Después de batallar contra el cáncer, el cual se le revirtió, falleció este sábado 29 de abril, en Estados Unidos, el ex mayor, Roger Miranda Bengoechea a los 69 años, quien fue el hombre de confianza del temido general Humberto Ortega Saavedra, quien fue el jefe del Ejército Popular Sandinista (EPS), en la década de los 80, durante el primer periodo del régimen sandinista.
El ex funcionario del régimen sandinista, se había exiliado en Estados Unidos, desde octubre de 1987, tras escapar de las filas del sandinismo y del brazo largo de los hermanos Ortega Saavedra.
Al día siguiente de llegar a los Estados Unidos, apareció en la televisión norteamericana, denunciando algunas maniobras del régimen sandinista, ya que se manejaba entre la fila del Ejército que Miranda Bengochea mandaba información a la CIA.
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«Quisimos legalizar la corrupción»
Miranda Bengoechea, en una entrevista al diario La Prensa, reconoció que los sandinistas eran más corruptos que el propio dictador Somoza, principalmente se refirió el exjefe del Ejército Popular Sandinista (EPS), Humberto Ortega Saavedra, hermano del actual dictador de Nicaragua Daniel Ortega Saavedra.
“Somoza tal vez era un poco más discreto en abusar de los recursos del Estado, pero nosotros quisimos legalizar la corrupción, los principales jefes militares gozábamos de los siguientes beneficios: no pagábamos ni casa, ni luz, ni teléfono, ni gasolina, ni carro, ni comida, en pocas palabras no pagábamos nada. Había partidas especiales para ir de vacaciones al extranjero. El monto dependía de qué tan importante era ese jefe. Si el carro lo chocabas, pues te daban otro”, relató el mayor sandinista.
¿Lealtad al FSLN o al pueblo de Nicaragua?
Afirmó que el ahora general en retiro manejaba dos presupuestos, uno en córdobas como efecto de la hiperinflación- era billonario- y el segundo era en dólares, unos US$15 millones de dólares, cifra que lo usaba de forma “discrecional”.
La deserción de Miranda Bengoechea, según él, fue por decepción política por el rumbo y la corrupción que llevaba la revolución sandinista, además por un plan armamentista muy peligroso que tenían los sandinistas con la extinta Unión Soviética, en caso que los invadieran para sacarlos del poder. Esa fue otra de las poderosas razones para exiliarse.
“Llegó un momento en que me digo a mí mismo: ¿A quién le soy leal? ¿Al FSLN o al pueblo de Nicaragua? Yo decido ser leal al pueblo de Nicaragua”, acentuó en ese entonces.
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