Al consultar al líder opositor y excandidato presidencia Juan Sebastián Chamorro sobre cuál cree que sea la vía para que Daniel Ortega salga del poder, su respuesta es clara:
“Yo creo que la naturaleza va a hacer su trabajo”, dice categóricamente.
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Explica que renunciar no está en los planes del caudillo sandinista, mucho menos exponerse a elecciones libres y transparentes.
“Yo creo que él cuando perdió las elecciones en 1990 juró volver al poder y no entregarlo en su vida”, señala.
Pero aun si la estrategia principal de la oposición para sacar a Ortega del poder es esperar su muerte, parece ilógico que cerca de este cumplir 79 años, estos grupos no se estén preparando para que llegado ese momento se tenga claro qué pasos seguir, porque es un hecho que la familia dictatorial sí está tomando medidas para hacer la transición hacia la dinastía.
Rosario Murillo ha adquirido mayor control de las estructuras de gobierno y Laureano Ortega ya es mercadeado como el representante de su padre por el mundo. Los sandinistas saben, aunque no lo digan abiertamente, que la vitalidad de Ortega se agota.
Al consultar a Chamorro sobre la estrategia de ellos, la respuesta no es contundente. Dice que está claro que “no hay que esperar a que la biología haga ese trabajo”, y que deben seguir haciendo lo que han hecho hasta ahora, “ejerciendo esta presión internacional en todos los foros posibles”.
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Si bien, la oposición ha estado presente en varios espacios del mundo, la denuncia como estrategia no ha sido suficiente para tambalear a la dictadura en Nicaragua, que, por el contrario, se ha fortalecido y ha innovado en métodos de ataque contra quienes no se doblegan a sus intereses y acciones, como la confiscación y la desnacionalización que ahora forman parte del combo represivo del régimen.
Aunque Chamorro dice que para prepararse necesitan evacuar las diferencias de manera sana y dar el ejemplo para “que la gente pueda ir viendo como luciría una Nicaragua democrática”, eso es lo que menos ha sucedido desde que inició la crisis en el país.
Los más de 300 muertos, más de medio millón de exiliados o desterrados, más de 300 desnacionalizados y las miles de confiscaciones, no han bastado a los grupos políticos de oposición para poder unirse. Chamorro dice que la solución es identificar entre todos los grupos políticos las cosas que los unen y firmar un acuerdo “escrito en piedra”, un plan de Nación de la futura Nicaragua, y dice que eso hay que hacerlo “ya”. Esos acuerdos deben contemplar la no reelección, el respeto a la justicia y al Estado de derecho.
“Si logramos llegar a estos acuerdos estamos creando las bases de una nueva Nicaragua”, expresa Juan Sebastián Chamorro.
«Podemos hacer un libro de documentos firmados»
El líder estudiantil Lésther Alemán dice que él no cree en la unidad “como la panacea” y está convencido que esto no es “la solución para que el día de mañana El Carmen se vacíe”. Tampoco cree que hay que firmar compromisos, porque “abundan ya los documentos firmados”.
Cree que las diferentes organizaciones y grupos políticos que existen en el país deben unirse solo para realizar acciones conjuntas en los temas en los que coincidan.
Él se muestra abierto a reconocer las críticas que se hacen contra los grupos de oposición, pero considera que también hay que ver los logros y no solo los “errores”, entre estos destaca que a pesar de la cárcel muchos opositores decidieron continuar su trabajo de denuncia e incidencia, aunque pudieron retirarse para estar más cómodos.
Pero para el activista de derechos humanos Donald Muñoz estos “errores” de la oposición le están costando caro al pueblo, que dentro de Nicaragua está sometido a unos niveles de represión extremos. Sus críticas más duras apuntan hacia Monteverde, el grupo político iniciado hace poco más de dos años que no termina de consolidarse y que en los últimos meses ha recibido varias renuncias de variopintos integrantes. El último caso, fue el de la más joven de esas filas, Samantha Jirón.
“Creo que tienen que madurar un poco más, no creo que estén haciendo cosas realmente significativas, creo que han llevado a la población a un cansancio”, dice Muñoz.
Para este activista, “un grupo de esta oposición está repitiendo los patrones de la cultura política nicaragüense”, al ser, según él, “poco democrática, muy excluyente y poco participativa”. Es por esas actitudes que Muñoz cree que la unidad no termina de cuajar.
Dice que “si las actitudes son antidemocráticas, entonces están del lado de quien está llevando la democracia al precipicio”, porque a su juicio, “esta no es una lucha ideológica, es una lucha entre democracia y dictadura”.
Muñoz explica que como sociedad civil están haciendo lo que les corresponde, principalmente empoderando a nuevos liderazgos y capacitándolos en temas de democracia para que den inicio a una nueva cultura política en el país que le permita finalmente cerrar el ciclo del caudillismo y las dictaduras que tanto se han repetido en nuestra historia.
Redacción Central
