Los cayos miskitos son lugares paradisíacos que se ubican a 45 millas náuticas de Bilwi en Puerto Cabezas y en donde habitan alrededor de cinco mil personas que sobreviven principalmente de las labores de pesca.
Fue declarada área protegida a través del Decreto 42-91 publicado en La Gaceta el 4 de noviembre de 1991 y una de las características naturales más importantes de esta reserva, es la gran cantidad de lagunas costeras que permite a sus pobladores realizar diferentes actividades para llevar el sustento diario a sus casas.
Hace casi un año que la fuerza de la naturaleza se impuso en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte. El 17 de noviembre, apenas dos semanas después del impacto de Eta, el huracán Iota de categoría 5 tocó tierra sobre el noreste de Nicaragua con vientos de 260 km/h, alcanzando una intensidad suficiente para calificarse como el huracán más fuerte del Atlántico en 2020.
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Los efectos de estos huracanes son palpables aún en la economía local. Así lo describe Eddy Nigh, un pescador, que lamenta la baja producción de langosta en esta temporada
“Nosotros hicimos una inversión grande sin pensar que la producción no iba a estar buena, los dos huracanes destruyeron los arrecifes y bancos de pesca, todavía es un caos en estos momentos en los cayos miskitos”, asegura.
Fuente de ingreso y trabajo afectado
La economía en Bilwi, se dinamiza significativamente en la temporada de la langosta y la reducción de este producto es evidente. Antes, los pescadores sacaban en un día hasta 100 libras de langosta y en la actualidad, solo consiguen dos o tres colas en todo el día, porque la producción de este recurso marino se fue a pique.
Jorge Wesbter, Presidente territorial de este sector realizó un recorrido para valorar los problemas que enfrentan los pescadores. “Esto se ve mal porque no hay productos. Además, el precio que les pagan es muy barato, estamos en una situación crítica, los huracanes fueron catastróficos para nosotros y en esta situación necesitamos más el apoyo de las empresas para salir adelante”, expuso Webster.
Son seis cayos dónde habitan los pescadores: Wiplin, Maras, Witis, Daimans, Sutkra y Cayos Miskitos. Aquí se encuentra todo tipo de recursos marinos, pero se trabaja de acuerdo a la temporada de cada producto.
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En este lugar se construyen casas sobre el agua para poder trabajar durante varios meses. Entre el oleaje del mar se ve a hombres y mujeres, haciendo un esfuerzo extrahumano para alcanzar sus propias metas de producción y garantizar el sustento a su familia.
Sin embargo, muchos han desistido y desmontado sus viviendas, porque la prueba que les puso Eta e Iota fue demasiado difícil.
A lo lejos, en el horizonte, el sol se oculta y sus anaranjados rayos caen sobre los postes que en algún momento fueron la base de alguna casita marina. Las lanchas regresan a puerto y de ellas bajan los trabajadores desilusionados, listos para descansar y zarpar al otro día. Esperan que la próxima temporada sea mejor.
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