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La historia del pescador tico que sobrevivió 53 horas en el mar aferrado a una pichinga

El Distrito Naval Pacífico encontró a Alejandro Pérez Gutiérrez a 28 millas náuticas al suroeste de Cabo Blanco, Costa Rica. Lo rescató el buque mercante de nombre “SOPHIA Z”, y luego fue trasladado hacia el puerto de Corinto, Chinandega.

Paulina Gutiérrez abraza a su cumiche, que sobrevivió 57 horas en altamar. Foto: Andrés Garita. La Nación, Costa Rica

Alejandro Pérez Gutiérrez tomó una embarcación y salió a pescar como cualquier día, pero esta vez no regresó a su casa con la buena pesca. Naufragó cuando se hundió el barco que comandaba cerca de Cabo Blanco, Costa Rica, península de Nicoya. Las “ganas de vivir” fue lo que lo llevó a luchar esas tres noches y cuatro días que estuvo en el mar hasta que fue rescatado por un barco mercante que lo llevó a Puerto Corinto, Nicaragua.

Los últimos minutos antes de caer al mar fueron de zozobra para este hombre de 49 años que navegaba junto a su compañero llamado Cristian, de quien no se sabe nada desde aquel domingo 12 de junio que sucedió todo.

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Pérez Gutiérrez cuenta a Nicaragua Investiga cómo sobrevivió esas 53 horas en el mar, aferrado a una pichinga que le sirvió para flotar junto a una bolsa de plástico que agarró para guardar su teléfono y una papa grande que se comió cruda durante este tiempo. También relata que esa misma bolsa le sirvió para beber agua de lluvia.

“El tiempo en el día estuvo relajado, pero después de las ocho de la noche comenzó a llover de manera moderada”, cuenta y recuerda que él y Cristian decidieron navegar rumbo al puerto de Puntarenas ese mismo sábado que zarparon por el mal clima, aunque estimaban que el viaje duraría entre tres o cuatros días mar adentro.

Alejandro Pérez Gutiérrez cuando fue rescatado por el barco mercante que lo vino a dejar a Puerto Corinto

«Yo creo que nos vamos a hundir»

“El tiempo se descompuso y comenzó la marejada. Ya no sabíamos para dónde íbamos, entonces le digo a Cristian, que teníamos que tirar el ancla para esperar que pasara esa tormenta”, dice. Toda la noche pasaron achicando el agua que se metía en la embarcación por la lluvia y la del mar. Al paso de las horas, era imposible para ellos seguir anclados. “Le dije a mi compañero: «yo creo que nos vamos a hundir»”, recuerda.

Pérez Gutiérrez intentó llamar esa noche a Guardacostas, pero el celular estaba descargado. Lo apagó y lo encendió a las cinco de la mañana del día siguiente, recuperando algo de carga. Logró contactar a un primo y le dijo que llamara a Guardacostas y que luego lo llamara el 9-1-1 para atender su emergencia.

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“No podía hacer esa maniobra porque iba manejando y el otro muchacho iba achicando con baldes”, dice y relata que levantaron el ancla porque estaban en una zona donde las olas eran de entre tres y cinco metros de altura. “Envié el reporte porque mi corazón me decía que nos íbamos a hundir. Le dije a Cristian que agarrara boyas, pichingas y todo lo que flote, que lo amarrara porque tenemos que prevenir antes”, comenta.

Alejandro Pérez Gutiérrez es el punto que se ve en altamar.

A la media hora lo llamaron del 9-1-1 y le preguntan cuál era su emergencia y este le indicó que estaba a una milla y media de la costa, cerca de Cabo Blanco. Le responden que debe llamar a la naval para que manden una lancha y pueda rescatarlos. El hombre tomó una fotografía antes que se descargara de nuevo el celular, la mandó a su esposa con un mensaje: “me voy a hundir, que se ponga en contacto con la naval para que nos socorran”.

Después de esto, la embarcación se dio vuelta por una ola inmensa y cayeron dispersos los dos hombres al mar. “Le dije a Cristian: no te preocupes, resistamos aquí como unas dos horas porque viene la Guardacostas de El Manzanillo»”. A los 30 minutos el sobreviviente no miró más a su compañero.

Las horas naufragando

Miró la hora en su reloj de mano y eran las cuatro de la tarde. “En ese tiempo el mar era más bravo y las olas eran más inmensas. Era muy insoportable el frío, no sé cómo hice para aguantar, además me sentía frustrado porque no llegaron a rescatarme”, lamenta.

Pasó toda la noche del domingo naufragando y amaneció el lunes con un sol tremendo. El mar se había calmado un poco. Transcurrió el día y anocheció con otro aguacero. “Improvisé con una bolsa plástica para tomar agua de la lluvia. Comí papas crudas”, cuenta el hombre que por pura casualidad las agarró antes de caer al agua.

“Las ganas de vivir y de ver a mi familia, a mis hijos y la fe en Dios, me ayudó a sobrevivir. Me aferré a las pichingas”, dice ahora acuerpado por su familia en su casa en Riojalandia de Barranca, en Puntarenas.

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“Esto fue increíble porque solo fueron las pichingas las que tuve para flotar, aunque las olas te revuelcan y te hunden. Yo salí con las piernas llenas de sangre y chimado por los mecates donde me agarraba”, explica.

“En mi país se dan cuenta que me rescata un barco el martes, aunque la emergencia yo la mandé un sábado”, cuenta. El Distrito Naval Pacífico encontró a Pérez Gutiérrez a 28 millas náuticas al suroeste de Cabo Blanco, ciudad de Puntarenas, Costa Rica, siendo rescatado por el buque mercante de nombre “SOPHIA Z”, con bandera de Bahamas, que lo llevó hasta el puerto de Corinto, en el departamento de Chinandega, Nicaragua.

Alejandro López se reencontró este viernes con sus hijos, Yusnaider (izquierda), Alejandra (derecha) y la pequeña Sofía. Foto: Andrés Garita. La Nación, Costa Rica

El hombre dice que las autoridades nicaragüenses se portaron muy bien con él y que el trato fue “excelente”. “Me trasladaron de Corinto a Managua y de Managua a la frontera. Ellos me dieron comida, abanico y hasta me preguntaban qué necesitaba y que ellos estaban en toda la disposición de servir”, detalla.

Llegó a su casa el viernes 17 de junio y pudo cargar en sus brazos de nuevo a su hija menor, de apenas 15 días de nacida, quien se llama Darlyn Alexandra, pero ahora se llamará Sofía, como el enorme barco mercante que lo rescató. Ahora tiene pensado retirarse de la pesca por petición de su familia y también por el trauma que le quedó.

De Cristian, de 34 años, no se sabe nada. El 17 de junio, equipos de Guardacostas y del Servicio de Vigilancia Aérea completaron cinco días de patrullajes por aire y mar para tratar de localizar al pescador, pero los resultados siguen siendo infructuosos.

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