A punto de concluir dos periodos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y teniendo como marco el Día internacional de los Derechos Humanos, que se conmemora este 10 de diciembre, la comisionada Esmeralda Arosemena de Troitiño analiza los retos superados en su mandato, donde no ha faltado trabajo y más al tener a su cargo las relatorías de Nicaragua y Venezuela.
La abogada panameña, que llegó a Washington en 2016 después de ocupar altos cargos en su carrera como jueza y vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia de Panamá, dijo en entrevista con la Voz de América que la estancia de ocho años en la Comisión completan ese ciclo de “compromiso con la defensa de derechos”, para grupos y minorías.
En Washington, Arosemana de Troitiño también ha ocupado la presidencia de la CIDH y la vicepresidencia que ocupa en la actualidad, tiempos en los que no han faltado turbulentos procesos sociales en Latinoamérica en los que han tenido que desplazarse en persona o con equipos para verificar situaciones sobre el terreno.
Protestas sociales en Perú, Colombia, Ecuador, Chile, Venezuela, Haití, Guatemala, y sobre todo Nicaragua –ahonda- dejan lecciones a la CIDH, mismas que los nuevos cuatro miembros que arribarán desde el 1 de enero deberán capitalizar. Además tendrán otros temas emergentes y de permanente vigilancia en la región.
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VOA: Llegó a Washington cuando en la CIDH no había mujeres, y en los últimos años han conformado mayoría ¿Qué reflexión le merece ese punto?
Arosemena: Entramos en el 2016 dos comisionadas [Arosemana y Margarette May Macaulay], había cinco hombres. Ahí tuvimos la oportunidad de mirar cuál es la línea de desarrollo que la CIDH debe tener en esta perspectiva del género. Luego avanzamos a tener otra composición, donde llegamos a tener cinco mujeres y dos hombres; eso indica que ha habido una madurez en hacer propios todos estos principios y estándares que como miembros de un sistema de derechos humanos interamericano proponemos a los Estados.
VOA: ¿Y las mujeres pasaron a ocupar los cargos directrices de la Comisión?
Arosemena: También, ocupé la presidencia de la CIDH en 2019 y en dos oportunidades las vicepresidencias. Creo que hacemos abogacía de proyección de las mujeres en el mundo público con ese compromiso de promoción y de reconocimiento de derechos; ya no es un derecho que tenemos que conseguir como mujeres, es una obligación que tenemos de aportar criterios, perspectivas y enfoques desde la visión de la mujer.
VOA: ¿Qué momentos críticos en la región han marcado a la CIDH?
Arosemena: En mi condición de presidenta, llegué a tener una experiencia muy fuerte y muy positiva a la vez al buscar cumplir con los mandatos de la Comisión en las Relatorías de país. Tengo la relatoría de Venezuela, en ese momento buscando una posibilidad de comunicarnos con el Estado, como estrategia buscábamos la participación y promoción de derechos, en jornadas no políticas. Íbamos a montar en el avión, pero la aerolínea dijo que no podíamos abordar porque Venezuela no nos iba a dejar aterrizar, teníamos un plan B con el apoyo de Colombia que se ofreció para llevarnos a la frontera de Cúcuta.
VOA: ¿Eso en la crisis migratoria?
Arosemena: Sí, y ese contacto con el movimiento migratorio de Venezuela a Colombia fue una experiencia muy fuerte. Nos permitió al equipo una visión muy clara, que no podíamos dejar, aún frente a esa realidad de cierre para visitar el país, de comunicarle a la comunidad internacional la situación de Venezuela, creando por ejemplo un mecanismo especial de seguimiento. También hemos tenido esa necesidad de atender crisis, y fueron crisis muy importantes porque no solo es el rompimiento de la institucionalidad democrática, sino lo que representa en la vida de las personas que participan en la búsqueda de la protección, de sus derechos, todo el tema de las protestas sociales.
VOA: Un capítulo aparte quizá en este abordaje amerita Nicaragua donde en casi seis años se ha visto un paulatino deterioro de derechos humanos. ¿Qué indica el caso Nicaragua para la CIDH y para la región en general?
Arosemena: Nicaragua hoy está dando muestras de un absoluto deterioro no solo de la vida democrática, sino del respeto de los derechos humanos básicos, y con un desconocimiento absoluto de lo que representa la responsabilidad de los dirigentes, gobernantes, Nicaragua es hoy el ejemplo más duro y más difícil de lo que implica el respeto de los derechos humanos básicos.
VOA: ¿Cómo se califica la situación de ese país desde este organismo?
Arosemena: Cuando a la gente del país se le quita el derecho hasta de su propia identidad de nacional, es una desprotección absoluta. Es un régimen, y me permito llamarlo así porque he querido como relatora para Nicaragua hacer esta comunicación para quienes dirigen el país, y es un régimen donde están cerrándose todos los espacios, no solo de la vida democrática, sino de la vida ciudadana, y eso tiene que verlo la comunidad internacional. Mi llamado al continente es ver cual es la posición de nuestros Estados frente a una realidad de violación de derechos humanos que rompe con los ideales de la propia constitución de América.
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VOA: La CIDH ha pasado de emitir informes críticos de tres países Venezuela, Nicaragua, Cuba a sumar más países de la región, en momentos que además crecen las tendencias autoritarias. ¿Cómo ve usted la situación al provenir de Centroamérica donde se concentra parte de esas preocupaciones?
Arosemena: Es un desafío porque los ideales de la democracia están fundamentados en el desarrollo de la vida de un país a través de sus instituciones y los poderes constituidos tradicionalmente en la vida democrática. Romper esa institucionalidad lleva como efecto el deterioro y hago relación con una preocupación básica en mi condición de exjueza de la Corte Suprema de mi país: si el sistema de justicia se resquebraja, si no hay una solidez en esa independencia, autonomía y proyección de vida democrática administrando justicia basada en derecho y las obligaciones de los Estados, ¿qué le queda a la ciudadanía, para la protección de sus derechos? Entonces es fundamental que la institucionalidad democrática se proteja desde esta visión.
VOA: ¿Y el populismo y autoritarismo?
Arosemena: Estos movimientos regresivos en materia de derechos humanos afectan precisamente esa solidez, la Comisión se ha preocupado en hacer los análisis a través de informes temáticos, pero también como se impactan los derechos y hablamos de una corrupción que rompe la vida democrática, hablamos de un populismo que desconoce precisamente derechos y que hay que tener presente que la sociedad debe tener una base sólida sobre la cual se va a desarrollar.
VOA: ¿Cuánto ha avanzado la región a su criterio en materia de otros derechos de minorías sexuales, indígenas y mujeres?
Arosemena: Se ha avanzado porque hay un reconocimiento teórico que la igualdad tiene que medirse en una realidad de la dignidad de todos los seres humanos. Los países han hecho esfuerzos para hacer estos reconocimientos con avances normativos, hay otros con una mayor resistencia a esa transformación; sin embargo, los retos siguen ahí por esto que hablamos de movimientos regresivos, lo importante para la Comisión es temer esas alertas tempranos, tanto la CIDH como la Corte Interamericana ha ido marcando algunos estándares que hacen que los Estados cumplan con los compromisos internacionales.
VOA: Sobre los asesinatos de ambientalistas ¿Cómo evalúa la CIDH esta problemática en la región en momentos de preocupaciones globales por el medio ambiente?
Arosemena: Amplió un poco más al desarrollo de los derechos económicos, sociales y ambientales, eso ha permitido a la CIDH colocar este tema en la Corte Interamericana, hace unos años hablar de derechos económicos, sociales y culturales justiciables era algo impensable; todavía hay voces que hablan que eso no es viable. Hablo del derecho a la educación a la protección del ambiente, como un derecho exigible, y la Corte ha marcado muy bien el tema.
La realidad brutal
Arosemena: Pero hay una realidad en muchos de nuestros países donde la forma más brutal como es el asesinato de estas voces, de acallarlos para siempre con asesinatos y desapariciones motivadas en su papel de defensores de derechos humanos, para la CIDH hoy es una temática prioritaria, prioridad en la solicitud de medidas cautelares, de peticiones y casos para atenderlas, porque son nuestros aliados, pero además constituyen una fuerza en la institucionalidad democrática, de ese estado de Derecho, de apropiarse del espacio cívico con una participación protagónica y eso hay que defenderlo.
VOA: ¿Qué retos quedan a los nuevos miembros de la CIDH que ocuparán su silla y la de otros tres comisionados?
Arosemena: El principal reto que tiene la nueva composición incluyendo a los que permanecen, es consolidar este concepto de institución que representa el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y lo que representa el mandato de la Comisión que es la defensa, promoción y observancia de los derechos humanos en el continente americano y actuar apegados a estos principios que nos guían, aunado a la necesidad de mantener la independencia y la autonomía de la Comisión.