La 54ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que se llevará a cabo desde este 26 de junio en Paraguay, se anticipa como un foro de intensos debates, reflejando las profundas divisiones y desafíos políticos en América Latina, una región plagada de regímenes de izquierda y dictaduras.
Un punto queda claro: la administración del presidente Joe Biden busca reafirmar su agenda geopolítica en la región, agitando sanciones y resoluciones contra varios gobiernos latinoamericanos, incluido el régimen de Nicaragua.
Estados Unidos firme.
El embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Frank Mora, ya detalló la semana anterior los objetivos de cara al foro regional, que se celebrará en Asunción, Paraguay, del 26 al 28 de junio.
OEA pedirá a países presionar más a Nicaragua para el retorno de la democracia
Mora subrayó que la Casa Blanca busca garantizar la integridad del proceso electoral en Venezuela, condenar la dictadura en Nicaragua y apoyar la transición democrática en Haití.
Los comicios en Venezuela están sujetos a la voluntad política del tirano Nicolás Maduro, quien controla todas las instituciones estatales y podría suspender las elecciones para mantener su poder.
Las acciones.
En este contexto, el régimen ha prohibido la presencia de observadores de la Unión Europea (UE) y no ha invitado a la OEA para supervisar el proceso electoral. “Seguimos presionando a Maduro para que se celebren elecciones creíbles y justas en Venezuela”, afirmó Mora en una conferencia de prensa.
#Ahora 🛑 Presidente de Paraguay, Santiago Peña, sobre Nicaragua: «pedimos que se restituya la democracia»
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La estrategia de la administración Biden incluye monitorear el proceso electoral y apoyar las gestiones políticas lideradas por los presidentes de Brasil y Colombia, Lula da Silva y Gustavo Petro, respectivamente, para evitar una crisis institucional en América Latina ante una posible derrota de Maduro. Ambos mandatarios han dialogado con Maduro y la administración Biden para garantizar la integridad del proceso electoral.
“Estamos preocupados, no somos ingenuos. Pero vamos a continuar colaborando con la comunidad internacional y particularmente con los vecinos de Venezuela”, dijo Mora, resaltando los esfuerzos de Petro y Lula.
La visión de Estados Unidos.
Respecto a Nicaragua, Mora describió la resolución que prepara la OEA sobre la situación de derechos humanos en el país como “muy dura”.
Redactada por Canadá y apoyada por varios países, la resolución exige al régimen de Daniel Ortega que cese las violaciones sistemáticas a los derechos humanos. “La resolución tendrá un lenguaje fuerte. Nosotros no vamos a abandonar al pueblo de Nicaragua”, aseguró Mora.
Pero para lograr sus objetivos, debe enfrentarse a bloques de izquierda que simpatizan o son cómplices de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
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En el contexto actual, la postura de Colombia bajo el presidente Gustavo Petro, alineado con la izquierda, junto a Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva y México de Andrés Manuel López Obrador, forma un bloque sólido de oposición a los intereses de Estados Unidos.
Este trío de líderes ha manifestado su descontento con las políticas de Washington, señalando una distancia significativa con las prioridades estadounidenses en la región.
Centroamérica fragmentada y la postura de Nicaragua
En Centroamérica, la falta de unidad a favor de la democracia es evidente.
Honduras, bajo el gobierno de la izquierdista Xiomara Castro, actúa como portavoz de la dictadura de Nicaragua, ausente del foro por decisión propia. La actitud de Castro refleja un apoyo tácito a las políticas represivas de Daniel Ortega, lo que subraya la complejidad de la situación regional.
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El Salvador, por su parte, ha adoptado una postura de indiferencia hacia las resoluciones globales. El presidente Nayib Bukele, desde antes de su reelección, ha mostrado un claro desencanto con los mecanismos internacionales, priorizando una agenda nacionalista que se distancia de las expectativas de la OEA.
Costa Rica intenta mantener su tradición de apoyo a la democracia, a pesar de los conflictos y discursos radicales del presidente Rodrigo Chaves.
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La ambigüedad en su política exterior, como cercano de los Ortega-Murillo y admirador de Bukele, genera incertidumbre sobre su verdadera posición en los debates de la Asamblea General.
Guatemala, bajo la presidencia de Bernardo Arévalo, sigue siendo una incógnita. Aunque Arévalo ha emitido discursos pro-democracia, su capacidad para influir de manera efectiva en las resoluciones de la OEA está por verse.
Agenda de Estados Unidos y desafíos regionales
En este entorno fragmentado, la agenda de la administración Biden enfrenta obstáculos significativos.
La falta de consenso entre los países miembros de la OEA podría dificultar la implementación de políticas coherentes y efectivas para abordar los problemas más urgentes de la región, como la crisis en Venezuela, la dictadura en Nicaragua y la inestabilidad en Haití.
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El resultado de la Asamblea General será crucial para definir el futuro de la cooperación hemisférica y la capacidad de la OEA para actuar como un foro efectivo en la resolución de conflictos y la promoción de la democracia en América Latina.
Sin embargo, las profundas divisiones y la resistencia a la agenda de Estados Unidos ponen en duda la eficacia del foro regional en este momento crítico y ponen a prueba la capacidad de incidencia de Washington.