La Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) presentó este lunes un análisis de la dinámica en las movilizaciones que han tenido lugar durante los últimos cuatro años en Nicaragua, y la posibilidad de una nueva ola de protestas en 2021.
El estudio de Funides presentado por el sociólogo Sergio Cabrales y el economista Álvaro López-Espinoza sugiere algunos posibles escenarios que enfrentará Nicaragua frente al próximo año electoral, el cual representa grandes incertidumbres para todos los sectores del país.
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Las perspectivas apuntan a que en el contexto anterior a las elecciones no habrá ninguna oleada de protestas, en cambio se presentará un escenario similar al de noviembre de 2019, cuando las movilizaciones se redujeron significativamente ante una alta aversión al riesgo por el despliegue de autoritarios.
Estallido social de 2018
De acuerdo al número de eventos acumulados, en definitiva, 2018 marcó el punto más alto de protestas realizadas durante estos últimos cuatro años en Nicaragua.
La base de datos presentada por Funides acumula una serie de actividades que se registran desde 2016 y que toma en cuenta el Índice de Intensidad de Protesta.
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Este se mide en función de la cantidad de participantes, el alcance de la demanda, la forma de protesta, la cobertura, amenazas, presencia policial, alianzas, la promoción de violencia, uso de fuerza, detención de manifestantes, saldos fatales, y el nivel de respuesta.
Este Índice permite comprender a mayor profundidad la dinámica de las protestas a lo largo de estos años.
La oleada de protestas de 2018, que se presentó entre los meses de abril y septiembre, presentó un total de 2,060 eventos, destacó el sociólogo Sergio Cabrales.
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Los datos reflejan que, durante los meses de abril y mayo, se presentaron un total de 12 protestas diarias. Entre mayo y julio, un promedio de 22 protestas diarias (el punto más alto en los índices). Y posteriormente, entre julio y septiembre, cayó a un promedio de 3 protestas diarias.
Por otro lado, las cifras de presencia policial registradas en 2018 son menores a las de 2019, esto según Cabrales se debe a que en ese año prevalecieron las fuerzas parapoliciales en lugar de agentes oficiales.
De igual forma, las manifestaciones de protestas han venido disminuyendo durante este 2020, tanto por la pandemia del COVID-19 como por el aumento de los métodos represivos.
Transformación en las formas de protestas
El aumento de los mecanismos represivos por parte de las fuerzas policiales ante las manifestaciones ha hecho que se transformen los métodos de protesta de la sociedad civil opositora.
Según el registro de Funides y Sismología Social, en 2016, 2017 y 2019 prevalecieron las marchas y mítines como métodos de protestas. Mientras que, en 2018, la forma de protesta que predominó fue el uso de tranques.
Actualmente, en 2020 las formas de protesta se han transformado y las que predominan son las declaraciones públicas.
Perspectivas 2021 ¿nueva oleada de protestas?
En el contexto inmediato a las elecciones, si existen mínimas condiciones de apertura para la movilización, la sociedad civil percibirá una mayor seguridad y podrían presentarse algunos eventos antes y durante las elecciones, aunque no se tratará de una oleada de protestas.
Muchas de estas demandas incluso irán más allá de solo la política, pues abordarán temas ambientales, tributarios, laborales, entre otros.
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Pero sí en cambio prevalece el cierre de los espacios para la movilización, podría no presentarse ningún tipo de levantamiento, aumentaría la presión internacional y se debilitaría la imagen del gobierno.
El país se encontraría en un escenario similar al de noviembre de 2016. Esto además solo significaría la prolongación de las actuales crisis.
Nicaragua en 2022: contexto post-electoral
Durante los primeros seis meses de 2022, tras la celebración de las elecciones, si triunfa la oposición en Nicaragua, es probable el retorno de las protestas y, además, se presentará otro nuevo escenario, una nueva oposición: la oposición sandinista.
Funides advierte que en este contexto es posible que se presente nuevamente un escalamiento “desde abajo”, y las protestas sociales posiblemente aumentarían en comparación a enero 2016 – marzo 2018.
“Hay una oposición sandinista que verá aquí una oportunidad para movilizarse y movilizar” señala el estudio.
Pero si, al contrario, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ganara nuevamente la presidencia a través de elecciones competitivas, esto traería nuevas protestas con demandas sociales y económicas, pero posiblemente habría una mayor capacidad para el partido de gobernar, en el cual las demandas no serían reprimidas, sino que serían realmente atendidas.
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“El régimen saldría fortalecido” indica el estudio y aunque habría mayor apertura para las demandas sociales, continuaría la poca tolerancia a protestas relacionadas con políticas opositoras.
En el último escenario post-electoral, si el FSLN ganara las elecciones de forma no competitiva, esto marcaría el epicentro de una nueva oleada de protestas similares a las presentadas entre mayo y julio de 2018, y escalaría rápidamente el conflicto interno del país.
Las perspectivas de Funides confirman que, si en este próximo 2021 no se prestan las condiciones para llevar a cabo unas elecciones competitivas, la crisis nicaragüense podría agudizarse y esto marcaría un nuevo estallido social.
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