Al menos 16 enormes estructuras metálicas conocidos como «árboles de la vida», símbolos de poder de la vicepresidente de Nicaragua Rosario Murillo, fueron colocados en Managua y otros puntos de este país centroamericano, informaron las autoridades en un comunicado.
La reinstalación de los árboles metálicos tuvo lugar después de que fueron derribados en las protestas contra el gobierno del presidente Daniel Ortega en el año 2018 y algunos incendiados, y solo quedaron en pie algunos protegidos por fuerzas policiales.
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El gobierno nicaragüense dijo que los árboles metálicos serían instalados en vísperas del 45 aniversario de la Revolución Sandinista que se celebra el 19 de julio, pero más allá de eso ¿qué representan los llamados árboles de la vida y por qué se dice que tienen un «simbolismo» del poder de la vicepresidenta Rosario Murillo?
Todo se inició en 2013 y fueron colocados inicialmente en lugares emblemáticos en la capital por órdenes de Rosario Murillo, quien se desempeña desde el año 2017 como vicepresidenta de Nicaragua.
El motivo por el cual se colocaron inicialmente fue para conmemorar el 34º aniversario de la Revolución Sandinista, pero luego se dijo que serían dejados de forma permanente para «embellecer Managua» e «iluminarla».
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Los árboles de metal, según la vicepresidenta Murillo, representan «la vida» pero también «la esperanza y la fe» de la población nicaragüense».
Pero hay quienes alegan que es una «expresión de las creencias filosóficas de Murillo», como Marlon Murillo, analista y coach no verbal de la Universidad de Costa Rica.
De acuerdo con el analista, la vicepresidenta de Nicaragua busca a través de estos árboles gigantes comunicar su capacidad de hacer “cosas grandes”, para que así la gente las interprete como símbolo de progreso, de modernidad, y de alegría.
«Los chayo palos crean un mundo de fantasía, un mundo irreal en el que en Nicaragua todos los días parecen ser Navidad», dice el analista.
Los árboles de la vida miden entre 15 y 20 metros de altura aproximadamente y tienen un peso de 7 toneladas.
El costo aproximado de cada árbol es de 20.000 dólares, sin contar el gasto en energía y seguridad, según estimaciones de medios locales, un costo cuestionado porque Nicaragua es uno de los países más pobres de la región, luego de Haití.
«Para algunos, [estos árboles] pueden ser vistos como un símbolo de festejo del triunfo de la revolución sandinista, mientras que para otros podría significar un derroche de recursos públicos, un ofensivo lujo en un país con múltiples necesidades no resueltas», dice Murillo.
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María Teresa Blandón, socióloga nicaragüense y directora de la organización La Corriente, explica que los árboles de la vida originalmente simbolizan «esperanza para la humanidad» ya que muestran que «pueden tener muchas ramificaciones que hablan de la diversidad» e incluso «raíces profundas que conectan con la tierra»; sin embargo a su criterio, los árboles de metal creados por la vicepresidenta Rosario Murillo tienen un simbolismo totalmente diferente.
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«Esas son estructuras duras, monolíticas, y antiecológicas que significan mucho consumo de energía eléctrica cuando hay comunidades que la requieren. Es un acto de arbitrariedad en donde se impone la estética suya y no de la sociedad nicaragüense. Simboliza autoritarismo porque se usan recursos públicos para imponer una representación grotesca».
Los árboles de la vida cuentan con miles de bujías que consumen mucha energía. El diario nicaragüense La Prensa calculó que nueve «arbolatas» gastan mensualmente la energía necesaria para 900 viviendas, según cálculos no oficiales.
Los árboles de lata se encuentran casi omnipresente en el centro histórico de Managua, capital de Nicaragua y se han eregido en las principales avenidas, como la Rotonda Hugo Chávez, la cual se construyó en honor al fallecido expresidente venezolano.
Los árboles de la vida también se han instalado cerca de monumentos históricos con especial significado político, como a la sombra de la figura del héroe nicaragüense Augusto César Sandino.