Faltan pocos meses para que se celebren las fiestas navideñas, una época en la cual se acostumbra brindar regalos a los menores. Desde semanas antes, las tiendas se llenan con gran variedad de artículos de juguetes y descuentos; sin embargo, muchos de estos suelen estar divididos en secciones específicas para niños y niñas, por lo que algunos cuestionan si los juguetes pueden fomentar estereotipos de género.
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Expertos destacan que «el juego es la primera y la principal actividad por la que nos comunicamos con los demás, ideal para comenzar a relacionarse con otras personas y establecer los primeros vínculos emocionales; y el juguete es, por tanto, uno de los primeros modos de relación del ser humano con los objetos».
La psicóloga Grethel Reyes, comparte que los juguetes «son un elemento de diversión, pero que además generan conexión con las personas y lugares, identidad, desarrollo de habilidades cognitivas, y enseñan al niño la relación de causa y efecto, importante para que él (o ella) conozca cómo funciona su entorno».
Juego e identidad
Cocinitas, carros, casas, armas falsas, una gran variedad de juguetes imitan objetos que son utilizados por los adultos, por lo que el juego se convierte en una actividad simbólica en que los niños y las niñas reproducen acciones cotidianas que ejecutan sus padres.
La socióloga María Teresa Blandón, explica que la selección de juguetes «forma parte de una dinámica de socialización, y en esa dinámica un tema crucial es la educación, para construir determinadas percepciones sobre nuestros cuerpos, sobre nuestro hacer, sobre nuestros deseos en la vida, también modelan esta idea de lo que es propio para un tipo de personas y para otra».
«No solo son los juguetes, estos son parte de toda esta socialización de género, entonces lo que hacen es afirmar unos prejuicios que les dicen a los niños y las niñas quienes son, cuales son las cosas que pueden hacer, cuales deberían ser sus comportamientos, y además los dicen por separado, porque es por exclusión, lo que pueden hacer las niñas no pueden hacer los niños y viceversa» agrega.
Reyes coincide en que «no es el juguete por sí solo, sino el enfoque que el adulto le da a su uso, porque con los juguetes los niños aprenden habilidades e identifican cómo funciona el mundo, es su propio simulacro de cómo perciben el mundo. Si a las niñas solo se les permite jugar con cocinitas y muñecas, entonces visualizan un mundo reducido a eso, y eso va creando su identidad y auto concepto de “soy niña y puedo cocinar y cuidar bebés”».
Una sociedad dividida
Blandón destaca que ahora incluso se actúa «hasta por inercia, que se le regala una muñeca o un peluche a una niña, y una pistola o una pista de carro a un niño, porque así es como nos han enseñado que tiene que estar dividida la sociedad por género y eso empieza a enseñarse desde la propia niñez».
«Los juguetes lo que hacen es reproducir esa división artificial que se establece entre lo masculino y lo femenino, en la familia se ve por ejemplo que la mama es la que cocina o lava los platos y que no lo hace el papa, ahí ya tenes un ejemplo cotidiano que las niñas y los niños ven, entonces van aprendiendo que a la mujer es a la que le corresponde cocina, limpiar, etc., y que al hombre le corresponderán otras cosas» señala la socióloga.
«El problema no son los juguetes en sí mismos, es que ellos ya juegan un papel, esa distinción de juguetes juegan una función de reforzamiento de esos roles de esos papeles asignados y crea esta imagen artificial de que los hombres y las mujeres somos muy diferentes».
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Asimismo, destaca como «a las feministas los conservadores nos acusan de inventarles la ideología de género, y les decimos no, la ideología de género la han inventado en realidad quienes adoctrinan a la niñez desde muy temprano para asumir esos papeles».
¿Cuál es la elección adecuada?
Expertos recomiendan que los juguetes no sean utilizados para reproducir estereotipos sexistas; «no hay juguetes de niños o de niñas, no hay colores de niños o de niñas» y señalan que «elegir juguetes que reúnan a niñas y niños
cooperando y compartiendo espacios, tanto públicos como domésticos, les enseñará a construir un mundo más libre e igualitario».
La psicóloga Reyes comparte que «de inicio es importante evitar juegos que generen dinámicas de violencia, pero aparte de eso los juguetes son adecuados según los intereses de cada niño o niña, no debemos limitar por el color o por el hecho de que si sos niña te dejo elegir “entre los juguetes de niña”, hay que permitirles explorar e incluso preguntarles “¿Anita te gustaría que te compre el muñeco de spider man?” y como padres involucrarse en el juego, que vean mediante el ejemplo que papá y mamá utilizan los juguetes con libertad y ambos lo encuentran divertidos sin diferencias de género».
«En este punto es importante el ejemplo en las acciones de la vida cotidiana y el referente que los papás y las mamás brindan desde sus actividades diarias, que vean que ambos cocinan, ambos ven deportes, ambos usan ropa rosada» sostiene la especialista.
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«Lo que habría que cambiar es esa forma de funcionar en la familia, en la escuela, en todos lados, en donde hombres y mujeres vamos a hacer de todo, vamos a realmente colaborar para el bienestar colectivo; si cambiamos eso también va a cambiar el sentido de los juguetes, también va a ser posible que le regalemos una pista de carros a la niña y le regalemos al niño una casita de muñecas sin tener miedo de que lo vamos a hacer gay porque le estamos regalando eso» añade por su parte Blandón.
De igual forma, agrega que en esta dinámica es importante el respeto a los deseos de los menores, «los gustos también se van modelando, se van influenciando, si al papa le gusta el béisbol entonces le regala un bate, pero a lo mejor al niño le gusta la música y lo que quiere es que le regalen un organillo; los adultos les trasladamos nuestros propios gustos y disgustos a las criaturas, no hay un ejercicio de reconocer que los gustos de los niños y las niñas son gustos diversos que no tendríamos que clasificarlos ni en masculino ni en femenino, ni mucho menos tendríamos que asociarlo con la orientación sexual».
«Hay mucha gente que cree que el niño se hace gay porque la mama le regala muchas “cosas de niñas”, eso es un prejuicio, el tema de los gustos es una cosa que se va modelando desde la infancia; desde la infancia vamos viendo que los niños y las niñas tienen gustos distintos, a veces coincidentes a veces no, porque todos los seres humanos somos singulares» finaliza.
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