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Alcoholismo: la otra pandemia silenciosa que afecta durante la crisis del COVID-19

Nicaragua ocupa el primer lugar a nivel centroamericano del consumo de bebidas alcohólicas, según el Reporte del Estado del Alcohol de 2018 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Al año, la población nicaragüense mayor de 15 años consume un promedio de 5.2 litros de etanol puro, lo que lo ubica en el ranking 13 de los 19 países latinoamericanos.

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A pesar de que no existen datos actualizados sobre los niveles de ingesta de alcohol durante este año, expertos aseguran que el confinamiento debido a la pandemia del COVID-19 puede aumentar los niveles de consumo.

La psicóloga Maricela Moreno, subdirectora del Voluntariado de Atención Psicológica en Emergencias (VAPEN), asegura que en medio de la ansiedad, estrés e incertidumbre que se vive por la crisis sanitaria, el consumo de alcohol y otras sustancias psicotrópicas puede ser una forma de “evacuar todas esas preocupaciones”.

José Abea Jarquín, del Centro de Tratamiento y Rehabilitación “Como las Águilas”, asegura que este estrés e incertidumbre provocará una nueva oleada de problemas de dependencia al alcohol.

Muchas personas recurren a la bebida para sobrellevar el confinamiento, incluso se ha observado que, aunque ciertos negocios permanecen cerrados, durante la noche es notable la presencia de clientes en los diferentes bares de la capital.

Ya sea desde casa o en las calles, los nicaragüenses podrían recurrir a la ingesta de licor como una vía de escape a la situación.

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La OMS ya había alertado sobre el consumo de alcohol durante la pandemia del coronavirus, no solo por las consecuencias directas que este tiene sobre el sistema inmunológico, sino también por los peligros que representa para la salud mental.

“El consumo de alcohol en medio de una pandemia pone aún más en riesgo la salud de quien lo consume, puesto que si padece de enfermedades crónicas nada más vendrá a perjudicar su estado. Pone en riesgo el ambiente familiar, y limita de alguna manera u otra el rendimiento laboral al concentrar su conducta en el consumo y no en la productividad y goce de la oportunidad laboral presente” destaca Moreno.

El principal problema con la adicción es que tiene un progreso más rápido que otras enfermedades crónicas, y en Nicaragua el alcoholismo representa otra pandemia que ataca socialmente solo que de forma más silenciosa.

Alcoholismo afecta desde edades tempranas en Nicaragua

Abea Jarquín destaca que las primeras ingestas de alcohol suelen presentarse a partir de los 12 años, cuando los menores ingresan a secundaria.

Asegura que es cada vez más común que el inicio del consumo de alcohol se de en edades tempranas ya que es en esta etapa donde ocurre “la iniciación y la experimentación”.

El psicólogo Oscar Pérez, director del Voluntariado de Atención Psicológica en Emergencias (VAPEN), destaca que entre los factores que predisponen el consumo de alcohol y otras sustancias en adolescentes se encuentran la baja autoestima, la falta de apoyo social, conducta antisocial, falta de apoyo familiar y la búsqueda de identidad o pertenencia.

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Pérez señala que la adolescencia es el ciclo vital del forjamiento de la identidad, “lo que nos gusta, quienes somos, nuestro estilo, amistades, identificación con los pares”. Por ello en esta etapa muchos jóvenes, hombres y mujeres, se encuentran más vulnerables a conductas de riesgo como el consumo de alcohol.

En la mayoría de casos inician “solo experimentando” en edades tempranas hasta llegar a desarrollar posteriormente la adicción.

Un problema de origen cultural

La cultura nicaragüense favorece a que la ingesta de licor se observe desde edades tempranas, explica Abea, ya que el país cuenta con un calendario repleto de festividades durante todo el año, las cuales siempre están acompañadas por el alcohol.

Para eliminar esta problemática, asegura que es necesario reorientar las prácticas y ejemplo brindado a las generaciones más jóvenes.

Abea destaca que en los niños no funcionan las palabras de igual forma como lo hacen las acciones, por ello es fundamental que la prevención en la niñez se enfoque en el ejemplo.

Es decir, mostrarles que para las reuniones familiares o cumpleaños no es necesario que haya licor presente, sino que lo fundamental “es hablar, contar anécdotas y reír”.

Estas enseñanzas y cambios culturales resultan necesarios sobre todo ante una situación de emergencia que podría traer cifras alarmantes de dependencia, principalmente en un país donde desde antes se observaba un alto consumo de alcohol y fármacos.

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