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Monimbó, el barrio que nunca se rindió a Ortega

Aquí se levantó el primer tranque de Nicaragua. En todo Masaya se sienten orgullosos de ser la chispa que levantó a todo un país.

19 de abril de 2018. El día amaneció soleado. Todo transcurría con normalidad, los golpes del martillo no cesaban en los talleres de zapatería, mientras la madera era cortada para alguna artesanía, el tráfico igual que todos los días estaba pesado, las fritangas apenas comenzaban a cocinarse en el barrio indígena de Monimbó. Nadie sospechaba que una olla de presión estaba a punto de estallar.

Para ese día, la Asociación de Jubilados de Masaya había convocado a una marcha que saldría del Parque Central con rumbo a la delegación departamental del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, Inss, pero el orteguismo se lo había tomado con apoyo de la  alcaldía sandinista. Acuerparon la toma  antimotines, mientras los carretones de recolectar basura, fueron puestos en las principales intersecciones para impedir cualquier marcha.

Pero los autoconvocados se reunieron dentro de la Basílica Menor de la Asunción, ubicada en el perímetro de ese mismo parque.  Ahí fue el primer encontronazo con los sandinistas, turbas y funcionarios de la Alcaldía de Masaya, comandado por el fallecido alcalde orteguista Orlando Noguera. Los agresores intentaron sacar a la gente del templo, pero no pudieron.

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“Entonces ideamos salir por parte y reunirnos por en la calle que va al mercado de Artesanías, y así logramos salir por las principales calles de Masaya, ya no fuimos al Inss, porque llegaron más antimotines y cerraron la salida a la ciudad, pero logramos marchar por la ciudad, a pesar del acoso”, recuerda un opositor que solo pide ser identificado como “Juan”.

La primera provocación contra Monimbó

Al concluir la marcha, alrededor de las 11:00 de la mañana, cerca del Parque Central, cuando todos se marchaban a sus casas, las turbas orteguistas comenzaron a agredir con piedras y morteros a los jubilados y demás marchantes.

Los agredidos no tuvieron otra opción que refugiarse en Monimbó, entonces algunos habitantes de este barrio, salieron en defensa de los manifestantes y comenzó el enfrentamiento.

Al mediodía, “el gigante despertó”. Los antimotines y turbas fueron replegados a punta de pedradas hasta La Placita. En Monimbó, se levantó el primer tranque de Nicaragua, que fue conocido como la barricada del Cailagua, en la esquina del famoso “comandito”.

“Mientras algunos reconocidos sandinistas de Masaya repartían morteros, apoyados por las bombas de los antimotines, nosotros también buscamos morteros y comenzamos ´el vergueo´, en horas de la tarde, a todo el aparato represor de la dictadura orteguista ya la habíamos replegado hasta el Parque Central, o sea los sacamos de Monimbó. Ese día, se registraron los primeros hermanos lisiados porque la policía al no podernos replegar usó balas de plomo, tiró a matar”, dice “Juan”.

A partir de las 3:00 de la tarde, hasta horas de la noche, se levantaron más barricadas en los diferentes barrios. También se reportaron los primeros heridos de balas y balines. En horas de la noche, la población comenzó a repartir un humeante café con pan, mientras los jóvenes, permanecían cuidando las barricadas, porque la refriega a ratos se calmaba.

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Masaya se levanta y paga con muertos

La batalla campal, continuó hasta el 20 de abril.  La población de Masaya, se levantó por completo, tanto que abrumó a la policía, mientras los simpatizantes sandinistas ya no se les veía por ningún lado. Todo se fueron a sus casas. Estaban aterrados. Solo los agentes policiales contenían a la población con bombas lacrimógenas y balas.

Jairo Hernández, quien trabajaba en una maquila de Masaya, habitante del barrio 26 de Febrero de esta ciudad, decidió sumarse a la lucha, pero su participación no duró mucho porque mientras se encontraba en las cercanías del mercado de Artesanías, fue impactado por una bala en la cabeza. Como pudieron, lo trasladaron al hospital de la ciudad, pero falleció en horas de la noche.

Luego cayeron Abraham Amador de la Villa Bosco Monge, y Álvaro Gómez de Monimbó. El pueblo se insurreccionó y ahora, cinco años después, siguen clamando justicia por sus muertos.  Monimbó fue el último bastión en caer, nunca se rindió, luego de tres meses de cruentos enfrentamientos que dejaron decenas de muertos, lisiados y apresados, además de miles de exiliados de Masaya.

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