivos”.

En diciembre de 2019, los tres sobrevivientes dijeron a la página propagandista Juventud Patriótica que quienes quemaron la casa fueron “los tranquistas”.

Por su parte, la Policía dio como responsables del crimen a seis personas; cuatro están prófugos. Solo dos fueron enjuiciados, Karla Vanessa Matus Méndez y Amílcar Antonio Cortez Báez.

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Exclusión

En septiembre de 2018, los cuatro hijos sobrevivientes de Velásquez Pavón y Maritza López Muñoz iniciaron un proceso judicial para recibir la herencia de los bienes de su padre, pero dejaron por fuera a sus dos hermanos, hijos de Luz Marina López Pavón.

Velásquez Pavón también dejó cuentas bancarias, pero lo más valioso es la casa, la cual los herederos ya pusieron en venta.

Al darse cuenta que la casa sería vendida, Carolina de los Ángeles y William José iniciaron un proceso judicial para ser incluidos como herederos y un juez les dio la razón, pero la sentencia no ha sido confirmada porque no saben dónde notificar de la misma a los otros cuatro hermanos, quienes no se presentaron a responder la demanda y ya fueron declarados rebeldes.

Sin embargo, existe una anotación preventiva para que la casa no pueda ser vendida sin que William José y Carolina de los Ángeles reciban su parte.

La venta de la casa

Desde que la casa está en venta, han llegado varios interesados, pero no se ha podido concretar un trato, explican a Nicaragua Investiga vecinos de la casa.

Cuando Velásquez Pavón inició la construcción de la casa, en 2008, sacó un préstamo en un banco, por lo que la vivienda quedó hipotecada. Sin embargo, la hipoteca se terminó de saldar con lo que se cobró de un seguro por daños, tras la quema, y los herederos ya son los dueños absolutos de la casa.

Se conoce que ninguno de los herederos ha querido estar al frente de la venta, por lo que han pactado con terceras personas para que sean ellos quienes realicen la venta. Los herederos ponen un precio y la otra persona da otro para ganarse una comisión. Según comentó un vecino a Nicaragua Investiga, uno de los vendedores actuales es el dueño del auto lote El Cacique, ubicado cerca del mercado El Mayoreo.

La casa ha sido ofrecida en diferentes precios, desde 250,000 dólares hasta 300,000 dólares, pero ninguno de los vendedores ha podido coronar. La casa todavía está en venta.

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