Milton José Lanuza de 34 años, uno de los cuatro pescadores reportados como desaparecidos en la tripulación que se extravió la semana pasada en las costas de Casares, Diriamba, en Carazo, aún no da crédito a lo que vivieron en altamar.
Lanuza relata para este reporte, que al descomponerse el motor de la lancha y quemarse los chisperos, se vieron obligados a tirar el ancla, sin embargo, el mecate de fuerza se reventó, lo que causó que fácilmente las corrientes los arrastrara al fondo del mar.
Por cuatro días estuvieron perdidos y para sobrevivir a la deriva en el inmenso mar, les tocó tomar agua de hielo descongelado que llevaban en los termos de pesca y comer pescado crudo que lograron atrapar.
“Nos fuimos a la deriva y pedíamos a Dios que nos guardara y como yo era el mayor y capitán de la lancha, les decía a los chavalos que no nos desesperáramos, que tuviéramos fe, que nuestros familiares nos iban a buscar. Fue una experiencia difícil, nunca había pasado por esto y sentía que yo tenía que darles fuerzas a los muchachos”, dice Lanuza con una voz que se le quiebra a ratos.
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Divisan barco, pero muy lejos
Contó Lanuza que al segundo día de flotar a la deriva, ya no sabían qué dirección llevaban, ni dónde estaban. A todos lados, lo que miraban era un mar interminable.
Recuerda que hubo un momento en que divisaron un barco pequeño. Creían que sus plegarias habían sido escuchadas y comenzaron a hacer señas y a gritar, pero la embarcación estaba muy lejos. Improvisaron unos remos e intentaron ir hacia ellos, pero les fue imposible, era mucha distancia y la embarcación se fue sin percatarse de la necesidad de los pescadores nicaragüenses.
“Hasta quemamos unas camisetas, hicimos señas, pero nada, no nos vieron. Después de eso, estábamos frustrados, tristes, nos recostamos en la lancha a meditar y a pedirle a Dios que nos ayudara”, recordó. El pescador dice que allá en alta mar recordó a los suyos, se preguntó varias veces si volvería a verlos, si volvería a casa. “Todo era incertidumbre a esas horas, pero teníamos fe”, agregó.
El mejor día
Al día siguiente fue el mejor día de todos los que dice él, había vívido antes. Vieron a una lancha de pescadores originarios de Masachapa. “A esa hora hicimos señas con una bandera que elaboramos con la ropa de nosotros, nos lograron ver, pegamos brincos de alegría, nos abrazamos y yo me puse de rodillas en la lancha a darle gracias a Dios porque solo él pudo hacernos ese milagro”, cuenta el pescador.
Según Milton Lanuza, los pescadores que los encontraron les dijeron que estaban lejos de Casares, que se encontraban en Corinto, que llamarían a otros compañeros de la zona para que avisaran a sus familiares que ya los habían encontrado.
“Nos dieron de tomar y comer porque estábamos deshidratados, y nos cruzaron de lancha, para poder remolcar la nuestra que estaba dañada, se nos hizo noche porque estábamos muy lejos de la costa, en eso vimos que se acercó una lancha rápida de la Fuerza Naval y nos dieron que subiéramos, nos pidieron documentos de la lancha y dijeron que ellos nos llevarían hasta la costa, pero quienes nos encontraron fueron nuestros compañeros de Masachapa”, explica Lanuza.
Mientras, los familiares de los cuatro pescadores permanecían en la costa de Casares a esperas de noticias. Eran horas de mucha angustia, las lanchas entraban y salían del mar sin novedades. A las tres de la tarde de este domingo recibieron la llamada que les regresó el aliento. Sus parientes estaban vivos. De inmediato se enrumbaron en tres microbuses hacia Puerto Corinto, retornando a su comunidad a eso de las tres de la madrugada del día lunes.
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Culto de agradecimiento en la costa
Con un culto en la costa de Casares, los pescadores y familiares agradecieron a Dios por haberles permitido regresar con vida a sus hogares. Este martes, se reunieron para brindar testimonio de lo que para ellos es un milagro.
“Es un milagro que nosotros estemos vivos y que gracias a Dios no perdimos la lancha. Nos mantuvimos a la deriva pero dentro de nuestra lancha, porque ya con cuatro días perdidos y a la intemperie, no hubiéramos podido sobrevivir, de no ser por el amor de Dios. Vernos vivos es nuestro testimonio de fe y con este culto con la comunidad de Casares, queremos que sepan lo que Dios hizo en nuestras vidas”, dijo Lanuza.
El pescador, dice también que la experiencia fue grande y que ahora les queda un aprendizaje: hay que estar más pendiente de los motores de sus lanchas y si hay que ir mar adentro, hay que ir preparados con alimentos y bengalas. Manifestó también que no tiene miedo regresar al mar pues es su único trabajo, pero que se dará un tiempo prudente mientras sana las secuelas de su mala experiencia.
Para finalizar, pidió a la Fuerza Naval, que los deje faenar con dos motores cuando se dirijan a la zona conocida como El Dorado, y así puedan evitar este tipo de accidentes que solo deja incertidumbre en las familias, las que los ven salir de sus hogares, entrar al mar, pero no saben si van a regresar.
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