El escritor y exvicepresidente de la república Sergio Ramírez Mercado ofreció una entrevista exclusiva a la cadena BBC Mundo en la que reveló que los ejemplares de su nueva novela llamada «Tongolele no sabe bailar» están retenidos en aduana desde hace diez días.
Ramírez considera que la publicación de esta novela «que retrata los acontecimientos del 2018, la represión brutal de 2018» fue «el gran detonante» para que Daniel Ortega y Rosario Murillo emprendieran más agresivamente una persecución judicial en su contra.
«Hace 10 días la novela llegó a las aduanas de Managua, por los pedidos que hicieron los distribuidores, las librerías y fue retenido, la novela está retenida», confirmó el autor.
Ramírez aseguró que es «la primera vez en mi vida que un libro mío era prohibido en Nicaragua. Bajo Somoza mis libros nunca fueron prohibidos».
También indicó que empezó a ver con la editorial qué era lo que sucedía cuando se emitió la orden de captura en su contra, por lo que cree que ambas cosas están relacionadas y que se trata de un castigo a su trabajo como escritor.
«Aquí se está reprimiendo la literatura, la libertad de expresión, la libertad de creación. Es la primera vez en muchos años que en América Latina se prohíbe una novela y se persigue a su autor, se persigue a un escritor», dijo Ramírez.
¿De qué trata Tongolele no sabe bailar?
En una entrada en su sitio web donde Sergio Ramírez presenta su más reciente libro, deja claro que ha tratado por años de mantenerse en su papel de escritor y contar las historias con neutralidad, pero en este caso tomó un riesgo.
La trama se desarrolla siguiendo los hilos de dos de sus novelas anteriores; «El cielo llora por mí» y «Ya nadie llora por mi», en las que el inspector Dolores Morales indaga sobre diversos hechos criminales.
«En esta novela las circunstancias ponen al inspector Morales dentro de los acontecimientos que se desarrollan en Nicaragua a partir del mes de abril del 2018, hace apenas tres años, cuando se inicia una despiadada represión que deja como saldo la muerte de más de 400 víctimas, jóvenes y adolescentes en su inmensa mayoría», escribió Ramírez.
Según el escritor la novela lleva al personaje principal a meterse de lleno «en el entramado de la represión», por lo que se relatan escenas como «los francotiradores cazando muchachos con rifles Dragunov desde el techo de un estadio de beisbol; el incendio de una fábrica de colchones que eran también vivienda de la familia propietaria, y donde todos, adultos y niños, murieron entre las llamas; el asalto de los paramilitares a la iglesia de la Divina Misericordia en Managua, con otro saldo de muertos».
Tongolele parece ser una alusión a la figura de Daniel Ortega, pues Ramírez lo describe como el «jefe de sicarios» que «viene de la tradición guerrillera y fue combatiente en la lucha para derrocar a la tiranía de Somoza».
Temor por sus escritos y libros
Sergio Ramírez dijo que sintió temor a la orden de allanamiento en su contra primero por la seguridad de su familia, y luego porque ahí se encuentra algo muy preciado para él; una biblioteca personal de más de 8 mil libros y sus manuscritos.
«Pensé en unas botas militares entrando en mi casa, rompiendo puertas, porque entran con mucha violencia cada vez que hacen un allanamiento, manoseando mis libros, mis papeles de escritor», relató a la cadena británica.
Ramírez relató que durante su primer exilio- en la dinastía somocista- tuvo que exiliarse porque hacía un trabajo político, pero ahora increíblemente «estoy exiliado con mi computador de escritor y yo soy escritor exiliado», indicó.
» Al violentar a un escritor se violentan sus libros, se violenta su mundo imaginario, su mundo de creación literaria. Me parece que es lo que ha despertado mayor alarma en el mundo», manifestó el reconocido personaje literario.
Sergio Ramírez salió del país por tratamiento médico y ahora duda en regresa
Ortega cierra sus puertas
Ramírez lamentó nuevamente que el FSLN se haya convertido en una emulación de la dictadura somocista que un día intentó combatir, y reconoció que se agotan los mecanismos para poner fin a la nueva dictadura instaurada por Daniel Ortega, pero cree que entre en realidad «está agotándose», porque «mientras un régimen más concentra poder, más se debilita. Parece paradójico, pero así es.», advirtió.
«Me parece que sería una atrocidad extender el reconocimiento diplomático a una dictadura que se está valiendo de todos los medios posibles, ilegítimos y abusivos para perpetuarse en el poder, destruyendo la posibilidad de que el pueblo de Nicaragua elija libremente», expresó.
Además reconoció que los exiliados tienen menos perspectivas de regresar pronto a Nicaragua bajo las actuales circunstancias y que todo hace indicar que se deben preparar para un exilio indefinido.
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