El periodista Joshua Partlow vivió 15 horas bajo el ataque de paramilitares, mientras cubría cómo un grupo de jóvenes universitarios atrincherados en la Universidad Autónoma de Nicaragua eran replegados a fuerza de armas de guerra.
Partlow había llegado horas antes a documentar sobre la única universidad que seguía tomada por estudiantes que reclamaban la renuncia de Ortega. Quedó repentinamente atrapado entre las balas, pues justo ese día Ortega había ordenado desalojar el lugar.
Paramilitares con armamento de grueso calibre acorralaron a los estudiantes, que pronto se vieron obligados a abandonar el recinto y huir por sus vidas hacia una iglesia cercana donde creyeron estarían seguros. No fue así.
Los paramilitares cercaron la iglesia e iniciaron a disparar una ráfaga tras otra. El objetivo parecía ser; el exterminio.
Partlow logró salir, luego que la iglesia católica lograra un acuerdo con el gobierno, mucho antes que pararan los ataques paramilitares contra los jóvenes, pero ya había pasado muchas horas de tensión y horror.
En una amplia crónica escrita para el medio para el cual labora, The Washington Post, relata lo que presenció.
«El primer estudiante que conocí fuera de la Iglesia de la Divina Misericordia tenía un agujero de bala en la espalda baja. «Es feo allí», dijo», escribe el periodista en su crónica.
«Las milicias progubernamentales se dispusieron a aplastar la rebelión estudiantil en la UNAN, uno de los últimos bastiones de la resistencia abierta en la capital. Durante un asedio de 15 horas, unos 200 estudiantes universitarios y otros fueron inmovilizados por disparos dentro de este pequeño complejo de la iglesia católica. Dos estudiantes murieron y al menos 10 resultaron heridos», relató.
El periodista explica que desde el medio día y hasta muy avanzada la noche los paramilitares dispararon sin miramientos contra estudiantes, periodistas, médicos y cuanta persona se refugió en la iglesia.
Impiden ayuda médica
El periodista relata que una estudiante de medicina fue herida en su pierna, y mientras se retorcía del dolor era imposible auxiliarla para los médicos presentes, porque no había medicamentos ni condiciones para atender una herida de ese nivel de gravedad y los paramilitares impedían el acceso de ambulancias.
«La estudiante de medicina, que pidió no ser identificada, pasó horas en el piso con su pierna ensangrentada en una tablilla hecha de palitos y cartón», contó el periodista.
El periodista segura que estaba asombrado. Escuchaba los gritos de los heridos, y miraba el miedo de todos los presentes que empezaron a orar ante el cercamiento de los paramilitares.
-«Creemos en usted, Señor, aquellos de nosotros que no tenemos fuerzas contra este gran ejército», asegura el periodista que decían los atacados en sus plegarias.
Para ese momento Partlow ya había recibido el visto bueno de los paramilitares para salir. La iglesia católica logró gestionar su protección.
Al día siguiente, logró conocer que los estudiantes finalmente también pudieron ser parte del acuerdo entre la iglesia y el gobierno, pero el saldo fue mortal. Dos jóvenes no lograron regresar, murieron entre las mortales balas de las milicias sandinistas.
You must be logged in to post a comment Login