En los últimos dos años el séptimo hijo de la pareja dictatorial, Laureano Ortega Murillo ha tomado más protagonismo en el aparato estatal. Sus tareas superan incluso, a las del mismo Daniel Ortega quien ha sido desplazado por Rosario Murillo y relegado a ser solo un símbolo partidario que anima a sus bases militantes en los actos públicos.
Laureano Ortega, bajo la dirección de Murillo, se encarga de asistir a giras internacionales con representantes de Estado y supuestos líderes de la izquierda global, firmar convenios de préstamos y cooperación así como dar entrevistas en medios de comunicación nacionales y extranjeros.
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Fue él por ejemplo, quien apareció en la fotografía que dio la vuelta al mundo, la celebración del 80 aniversario de la victoria de China contra Japón en la que apareció junto a los más poderosos representantes de la izquierda global, el presidente de Rusia Vladimir Putin y el de ese país Xi Jinping.
Ortega pasó de tener viajes internacionales muy limitados, a estar completamente recluido en su búnker familiar, aparentemente por sus crecientes dolencias físicas relacionadas con su edad, y las cuales han sido evidentes en sus cada vez menos frecuentes apariciones públicas donde se le ve hinchado, balcucenado en ocasiones y caminando con mucha dificultad.
Murillo tampoco hace estas actividades propias de un «presidente», sino que su papel, aunque en claro control total, se enfoca más en la logística, diseño y supervisión de las estrategias, mientras Laureano podría entenderse como el «ejecutor» y rostro visible.
El «traspaso» oculto
El pasado 19 de julio, durante el acto de celebración del 46 aniversario de la Revolución Sandinista Ortega sorprendió a propios y extraños al expresar una frase que se entendió como el slogan póstmortem que los sandinistas asignan a sus figuras relevantes para ser recordados y homenajeados por sus seguidores.
«Todos somos Daniel» fue la frase que en su cumpleaños 80, este 11 de noviembre, fue retomada y convertida en una campaña digital por parte de los medios sandinistas con la dirección de Rosario Murillo.
En esa ocasión Ortega también habló por primera y única vez de la sucesión, al pedir a su millitancia que no ponga en la presidencia a nadie que no sea sandinista.
«No se les ocurra que en otra etapa de nuestra historia saldrán otros nicaragüenses que no tendrán el pensamiento, el compromiso, el principio que se lo heredamos nosotros», aseguró.
Un «heredero» creado estratégicamente
Para el politólogo Edgard Blanco, «Laureano Ortega está cumpliendo las funciones de un heredero legitimador, busca proyectar de alguna manera juventud y continuidad y no es casualidad que por eso se lo estén mostrando a quien prentenden que sea el nuevo socio comercial priotirario de Nicaragua que es China y a otros actores internacionales como Rusia».
Para Blanco, hay muchas lecturas sobre el papel de Laureano Ortega en esta reconfiguración familiar y dictatorial, que incluyó descartar por completo a Juan Carlos Ortega, la apuesta inicial de Murillo.
Juan Carlos no daba con el perfil. Sus atuendos informales y rockeros y sus intereses poco intelectuales no funcionan a los objetivos de Murillo. En cambio Laureano, supo cumplir las expectativas de su madre.
«La figura que han creado es a drede, es un tipo con un rostro amable, muy diplomático, muy bien vestido, no es casualidad que utilice artículos de lujo porque quiere proyectar una imagen de que todo lo puede», indica Blanco.
Además, Blanco asegura que hay una «psicología política» aplicada al perfil público de Laureano, «intentan proyectar una transición controlada (…) no lo habían proyectado tanto antes de 2018 y esa imagen de que es el hijo, la imagen filial y el cierto parecido con Ortega busca que se le asocie con el padre, ya es un co gobernante, aunque sigue subordinado de forma simbólica a su figura paterna y materna», concluye.
Para el periodista Luis Galeano, Laureano Ortega «no ejerce el poder de facto plenamente», porque este solo es asignado por sus padres a cumplir tareas que «ellos no pueden cumplir por razones que tienen que ver con su edad y con el miedo».
«Laureano puede viajar y arriesgarse a que pase con él fuera del país cualquier cosa, Ortega y Murillo no pueden hacer esto por temas de seguridad y porque ya están ancianos y no les gustaría una sorpresa fuera del país».
Pero Galeano cree que Ortega y Murillo aun controlan lo más importante, como el Ejército y la Policía y que si bien las asignaciones que cumple son importantes no son absolutas a como correspondería en un traspaso total.
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