En medio de su diatriba y su acostumbrada retórica, este miércoles 19 de abril, el dictador nicaragüense Daniel Ortega, tuvo tiempo para recordar los “buenos y viejos tiempos” que vivió con el empresariado de este país centroamericano
Aseguró que hace cinco años todos vivían en “un gran acuerdo y una gran reconciliación”, pero que muchos de los empresarios supuestamente se sumaron a la violencia porque asegura que “el gobierno yanqui” los amenazó que si no mandaban a sus trabajadores a protestar e incentivar un paro nacional, entonces serían sancionados.
Sin mencionar directamente el nombre del exreo político José Adán Aguerri, quien fue presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) por muchos años, aseguró que compartían en armonía al momento de sentarse y hasta actuaba como vocero de la dictadura Ortega-Murillo.
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“Entonces vimos ahí a empresarios que eran voceros del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, recordemos bien al que era dirigente del Cosep, presidente del Cosep, nos reuníamos, nos sentábamos, le daba a él la palabra, él hablaba y él hacía un mensaje constructivo; pero, bueno, desgraciadamente no tuvo la fortaleza de resistir la presión yanqui”, dijo Ortega.
El Cosep era uno de los socios de peso de la dictadura Ortega Murillo, con la que vivieron años de luna de miel hasta su ruptura en el 2018, a raíz de la brutal represión desatada por el régimen contra la población civil.
En marzo del oficialismo decapitó a esta entidad empresarial junto a los 18 cámaras que se aglutinaban en este consejo, dando así la estocada final a las organizaciones empresariales independientes en Nicaragua.
Empresarios sacrificaron los derechos de los nicaragüenses
El 29 de octubre del 2018 durante un evento de AMCHAM, la entonces embajadora de Estados Unidos, Laura Dogu, criticó a los empresarios nicaragüenses por haber sacrificado la democracia.
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«En marzo (del 2018), di un discurso sobre el “Camino al 2030″ en el que dije que el futuro de Nicaragua es incierto debido a la falta de un estado de derecho, la falta de democracia, y la elección de ciertos socios internacionales. Antes de abril, cuando hablaba de estos temas, la comunidad empresarial me decía con frecuencia que podían sacrificar algunos de estos derechos fundamentales porque Nicaragua no estaba en guerra, ni sufría la violencia de los países del triángulo norte», indicó Dogu.
«La comunidad empresarial valoraban más la estabilidad que la sostenibilidad. Creían que el crecimiento económico traería oportunidades. Pero cuando viajé por Nicaragua y me reuní con pequeños agricultores, jóvenes empresarios, estudiantes, mujeres líderes, comunidades indígenas y tantos otros, escuché algo diferente. Estos nicaragüenses soñaban con un país justo con oportunidades económicas para todos. Donde la corrupción y la identidad política no limitaran las oportunidades a solo unos pocos», manifestó la diplomática.
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