En el contexto de la conmemoración del quinto aniversario de la rebelión de abril del 2018, el dictador Daniel Ortega atacó una vez más a la Iglesia católica. En esta ocasión dijo que es un sacrilegio que los sacerdotes carguen la cruz de Cristo.
«Son obispos del demonio, de Satanás, que no pueden andar con esa cruz en el pecho, enlodan esa cruz, profanan el santísimo con sus manos manchadas de sangre y eso no tiene que ver con el cristianismo ni con cristo, ni con el catolicismo», afirmó Ortega.
En medio de sus virulentos ataques, «instó» a los obispos y al Vaticano a que “recapaciten”.
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«En este quinto aniversario que hemos recuperado la paz, hoy Día de la Paz (…) quienes se burlan son los que tienen odio y no son amantes de la paz”, dijo, y agregó que «a final de cuentas digo yo, pobres diablos (a los sacerdotes y obispos). Qué Dios los perdone a como yo los perdono también. Yo no guardo odio para ellos, nunca he guardado odio».
Vale recordar que el régimen sandinista ha sido criticado fuertemente por el papa Francisco, quien denunció en su mensaje de Pascua que en Nicaragua se impide profesar la fe cristiana. Antes había cuestionado las acciones de la dictadura contra el pueblo nicaragüense y tildó a Ortega de “desequilibrado”.
“El Vaticano que ha crecido y se ha forjado en la tierra de Calígula y de Nerón. Ahí se ha forjado. Se han convertido en un Estado intervencionista más al servicio de los imperialistas de la tierra”, dijo Ortega.
La Iglesia católica jugó un rol importante en el año 2018, pues fue una institución que denunció las violaciones a los derechos humanos y clamó para que cesara la violencia contra las personas que protestaban exigiendo la renuncia de Ortega y su esposa Rosario Murillo.
El dictador acusó a la Iglesia de convertirse “en cuarteles de donde salían los grupos armados a atacar a la población y todos los días a las unidades de policía y la policía con la orden de no responder».
Pese a sus palabras, las cifras reflejan otra realidad. Fueron 355 personas asesinadas durante las manifestaciones, la inmensa mayoría opositores.
El régimen además emprendió una persecución contra la Iglesia católica, pues ha expulsado a religiosos y monjas del país, encarceló y desterró a sacerdotes y mantiene preso a monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, quien cumple una condena de 26 años en la cárcel La Modelo.
La dictadura incluso prohibió la realización de actividades religiosas en Semana Santa.
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