El muralista nicaragüense Vink Laguna se siente «abrazado» por Guatemala, país que lo acogió tras ser excarcelado por el gobierno de Daniel Ortega, pero tiene un sentimiento «agridulce» al pasar a ser un desterrado.
Ortega liberó el jueves por «razones humanitarias» a 135 presos políticos, entre ellos Laguna, quienes fueron trasladados a Guatemala gracias a la mediación de Estados Unidos.
El artista de 28 años cuenta a la AFP que fue detenido en la ciudad norteña de Estelí el 22 de noviembre de 2023 mientras pintaba un mural de la ganadora del concurso Miss Universo, la nicaragüense Sheynnis Palacios.
La victoria de Palacios desató las mayores movilizaciones en las calles de Nicaragua desde las protestas de 2018, en las que ella participó y que sacudieron al gobierno sandinista. La esposa de Ortega, la vicepresidenta Rosario Murillo, acusó a la oposición de tratar de sacar provecho político por el triunfo de Palacios en el certamen de belleza.
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En una calle del sur de la capital de Guatemala rodeada de altos edificios, Laguna dice que siente «puros sentimientos encontrados».
«Por una parte [estoy] muy alegre del cómo nos recibieron. Nos hemos sentido muy abrazados, muy bienvenidos por Guatemala. Y a la vez, el otro sentimiento [es] agridulce [porque] fuimos desterrados de nuestra patria», lamenta el artista, vestido con un suéter con capucha y pantalones gris claro.
Aunque el gobierno guatemalteco no divulgó las identidades de los 135 liberados por «razones de seguridad», un colectivo de prensa guatemalteco indicó que entre ellos está la periodista Fabiola Tercero, quien estaba reportada como desaparecida desde el 12 de julio tras un allanamiento de la policía a su casa.
«Con la fuerza de un león»
El grupo llegó en un avión el jueves y fue recibido en el centro de retornados del aeropuerto de la capital de Guatemala, antes de ser trasladados en autobuses a hoteles.
Las autoridades guatemaltecas les otorgaron un permiso de residencia por 90 días mientras optan por pedir refugio en ese país, en Estados Unidos u otra nación bajo el programa de movilidad segura implementado por Washington y apoyado por agencias de la ONU.
«Estamos en eso, viendo qué pasa ahora», agrega Laguna cerca del hotel donde está hospedado. Pedir refugio en Estados Unidos es su principal opción. «Me siento con la fuerza de un león porque ya estoy libre», agrega.
En la misma calle, cerca de un popular local de una cadena estadounidense de hamburguesas, el músico evangélico Jared Ramírez dice estar «feliz» por haber superado el «calvario» del encarcelamiento en Nicaragua.
Cuenta que fue arrestado durante la celebración por la coronación de Palacios, pues portaba una bandera de Nicaragua, un símbolo «antigubernamental» para Ortega, con el escudo de cabeza y con la frase «No más dictaduras».
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El músico de 35 años relata que fue llevado a la cárcel La Modelo, donde, denuncia, fue sometido a «tortura psicológica».
Ahora le «gustaría» viajar a Estados Unidos para trabajar y en un futuro reunirse con su esposa e hijo de cuatro años que dejó en Nicaragua.
«Dios ama Nicaragua»
«Dios ama Nicaragua […] y yo sé que pronto nuestra nación será libre», afirma Ramírez, también vestido de gris como parte de la ropa que les dieron en Guatemala a los excarcelados.
Ortega, que gobernó en la década de 1980 tras el triunfo de la revolución sandinista, volvió al poder en 2007 y es acusado por opositores y críticos de instaurar un régimen autoritario.
Su gobierno reprimió duramente a las voces críticas tras las protestas prodemocracia de 2018, que en tres meses dejaron más de 300 muertos, según la ONU.
«Es muy duro, la verdad, estar en esas prisiones bajo el régimen» de Ortega, dice otro excarcelado, Jefrey Ortega, de 29 años, quien se dedicaba a crear contenido de comedia para las redes sociales.
Casado y padre de cuatro hijos, cuenta que fue detenido a inicios de 2023 por repartir panfletos que «incitaban a la población a levantarse» y «exigirle al gobierno que entregara el poder».
«Estamos esperando orientaciones de las organizaciones que fueron las que colaboraron para nuestra venida acá a Guatemala», añade Ortega cerca de su hotel, mientras camina junto a tres primos que también fueron excarcelados.