Maribel tiene su mirada perdida. Es morena, usa el cabello corto y disfruta andar descalza. Repentinamente sonríe, lo hace a ratos y rápidamente se pone seria. De sus 37 años de edad, cinco de ellos, han sido un “infierno” tanto para ella, como para su familia, pues asegura estar sufriendo “los estragos de una brujería” que le hicieron.
Es una mujer campesina que antes de caer bajo el supuesto “hechizo” estudiaba enfermería. Hoy busca carne cruda para alimentarse, incluso sus propios animales domésticos. Los problemas de esta familia no los resuelve un curandero, el infierno que viven ya se prolongó cinco años y no encuentran ayuda.
En una visita que realizamos a su comunidad en el cerro Las Delicias de las Guayabas, ubicada a unos 5 kilómetros del poblado El Jicaral, en el departamento de León, la encontramos inquieta. Estaba sentada en una banca, no se había bañado, ni cambiado de ropa en los últimos tres días. Estaba descalza como normalmente se mantiene y en su boca, solo se ven los restos de lo que fue una buena dentadura.
Lo primero que nos dice es que come carne, tortilla de maíz, y frijoles sancochados, los que prepara en un improvisado fuego en lo alguna vez fue una cocina de taquezal. Explica que cuando se siente bien, le dice a su mamá que quiere bañarse, pero cuando el mal la ataca es otra cosa.
“Me agarra el temblor y el cuerpo se me afloja, siento la necesidad de comer carne. Al sentir el mal, pruebo qué animal me llega, y me da por comer carne de lo que sea, si encuentro al gato me lo intento comer es como que me tranquiza”, dice. “Mi esperanza es que venga la mujer que hizo ´el desentierro´ (el hechizo) para que me saque el mal que tengo en el estómago”, dice Maribel.
Supuesta pastora la atiende
La joven se refiere a la “hermana Leila”, una supuesta pastora evangélica de Santa Rosa del Peñón, que les cobra hasta 500 córdobas, sólo por transportarse al lugar y luchar con “fuerzas oscuras” como las que ataca a Maribel, pero, su caso sigue igual.
“Cuando es cosa de brujería, ni los médicos pueden. Solo con la liberación que hace la hermana Leila he tenido un poco de cambio. Espero estar bien, quiero estar bien”, insiste Maribel en un momento que parece de lucidez. “No sé quién me hizo este mal, cuando estoy comiendo hasta pelos me salen encima. Pero la pastora me dijo que hasta que vomite todas las cochinadas que tengo en el estomago, me voy a curar”, agregó la afectada.
Nieves Alcides Torres, el anciano padre de Maribel ha buscado por todos los medios posible ayuda para curar a su hija. “Estaba trabajando cuando me llamaron y me dijeron que llevara una ambulancia, la encontraron convulsionando y sin posibilidad de moverse, entonces la llevamos a Santa Rosa del Peñón, ahí, solo le dieron vitaminas y le dieron de alta”, contó Torres.
Perrita que sobrevivió a cuchillo incrustado aguarda ser adoptada
Padres tienen miedo
Don Nieves, asegura que desde ese día no trabaja y tiene una vida que llama “atribulada”. “Todas las noches tengo que estar pendiente con el foco en una hamaca vigilando porque esta muchacha se puede levantar y agarrar un cuchillo y arrancarle un tuco a la mamá o a mí, es un peligro porque esa enfermedad, le va avanzando cada vez más”, se lamentó.
Aseguró que él estaba criando gallinas, pero “se las comió todas, hasta una pandilla de gatos”. Cuenta que ahora ataca a las cabras. “Cuando le agarra esa fatiga, ese mal, comienza a quitarle las orejas a los cabros, y hasta a un gallo le arrancó pedazos para comérselos”, compartió Torres.
“Si alguien me pudiera ayudar para llevarla a un lugar donde la valoren porque ya no resisto verla en esta situación, he buscado por todos los medios, pero no he podido acabar con el sufrimiento de mi hija”, clama el preocupado. “Estoy sufriendo porque ya no tenemos para alimentarla. Hay noches que no duermo pensando que nos vamos a morir de hambre, aquí estamos en el monte a la intemperie y pidiendo comida dónde los vecinos”, relató entre sollozos la madre, Guadalupe Orozco.
Don Andrés, el hombre que salva perros y gatos en la Casa Hogar Scooby de Masaya
MINSA no llega a la comunidad
El comportamiento que tiene Maribel es un caso particular, pero no extraño en un país, donde no se prioriza la salud mental de sus ciudadanos por tratarse de una zona alejada. Maribel no tiene acceso al sistema de salud público y los que hay cerca, no cuentan con la capacidad para entender la gravedad del caso con el que ella y sus padres batallan.
Desde hace mucho la salud de Maribel se deteriora. La zona donde vive es inhóspita, tan alejada que luce abandonada por el Estado. Basta observar las ruinas en la que vive y la suciedad que les rodea, más sus carencias, para entender porque cada día empeora.
Aunque la familia insiste que el caso de Maribel se trata de brujería, el pastor Cesar Martínez, ministro de la iglesia local Misión Cristiana, asegura que la joven necesita una atención profesional, así como la ayuda espiritual y solidaridad de la comunidad y el Estado.
“Se ha venido orando y ayunando por esta joven porque se debe orar por los enfermos, pero su estado de salud sigue igual. El caso de esta joven es profesional, necesita atención psicológica, porque hay un trastorno mental y desaseo porque ustedes pueden ver cómo vive, en precariedad, debe de recibir atención médica y mental para que pueda salir adelante”, recomendó el religioso.
Urge ayuda, dice psicóloga
Al conocer el caso de Maribel, la psicóloga clínica Martha Ortiz, dice que el problema de la salud mental en el país es abordado siempre de manera superficial.
Manifestó que las consecuencias más graves, de no atenderse a tiempo, es que puede terminar en un aumento de la violencia en los núcleos familiares, los altos índices de embarazos adolescentes, el incremento en el número de autolesiones y hasta suicidios.
Destaca que otro problema y con grandes repercusiones es el poco presupuesto que se invierte en salud mental a nivel individual, en tiempos en que más se necesita. “En occidente hay mucha gente que sufre por problemas que se relaciona con el entorno del desempleo, la migración, la falta de oportunidades, el suicidio y la vulnerabilidad en las que viven las comunidades de la zona rural que carecen de atención médica, educación y calidad de vida”, explicó la experta.
Acceder a la atención psicológica y psiquiátrica de forma privada, es costoso para familias como estas. Al sistema público muy pocos pueden acceder porque tampoco cuenta con los especialistas en el tema, lo que hace imposible predecir qué pasará con Maribel, aunque insista en que quisiera volver a estar sana.
You must be logged in to post a comment Login