En el viejo aparato de radio de Adriana Tinoco ya no se sintoniza más desde hace años la Radio Bosawás. Ni ella ni sus vecinos conocen las razones por las cuales la emisora suspendió sus operaciones.
Por situaciones como ésta, las comunidades extrañan los espacios informativos que han sido clausurados. Muchos han debido regresar a los tiempos en que la información llegaba de boca en boca: “escuché en el bus” o “un amigo me contó”, se escucha ahora por doquier.
Mientras prepara su almuerzo, con los pocos insumos que le quedan para sobrevivir el resto del mes, la anciana escucha noticias al mediodía como de costumbre, pero de un tiempo acá, solo hay una frecuencia que su destartalado equipo de sonido capta: la oficialista Radio Ya. Explica Tinoco que pocas veces esta emisora informa sobre lo que ocurre en Nicaragua.
“Hace tiempo estuvimos oyendo esa radio y se perdió (Radio Bosawás). Ahora la única emisora que se escucha es la Radio Ya (…) pero no dan noticias, solo música. Me gustaría que la Bosawás regrese al aire otra vez para que den noticias, todo lo que acontece, lo político y no político”, dice Tinoco, que habita en el municipio El Cuá, ubicado a unos 73 kilómetros al noreste del municipio de Jinotega y a unos 210 kilómetros de Managua, la capital de Nicaragua.
La localidad está compuesta por unas 60.000 personas que, según Tinoco, en su gran parte preferían informarse con Radio Bosawás, porque la consideraban “la voz del pueblo”.
Perdimos libertad
Con el apagón informativo que genera el cierre de medios de comunicación, la obstaculización de su trabajo, cambio de formatos y falta de contenido informativo, se limitó el derecho de las poblaciones a recibir información sobre lo que ocurre en sus comunidades y departamentos.
José Benito Manzanares, de la comunidad Los Manzanares en León, ubicado a unos 97 kilómetros al oeste de la capital nicaragüense, está por cumplir 85 años y señala que lo importante que se escucha en la radio son las noticias y él oye Radio Corporación y la (Radio) Darío, que son las emisoras que conoce y se escuchan más.
Con el cierre de radio -afirma- han perdido “la libertad”.
“No se puede decir nada porque perjudica al Estado. Empiezan a decir que son personas en contra del Estado. Uno siempre por no querer sufrir mejor se aparta, pero nada hacemos con eso”, expresa Manzanares.
Cambio en la rutina
Así como Tinoco, Manzanares ha cambiado su rutina. Comenta que antes podía escuchar noticias a las 6 de la mañana, a las 12 del mediodía, a las 6 de la tarde y a las 8 de la noche.
“Ahora no dan permiso”, dice entre risas. “A veces escuchan radio en la casa. Pero ya ni dan ganas de escuchar. Hay temor de escuchar radios. No se puede decir nada porque es ponerse uno en contra de las cosas y a uno le cuesta tener defensa, porque uno tiene ese alcance”, indica Manzanares.
Recuerda que les hacían llamados a la población para que estudiara. “Llamaban la atención a no quedar sin estudios. Que era importante para defensa, para mejorar su familia y muchas cosas. El estudiante es enemigo del gobierno”.
Al preguntarle sobre qué tan informado está de lo que ocurre en su comunidad dice con cierta nostalgia: “Ahora no sé nada (…) Solamente encontrándose o alguno se oye una noticia y te platica de que pasa esto y lo otro. Las redes sociales son bonitas, yo no tengo Facebook, pero hay otra persona que lo hace (entrar a la red social) y comunica”.
“Es bien triste la vida ahorita. Porque si usted da a conocer que está en contra y busca el bien para los demás, para el pueblo, ya está en la mira de las armas y eso es duro. Aquí se está viendo a cada momento los grandes insultos a la población. Eso es triste. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie. Por placer lo hacen ya”, agrega.
Además de las noticias, los pobladores extrañan los espacios para hacer denuncias. “Ahora no se puede porque más lueguito me tienen prendida la casa o hasta ahí llegué. Es duro eso, triste”, afirma Manzanares.
¿Qué opina la prensa oficialista?
Mientras ciudadanos y periodistas independientes se quejan de que el país está en uno de sus peores tiempos para informarse y para ejercer la profesión, otros se alinean con el discurso oficial señalando que el gobierno que lidera Ortega respeta la libertad de prensa.
“Depende del cristal con que se vea, pero existe un deterioro de lo que debe ser el aporte por parte de un sector de los medios de comunicación a la construcción de la paz sostenible en el país, con medios polarizados, inclinados a un sector político», dijo años atrás en entrevista a la VOA el periodista Adolfo Pastrán, empleado del estatal Canal 6 Nicaragua.
Tirsa Sáenz, de Radio La Primerísima, un medio afín al gobierno, afirmó que en Nicaragua “todo mundo dice lo que quiere” (…) Radio, prensa escrita, redes sociales y periodistas con sus sitios dicen lo que quieren y a veces noticias falsas, especulación y mucha irresponsabilidad. Decís lo que te da la gana”, dijo Sáez a la VOA.
De las noticias al reggaetón
Comunicadores de León han indicado que las radios han optado por cambiar formatos. Muchas han pasado a ser radios religiosas, sobre todo evangélicas. Algunos hasta bromean por la avalancha de mensajes religiosos: “Si escuchas radio en León por una hora te volvés evangélico”, explican algunos consultados, indicando que se han reducido los espacios de noticias en las emisoras que siguen al aire.
Sumado a estos cambios -explican- está el fenómeno del reggaetón que ha invadido emisoras a diferentes horas del día.
“Antes escuchábamos música que no son como las de ahora como esas reggaetoneras que ponete para allá, que ponete para acá. Antes las músicas que se escuchaban era música”, recuerda Hazel Granera, de 40 años y residente de la comunidad Monte Redondo, de León.
La radio ha estado en la vida de Granera desde niña. “Desde que era chavalita. Cuando estábamos chavalas la mamita decía pongan la Radio Darío. Ahora es con control, pero antes era con botoncito que buscabas la emisora. Los programas que escuchamos más son ese de Lencho Catarrán -uno de los programas radiales más conocidos del país-. Hace 25 años no teníamos luz lo que teníamos eran grabadoras con baterías, con tacos”, recuerda.
¿Otro cambio notable? “En las radios daban las noticias. Ahora las dan en la mañana. Antes daban las noticias oscurito. Me hace falta escuchar noticias en la madrugada porque desde las tres de la mañana estaba despierta porque palmeo tortilla. Hay radio que pasan todas las noches con músicas, pero no música que yo quiera oír”, lamenta.
Granera afirma que aún hay gente que llama a Radio Darío y los domingos escucha el Reventón Gurupero en La Cariñosa. “Radio casi no escucho ahora. El chavalo tiene CD y memoria en el equipo o conecta el teléfono en el equipo. Yo uso el teléfono para hacer llamaditas o algo así. Del WhatsApp yo escucho que mandan noticias a Acción 10 que es lo que veo en la televisión”, indica.
Sobre lo que escuchan sus vecinos dice que en su mayoría es música evangélica, pero no sabe si es una emisora o algún CD o memoria.
“Yo soy católica pero si yo me levanto a las tres de la mañana ni Daniel Ortega, ni Rosario Murillo, ni el presidente que esté nos van a dar de comer. Si no trabajás no comes. Si hay una radio que lucha, pues ahí que esté. Incendiaron la Radio Darío en la noche creo y nos dimos cuenta al siguiente día como a las tres de la tarde. La gente tenía miedo. Decían ‘no salgan que miren que quemaron la Darío y andan quemando colegios. Gracias a Dios nada nos pasó aquí”, agrega Granera.
Radios comunitarias y el estigma de promover los derechos humanos
Carlos Duarte Sequeira, representante de la Asociación Mundial de Radios comunitarias capítulo Nicaragua, valora como “grave” la problemática que enfrentan estos medios pequeños o locales, sobre todo por la sostenibilidad de éstos.
“Los medios comunitarios cargan con el estigma de trabajar con temas de derechos humanos y este tipo de agendas significan recelos con grupos de poder que no quieren espacios para la denuncia”, enfatiza Duarte.
Por esta razón señala que se ha visto afectada la calidad informativa en los medios comunitarios y su sentido de “proximidad”, ya que requieren buscar la sostenibilidad, ante la falta de recursos.
“Los medios que aún quedan en pie han tenido una disminución de capacidades para crear contenido y una disminución de capacidad de respuestas para resolver problemas técnicos. Quien pierde es la comunidad, que necesita de una voz que pueda informar con sentido de proximidad y además proporcionarle los contenidos que la gente espera escuchar”, indica Duarte.
Información un arma de defensa
En el caso de las radios comunitarias, la periodista Wendy Quintero expresa que “éstas radios tienen un sentido más de educar y un sentido de estar a la par de la población, de desarrollar, de aportar, no solamente ser transmisora, o emisora, sino también tener toda esta parte de construir y hacer que las mismas comunidades puedan integrarse dentro de la visión o cosmovisión de la radio comunitaria como tal”.
También explica que para muchos sectores, estas han significado un problema porque por ese medio la población de las comunidades se enteran e informan sobre proyectos que se planean, y conocen los impactos que estos tendrían para toda la comunidad, por lo que muchas veces, la misma población no permite la realización de dichos proyectos y el impacto del cierre de muchas de estas radios, es la falta de información para estas comunidades que las utilizaban como arma de defensa.
Apagón informativo: las armas de Ortega contra la libertad de expresión
“Les explican a las comunidades cual es el problema y el alcance que tienen desde el medio ambiente, por ejemplo, entonces las comunidades oyen y aprenden y dicen no, entonces digamos que las radios comunitarias han estado acompañando en estos grandes temas desde antes del 2018 y obviamente eran como la piedrita en el zapato de muchos sectores, en cuanto a denuncias y en cuanto a darle una voz a la gente”, dice Quintero.
Por su parte Aníbal Toruño, director y propietario de Radio Darío, en León, comenta que esta radio con sus noticieros y segmentos informativos “se volvía un control de calidad de los servicios que estaban prestando, de los problemas que tenía la población, y veían en Radio Darío básicamente un medio por el cual podían tener voz, en un ambiente tan difícil en el que los barrios, comunidades, urbanas y rurales, tienen muy poco acceso a los medios de comunicación”.
Una comunidad desinformada es una comunidad desorientada
Adriana Tinoco dejó de escuchar la Bosawás porque el gobierno de Ortega repentinamente emitió una resolución municipal en diciembre de 2017, a tan solo unas semanas de que la alcaldía fuera asumida por nuevas autoridades opositoras al oficialismo, de las pocas que hay en el país.
Francisco Javier Tercero, un líder comunitario de El Cuá, donde fue cerrada la emisora Bosawás, trabaja como concejal opositor en la región y describe el cierre de la radio “como un apagón informativo”, pues los pobladores no pueden plantear sus demandas ante las autoridades correspondientes.
Desde un anuncio como la muerte de una persona, hasta las convocatorias para cabildos -asambleas- realizadas por la alcaldía opositora de la zona, se tienen que anunciar “de boca en boca”, ya que no hay una forma masiva de emitir un mensaje.
“El cierre de la radio fue un golpe grande. Ha sido una debilidad en cuanto a la información. Una comunidad que no está informada pues, prácticamente está desorientada. No sabe lo que está pasando en el municipio”, señala Tercero.
Reforma electoral otorga poder a la policía para controlar manifestaciones
El argumento del gobierno central para cerrar la emisora fue que la Alcaldía de El Cúa, supuestamente cometió infracciones muy graves como no reportar el cambio de los equipos de transmisión para operar y prestar el servicio de radiodifusión sonora en FM, algo que es rechazado por las autoridades locales.
“¿Por qué si tenía tiempo operando así, hasta que nosotros asumimos se llevaron todo el equipamiento completo de la radio? El transmisor, los parlantes, micrófonos, la consola y el resto de cosas las quitaron. Solo dejaron una antena sin funcionar”, cuestiona la vicealcaldesa de El Cuá, Oneyda Rodríguez.
La funcionaria considera que el cierre fue una estrategia política para no poder informar a la comunidad porque hay condiciones precarias en esa región y denuncian que, por ejemplo, las autoridades centrales redujeron drásticamente las partidas presupuestarias para realizar obras de progreso en la zona.
“El alcalde anterior afín al gobierno, tenía un presupuesto de más 100 millones de córdobas anuales, el de nosotros es de apenas 25 millones de córdobas. Con cosas así, uno se desespera, se aflige con esto”, asegura la funcionaria municipal.
Por su parte, el alcalde opositor Isidro Irías Herrera, considera que “lo que ellos (el gobierno) quieren, es desbaratarnos a nosotros por completo para que no podamos hacer nada por nuestro municipio, para que en las campañas electorales digan: “ve estos no sirvieron, nosotros vamos a hacer las cosas bien”.
Ni alquiler de tiempo al aire
Según la vicealcaldesa de El Cuá, la problemática en la zona es tan grave que ni siquiera se les permite rentar un espacio en una radio, porque la única que hay es de un empresario afín al gobierno.
“Por ejemplo ahorita para cedular a las personas tiene que andar preguntando cómo es. De boca en boca. Solo hay una radio partidaria que está siendo dirigida por una concejal sandinista y no dicen todo lo que necesitamos”, señala la vicealcaldesa de El Cuá.
Medios comunitarios fuertemente golpeados
Según el experto de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, Guillermo Medrano, el cierre de los medios comunitarios como Radio Bosawás, por ejemplo, deja pérdidas graves para las localidades. “Los medios locales o comunitarios son los medios más próximos a las audiencias, a los ciudadanos, porque ahí sale el día a día de lo que pasa en el municipio”.
“Ahí salen los anuncios parroquiales de la comunidad, notas de duelo, etcétera. Entonces ese contacto comunitario se pierde porque las radios de cobertura nacional, tienen otro enfoque, un enfoque más nacional”, añade.
Medrano valora que estos medios son de suma importancia no solo porque “hablan de sus problemas”, sino incluso ahí mismo dan soluciones: “Los medios nacionales tienen una dimensión diferente, que no aborda la problemática de los municipios”, concluye.
[Este es el segundo de tres reportajes realizados a partir de un trabajo conjunto en el que intervinieron periodistas de la Voz de América y del diario La Prensa de Nicaragua. Lee la tercera entrega al final de este artículo.]
You must be logged in to post a comment Login