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¿Cómo le beneficia a Ortega la polarización creada por grupos radicales de Nicaragua?

El último incidente que creo controversia, fue una protesta de un aparente grupo de ultraderecha que protestó contra el disidente sandinista Sergio Ramírez, que fue vicepresidente de Nicaragua en los años ochenta, durante el primer régimen de Ortega.

Foto: AFP.

A cuatro años del inicio de la crisis política en Nicaragua, los grupos opositores han sido incapaces de unir fuerzas en una sola voz y son evidentes las divisiones y conflictos, en donde en no una ocasión se han esgrimido diferencias ideológicas de “derecha” e “izquierda”.

Esas divisiones, según analistas internacionales, han resultado favorables para Daniel Ortega, quien evidentemente sabe sacar provecho.

“Yo creo que el régimen de Daniel Ortega es el que más sabe aprovechar ese tipo de polarizaciones, mucho más que en Venezuela, en Cuba o en algunos otros países”, manifiesta Carlos Murillo, especialista en relaciones internacionales y catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Murillo asegura  que el régimen sandinista “entiende ese tipo de conflictos y lo está aprovechando para beneficio propio”.

En Nicaragua ha sido un obstáculo

Tiziano Breda, investigador del International Crisis Group, considera que es normal que en cualquier estado haya grupos de pensamiento y de ideologías diferentes, sin embargo, considera en el caso de Nicaragua ha sido un problema.

“Esto ha un poco obstaculizado la capacidad de los grupos de oposición de crear un grupo, un frente coherente, cohesionado frente al gobierno y en la formulación de una alternativa política y de demandas claras, incluso en la formulación de la estrategia de llegar a ciertos acuerdos”, explica.

Breda indica que estas posturas son también un problema cuando se observa la crisis de Nicaragua a nivel internacional. Subraya que a los gobiernos que se definen de izquierda o progresistas, su “la lectura ideologizada” no les ha permitido “reconocer las problemáticas políticas y de derechos humanos que se han venido dando en Nicaragua”.

Pero también considera que existe al mismo tiempo una “lectura un poco sesgada de los países” más “conservadores o de derecha que digamos han relacionado el pensamiento político con las prácticas autoritarias de Ortega”.

“Claramente esto también ha obstaculizado a nivel internacional la posibilidad de crear un grupo, una posición compartida común, una visión común sobre lo que ocurre en Nicaragua. Yo creo que hasta ahora es que se está viendo la situación en Nicaragua de manera menos ideologizada, y de manera más objetiva, pero ha costado mucho”, manifiesta, remarcando que “la polarización política-ideológica de la región tampoco ha abonado a la resolución de la crisis en Nicaragua”.

Conceptos del siglo pasado

Al respecto, el analista Carlos Murillo, cree que “los conceptos de izquierda y de derecha pertenecen al siglo pasado”, y que “hoy uno encuentra que algunos gobiernos y grupos dicen que son de izquierda y no tienen nada de noción de lo que era la izquierda en el siglo pasado”.

“Son discusiones del siglo pasado cuando la realidad está en otro contexto, están enfrascados desde mi perspectiva, en cosas que son irrelevantes. Hay problemas más serios, por ejemplo en Nicaragua”, refiere el experto, para quien el problema está en el “populismo autoritario” independientemente de si se definen de izquierda o de derecha.

Aferrados a calificaciones

En Nicaragua, las diferencias de derecha y de izquierda son de vieja data. Al retomar el poder el FSLN en enero del 2007 la maquinaria propagandista controlada por Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, exaltó bastante la división entre la derecha representada por los gobiernos neoliberales de 1990 al 2006 y la izquierda sandinista.

Tras las protestas antigubernamentales del 2018 hubo una insistencia en llamar “derecha golpista” a todo aquel que criticara al régimen.

Pero también en las mismas filas de la oposición fueron surgiendo discursos que abonaban a esa diferenciación. Por ejemplo, se tacha de “izquierda” a organizaciones como la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) y la Unión Democrática Renovadora antes llamada Movimiento Renovador Sandinista (MRS), mientras que el ilegalizado partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) se autodefinía como centro derecha y se mostraba reacio a unirse con la oposición de izquierda.

«Creo sinceramente que la mayoría de los nicaragüenses no son de izquierda por lo tanto si te referís específicamente a lo que fue el MRS (Unamos), no, no lo veo como parte de esta alianza (AcxL)», expresó Kitty Monterrey, presidente de CxL, al medio Confidencial en junio del 2021.

El último incidente que creo controversia fue una protesta de un aparente grupo de ultraderecha que protestó contra el disidente sandinista Sergio Ramírez, que fue vicepresidente de Nicaragua en los años ochenta, durante el primer régimen de Ortega.

En otras ocasiones Ramírez se ha referido al tema. Por ejemplo en un escrito publicado en Letras Libres en junio del 2021, dijo que la escogencia de Nicaragua no es entre la izquierda y la derecha “sino entre dictadura y democracia”. “Es lo que los gobiernos del hemisferio deben entender. Y que la democracia no es asunto de color local, sino que concierne a todos”, aseguró Ramírez.

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