Durante el punto más álgido de las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega y a medida que la represión se recrudecía en la ciudad de Masaya, ubicada a unos 26 kilómetros de la capital nicaragüense, el sacerdote Edwin Román era objeto de espionaje e incluso de un plan para empañar su imagen, según relató el clero a NICARAGUA INVESTIGA.
Román manifestó que un alto funcionario de la tenebrosa celda conocida como El Chipote lo visitó para supuestamente “confesarse”, sin embargo, rápidamente se enteró que el verdadero objetivo era otro.
Según su relato el funcionario se presentó en las afueras de la iglesia San Miguel Arcangel, en Masaya a eso de las seis de la mañana y le pidió un minuto para conversar con él.
“Yo estaba en el portón conversando en la calle con dos personas humildes que venden frutas, eran como las seis de la mañana y aquí en la casa cural, estaban dormidos mas de seis muchachos y muchachas que atendían a los heridos , en eso va pasando lentamente un carro gris con placas de León y entonces me llama la atención que la persona baja el vidrio y me dice muy amablemente:
- Padre me podría confesar
- Sí claro, le digo.
“Entonces escuché su supuesta confesión que realmente no era eso. Imagínate que me dice que qué opinaba si él transportaba armas y bombas de Monimbó para Managua para la universidad. El Espíritu Santo sé que me iluminó y yo capté que no era un penitente”, prosiguió Román.
“Y yo le digo: ´Mire haga lo que su conciencia le diga y cuando cerré la puerta del carro veo que esta una bandera roja y negra. Entonces le tomé fotos y da la casualidad que en esos días tengo que a El Chipote a preguntar por unos jóvenes detenidos y la sorpresa se da que lo veo en el lugar sentado”, rememoró el sacerdote.
El padre Román cuenta que el funcionario se encontraba en las celdas de El Chipote y se sonrió cuando lo vio, por lo que él lo increpó: “Allá te espero nuevamente para que te confieses”.
Desde que estallaron las protestas contra Ortega, las ciudades como Masaya y Carazo fueron brutalmente atacadas por paramilitares y fuerzas leales al ejecutivo.
En el caso de Masaya los ataques y campañas de desprestigio se arreciaron contra el sacerdote Edwin por acoger a los manifestantes que eran detenidos por ejercer le derecho constitucional a la protesta.
“Si pudiera retroceder el tiempo y me preguntan si volvería a apoyar a los jóvenes la respuesta es que sí”, finaliza Román.
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