Daniel Ortega plasmó en la Constitución Política de Nicaragua que la Policía ya no tiene naturaleza civil, apolítica y apartidista, al publicar este viernes 19 de enero en La Gaceta, Diario Oficial, una reforma al artículo constitucional 97.
Antes de esa reforma, ese artículo constitucional afirmaba que la Policía era «un cuerpo armado de naturaleza civil» y que además era «profesional, apolítica, apartidista».
Ahora, el artículo reformado ya no menciona que la Policía nicaragüense tiene esos principios y cualidades, sino únicamente enfatiza en que «está subordinada al presidente de la República», que en este caso es el dictador Ortega.
Un experto en temas policiales, bajo anonimato, dijo a Nicaragua Investiga que «esa reforma es sustantiva y no dolo de forma». Cambia todo el carácter de la Policía, de profesional y apolítica a una Policía supeditada a los intereses de los dictadores.
«La Policía Nacional depende de la autoridad ejercida por el presidente de la República, en su carácter de jefe supremo y en estricto apego a la Constitución Política a la que guardará respeto y obediencia», dice una parte del artículo reformado.
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Era profesional
Hasta el 2007, año en que Ortega regresó al poder y no se ha bajado del mismo todavía, la Policía nicaragüense estaba considerada con «un alto grado de profesionalismo» y había logrado una independencia que no se veía en las demás policías de Centroamérica.
Así lo certificó en aquel momento un estudio del extinto Instituto de Estudios Estratégicos y Política Públicas (IEEPP), el que aseguraba que la Policía Nacional era reconocida como una institución de gran solidez y de gran reconocimiento público, pese a ciertos actos de corrupción en esa época.
La Policía, que nació en 1979 de la mano de la revolución sandinista y desde entonces estaba al servicio del Frente Sandinista, desde 1990 comenzó a sufrir reformas para lograr su profesionalización.
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La degradación
Sin embargo, todo el avance se desmoronó en 2007, cuando Ortega alcanzó el poder nuevamente y le recordó a los policías sus «orígenes sandinistas».
Desde entonces, comenzaron a ondear las banderas rojinegras en las estaciones policiales y comenzó la degradación de la Policía que se agudizó desde las protestas de 2018, ya que Ortega y su esposa Rosario Murillo la han usado para reprimir a la población desde entonces.