Por: Edgard Blanco López, Politólogo Universidad de Costa Rica / Presidente de la organización Acción Universitaria
En el contexto en el que se encuentra hoy América Latina y el mundo entero, con los últimos acontecimientos en Venezuela, podría ser tentador pensar que esto es producto de “la generación espontánea” o como resultado de un mágico despertar del pueblo venezolano que hoy defiende su derecho a ser un país libre y se defiende de la tiranía que durante décadas gobierna el país con los recursos petrolíferos de reserva, mas importantes de las Américas, sin embargo esto no sería del todo exacto, más bien erróneo.
Por lo antes expuesto, es importante realizar un recorrido histórico de lo que ha llevado a este momento histórico que es producto de la lucha incansable de todo el pueblo venezolanos con aciertos y errores de una oposición política que ha logrado finalmente la unidad en un candidato único y un pueblo que ha puesto su confianza en la indiscutible líder opositora María Corina Machado.
El inicio con Hugo Chávez
Desde el ascenso de Hugo Chávez al poder en 1999, Venezuela ha atravesado una serie de transformaciones políticas y económicas que han marcado el destino del país. Chávez instauró un modelo de socialismo del siglo XXI, caracterizado por la nacionalización de industrias clave, la redistribución de recursos y un fuerte discurso antiimperialista que se podría catalogar como un incipiente populismo del siglo XXI mas bien. La retórica chavista se centró en la lucha contra lo que ellos llamaban neoliberalismo y en la construcción de una nueva sociedad más equitativa, un discurso muy popular tras una América Latina que buscaba salir de la pobreza.
El chavismo consolidó su poder a través de una serie de reformas institucionales que permitieron al régimen controlar los mecanismos del Estado, incluyendo el sistema judicial, el poder electoral y los medios de comunicación. A lo largo de los años, el régimen ha utilizado su control sobre los recursos del Estado para establecer una red clientelista que asegura el apoyo de diversos sectores de la población. Sin embargo, la crisis económica y social se intensificó con la caída de los precios del petróleo, la principal fuente de ingresos del país. La inflación galopante, la escasez de bienes básicos y la migración masiva de venezolanos son testimonio de la profunda crisis que atraviesa el país (The New York Times, «Venezuela’s Crisis Explained»).
Así mismo, la terrible crisis económica que enfrenta el país, con una enorme inflación, con poco acceso a recursos básicos, apagones y terribles problemas en la administración del sistema de salud, asi mismo enfrentando una migración de más 7 millones de ciudadanos venezolanos.
Desde la asunción de Hugo Chávez en 1999, la inflación en Venezuela ha experimentado una escalada dramática. Inicialmente del 20% anual, alcanzó el 31,1% en 2003 y fluctuó entre el 12,5% en 2001 y el 52,2% en 2013. Durante el gobierno de Nicolás Maduro, la inflación se disparó al 68,5% en 2014, 180,9% en 2015, y al 274% en 2016. En 2017, escaló al 862,6%, y en 2018 llegó al 130,060%. A pesar de una leve reducción a 9.585,5% en 2018, la inflación se mantuvo en torno al 3.000% hasta 2020. En 2021 fue del 234% y en 2023 del 189%. Durante este período, el Bolívar perdió 14 ceros.
Este colapso económico se debe principalmente a la gestión desastrosa de la política petrolera, que representa el 95% de los ingresos estatales. Chávez inició el deterioro al tomar control de PDVSA y remplazar personal calificado por leales políticos. La producción de petróleo cayó de 2,89 millones de barriles diarios en 1999 a 0,75 millones en 2023. Entre 1999 y 2018, el gobierno gastó U$S 975.000 millones de ingresos petroleros en expropiaciones y armamento, mientras la bonanza petrolera no se invirtió en modernización. Esto resultó en un sistema energético obsoleto y en constantes cortes eléctricos.
La economía venezolana se contrajo un 75% entre 2017 y 2020, y las exportaciones cayeron de U$S 92.800 millones en 2011 a U$S 25.400 millones en 2017. El déficit fiscal aumentó del 11,6% al 21,2% del PIB, y la deuda externa se disparó de U$S 28.311 millones en 1999 a U$S 154.000 millones en 2024. La ineficiencia en la gestión petrolera ha impedido a Venezuela acceder a recursos valuados en U$S 97.560 millones.(Statista, “Los países con las mayores reservas de petróleo”)
El modelo de opositor de Ortega
Por otro lado, más allá de ello y teniendo en cuenta el contraste con otras dictaduras que surgen de la misma raíz “Cuba” el contexto político en Nicaragua bajo Daniel Ortega y los sandinistas ofrece un contraste y algunas similitudes con la situación venezolana. Ortega, quien regresó al poder en 2007 después de un período de gobierno sandinista anterior, adoptó una retórica similar a la del chavismo, criticando el neoliberalismo y prometiendo una redistribución de la riqueza para beneficiar a los sectores más vulnerables.
El discurso inaugural de Ortega, en el que prometió gobernar para los más pobres se presentó como una respuesta a las llamadas políticas neoliberales que habían predominado en Nicaragua durante los años anteriores, dicho sea de paso, los pocos años de construcción de democracia que hemos vivido en Nicaragua. No obstante, con el tiempo, su gobierno ha mostrado una tendencia hacia otra ala, negociando con sectores empresariales y manteniendo un control férreo sobre el poder político. La retórica del gobierno de los más pobres ha evolucionado hacia una forma de clientelismo y consolidación del poder, similar en algunos aspectos al modelo venezolano (BBC News, «Nicaragua’s Ortega: From Revolutionary to Pragmatic Leader»).
El gobierno de Ortega ha mantenido una relación cercana con regímenes aliados como el de Venezuela, lo que ha permitido la implementación de proyectos conjuntos y el fortalecimiento de lazos políticos y económicos. Sin embargo, es importante recordad el ambiente electoral de 1990 donde nadie creía en la derrota del sandinismo, y nadie pensaba que el régimen que lo tenía todo, desde el poder militar hasta el control total de empresas y un Estado gigantesco entregaría el poder, no obstante sucedió y hubo una transición histórica curiosamente liderada por una mujer también.
Pero no solo es importante centrarse en la transición si no más bien en la promesa cuasi-vengativa de Ortega de “Gobernar desde abajo” lo que se traduciría en que iba a ser una oposición que siguiera gobernando, y así lo hizo de alguna manera, por medio de la violencia en las calles, aprovechándose de las luchas sociales como la del 6% a la educación, y durante los meses posteriores a la elección además su gobierno comenzó a repartir los bienes que habían confiscados, otorgándolos a los lideres políticos del sandinismo, iniciando una de las fases más vergonzosas de la historia de Nicaragua denominada “la piñata” esto en referencia a que repartieron las propiedades del Estado entre sus amigos como si fueran dulces de una piñata.
Algo similar podría verse en Venezuela, el régimen de de Chávez y hoy Maduro a confiscado tantas propiedades y empresas que son incontables las pérdidas que esto ha provocado, por lo que imaginando una posible pérdida electoral, en el mejor escenario buscaran sacar el mayor provecho a la corrupción que aún pueden ejercer en estos próximos seis meses.
Elecciones cruciales
El 28 de julio se presenta como un punto fundamental en la trayectoria política de Venezuela. La elección está marcada por una alta participación popular impulsada por María Corina Machado, quien ha logrado movilizar a una población cansada del régimen chavista. Este aumento en la participación refleja un deseo generalizado de cambio y una creciente presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro.
El contexto electoral en Venezuela está cargado de tensiones debido a la percepción de fraude y manipulación por parte del régimen. La experiencia histórica del chavismo muestra una tendencia a utilizar el fraude electoral y la represión para asegurar resultados favorables. A pesar de las reformas y las promesas de mayor transparencia, las elecciones en Venezuela han estado plagadas de irregularidades, lo que ha llevado a una falta de confianza en el proceso electoral (Reuters, «Venezuela Election Fraud Concerns»).
La comparación con el caso de Daniel Ortega sugiere que, aunque el régimen chavista podría intentar utilizar tácticas similares a las empleadas por Ortega en Nicaragua, la situación en Venezuela es particularmente volátil. Ortega ha logrado mantenerse en el poder mediante una combinación de negociaciones políticas y una fuerte retórica populista, pero la falta de una narrativa convincente y el deterioro de las condiciones económicas en Venezuela pueden limitar la efectividad de estas tácticas en el contexto actual.
El 28 de julio es una fecha de gran importancia para Venezuela, con la posibilidad de que el país enfrente un punto de inflexión en su trayectoria política. La participación masiva y el creciente descontento popular indican un fuerte deseo de cambio, pero el régimen de Maduro tiene la capacidad de utilizar tácticas de fraude y represión para intentar mantener el control.
La experiencia de Ortega en Nicaragua ofrece una perspectiva útil para entender cómo los regímenes autoritarios pueden adaptar sus estrategias para enfrentar crisis políticas. Sin embargo, la situación en Venezuela es más compleja debido a la profundidad de la crisis económica y social, así como a la falta de confianza en las instituciones electorales.
En términos de política internacional, la comunidad global debe estar preparada para responder a los posibles escenarios que podrían surgir después del 28 de julio. Esto incluye la vigilancia de las elecciones y la preparación para abordar cualquier intento de manipulación o fraude. Además, es crucial apoyar esfuerzos que busquen una transición pacífica y democrática en Venezuela, en un contexto donde la estabilidad regional y los intereses globales están en juego.