Dayanna Forbes, una profesora de 45 años, oriunda de la Costa Caribe de Nicaragua, tiene una historia de superación que contar. Ha luchado por muchos años con la obesidad mórbida, la cual la llevó a usar una silla de ruedas por unos siete meses porque no resistía ni un minuto permanecer en pie, pero gracias a una cirugía a la que fue sometida el año pasado, la vida le ha vuelto a sonreír.
Forbes relata que nació con ictericia, un problema de salud que pone de color amarilla la piel y que a la vez es un signo de otras enfermedades. Al principio sus padres no estaban tan convencidos del diagnóstico y la llevaron a un centro asistencial en Managua, en donde le confirmaron el padecimiento y el médico recomendó ciertas medicinas y que aquella bebé debía tomar baño de sol para curar la enfermedad.
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Pero su historia va más allá. Mientras crecía, presentaba problemas con la obesidad, a tal punto que cuando cumplió los 10 años, su madre y otros familiares se preocuparon por su sobrepeso. La pusieron a dieta y tomaron la decisión de que hiciera algún deporte.
“Comencé a jugar baloncesto. De igual manera, me incorporé a un grupo de folklore, a la gimnasia rítmica y otras actividades que se desarrollaban con los Boy Scout. Pero resultó que nada de eso me ayudó a regular el peso”, relata a Nicaragua Investiga.
Aunque su mamá tenía la dedicación de llevarla al médico una vez al año, las recomendaciones eran un balance con los alimentos, comer más frutas y vegetales. Nunca le dijeron que podría padecer hipotiroidismo, una afección en la cual la glándula tiroides no produce suficiente hormona.
Hasta los 18 años que inició sus estudios universitarios se dio cuenta de ello. “Vivía con una tía, me observaba sin saber y me decía: «sobrina, usted no come mucho y veo que tiene problemas de sobrepeso. Yo creo que tienes un problema con la tiroides»”, recuerda.
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Forbes dice que era la primera vez que escuchaba hablar de este tema y le pidió más explicación a su tía, quien le recomendó asistir a un endocrinólogo y fue en ese momento que el especialista le diagnosticó hipotiroidismo hereditario.
“Mi tiroides no produce la cantidad de hormonas suficientes para quemar esa grasa que se va acumulando en mi cuerpo. Cada vez era mayor y como que me inflaba, no importa si comí o no comía, si hacía deportes o no”, explica y agrega que inició a tratar el padecimiento con tratamientos que le ayudaron a mantener su peso por muchos años, pero a medida que iba estudiando, el estrés le afectó y el médico le dijo que no podía estudiar, trabajar y estar bajo estrés.
Continúo sus estudios e inició un episodio oscuro en su vida
Forbes sacó una licenciatura en gestión en empresa turística en la UNAN-León. Después comenzó a trabajar en un colegio, luego fue contratada como docente en la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN), en donde impartió clases por más de 10 años en la carrera Ecoturismo. Posteriormente obtuvo una beca y sacó una maestría en Turismo y Desarrollo.
Pero la combinación del estudio y el trabajo le desencadenaron estrés, que le provocó hipertensión, prediabética, ácido úrico sumado a la obesidad mórbida. Además, comenzó a subir de peso aceleradamente llegando a alcanzar entre 240 y 250 libras.
“Después que finalicé todos mis estudios de maestrías, solamente me quedé con el trabajo y a los años comencé a subir de peso increíblemente. Llegué a pesar 395 libras”, recuerda. Le incrementaron los tratamientos, aunque no tenían efecto en su cuerpo.
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Dejó todo a un lado, se dedicó a velar por su salud porque las rodillas no le soportaban su peso corporal y no podía caminar, tampoco estar de pie ni un minuto. Incluso, llegó a necesitar ayuda de su esposo para hacer sus necesidades básicas. Fue en ese momento que recurrió a un ortopedista en el Hospital Bautista y le dijo: “usted tiene demasiado peso, su esqueleto no está soportando su peso y por eso está teniendo problemas de desgaste con sus rodillas”.
Tras este chequeo le hicieron una serie de evaluaciones físicas y médicas para ver si cumplía con los requerimientos para el bypass gástrico. “Cuando ellos me dieron esta alternativa como tratamiento, que en ese momento me dijeron que el costo era más de 7 mil dólares, nos quedamos impávidos mi esposo y yo. ¿De dónde vamos a conseguir ese dinero?”, se preguntó en ese entonces.
Una campaña que le cambió la vida
La profesora tomó la decisión de hacer una campaña pública para pedir ayuda y varios periodistas independientes de Bluefields le preguntaron si podían apoyarla con la iniciativa. “Al mes de la campaña logré recolectar 7 mil dólares y la otra parte del dinero se logró conseguir con algunos familiares y amigos cercanos, para así realizarme la cirugía y yo poder tener una vida distinta”, dice con agradecimiento a todos los que aportaron favorablemente.
La cirugía fue el 2 de agosto de 2021. “A la semana de la cirugía logré bajar 30 libras. Yo había comenzado a sentir un cambio rotundo en mi cuerpo. Al mes, había bajado aproximadamente 65 libras y sentía un cambio impresionante. Eran menos los dolores que sentía en las rodillas y podía caminar un poco más”, detalla. Su estómago solo tiene capacidad entre siete a nueve onzas, ya sea líquidos o sólidos.
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La profesora ahora lleva un programa alimenticio con una nutricionista y ha cambiado algunos alimentos, garantizando que pueda tener todos los nutrientes que su cuerpo necesita. El plan que tiene es comer entre cinco y seis veces al día, pero en pequeñas proporciones. Hace sus tres tiempos de comida con vegetales, frutas, proteínas y un carbohidrato.
“Si consumo alimentos sólidos, tengo que esperar entre 15 minutos a media hora para luego consumir líquido, y así sucesivamente. Viene saliendo que cada tres horas tengo que consumir algo con el objetivo de que mi metabolismo pueda trabajar rápido y de esa forma perder peso”, dice.
Cada mes tiene cita médica donde la evalúan y le hacen una serie de análisis de sangre para ver los niveles de calcio, proteína, potasio, hierro, entre otros. “En todos los chequeos me encuentro bien. No he tenido problemas que otros pacientes tienen, que hasta llegan a ser anémicos”. Ha bajado más de 150 libras y la meta que tiene pensado es llegar a 150, esperando que a inicios del próximo año pueda estar cerca.
“He podido soportar hasta dos horas en pie, antes no podía ni un minuto porque sentía clavos en las rodillas y en la espalda. Siento mucha más energía, vitalidad y entusiasmo. No quiero estar sentada mucho tiempo, no quiero dormir. Antes solo quería dormir con aquel desánimo,”, dice Forbes, quien ahora tiene otro reto más que vencer entre febrero y marzo del próximo año: ser sometida a una cirugía de extracción de piel, cuyo costo ronda los seis mil dólares.
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