Al finalizar el lunes por la noche el acto del 44 aniversario de la Fuerza Aérea de Nicaragua, la vocera del régimen sandinista, Rosario Murillo, se lanzó nuevamente en un ataque verbal contra los grupos opositores a quienes tachó de “demonios” y “pobres diablos”.
Durante el acto solo le cedieron los micrófonos al dictador Daniel Ortega, pero Murillo aprovechó las cámaras y micrófonos de los medios oficialistas para despotricar una vez más y luego de unos minutos en los que pregonaba «paz» y «amor» empezó con su discurso de odio y a mencionar su ya trillada frase: “no pudieron ni podrán”.
La también vicepresidenta de Nicaragua llamó “perversos” a los opositores, ya que según ella, no desean que Nicaragua prospere. Al respecto, considera que esos sí son crimen de lesa humanidad, pese a que quienes han sido señalados por tales delitos son ella, Daniel Ortega y otros funcionarios del aparato estatal.
“Hemos podido enfrentar a los demonios y vencerlos”
“Cómo puede alguien, si no es perverso, no desear que su pueblo prospere o progrese, ahí hay un estancamiento, una putrefacción de almas, cuando alguien está empeñado en que su país, su pueblo, las familias no progresen, no prosperen, no salgan de la pobreza, eso es de verdad un crimen de lesa humanidad, pensar así, sentir así cuando uno ve cómo algunos siguen pensando que hay que generar más y más pobreza o precariedad en Nicaragua para vencernos”, dijo Rosario Murillo, obviando que el país, pese a tantos años del FSLN en el poder, sigue siendo el segundo más pobre del hemisferio.
“Pobres diablos, porque eso es lo que son, mientras en esta Nicaragua bendita, aquí con amor a Dios trabajamos duro y vamos adelante y somos capaces de enfrentar todas las dificultades y trascenderlas… Con el alma grande y llena de Dios hemos podido enfrentar a los demonios y vencerlos y derrotarlos, y derrotar sus malos instintos y derrotar el mal corazón, los malos deseos”, continuó la segunda al mando del régimen.
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Señaló además que «en un mundo tan complicado donde prevalecen los instintos malignos de guerra nosotros decimos: no puede ser, no puede prosperar la guerra, no solo tenemos que alcanzar la paz en todo el mundo sino que ser ejemplo en nuestra Nicaragua”.
Si bien tanto Murillo como Ortega hablan de una Nicaragua en paz, en realidad en el país organismos defensores de derechos humanos contabilizan más de 60 presos políticos, entre ellos sacerdotes y el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez. Igualmente el régimen ha desatado una feroz persecución contra opositores, periodistas y la misma Iglesia católica.
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