Sus últimos días en libertad, Dora María Téllez Argüello los vivió en su finca ubicada en Ticuantepe. Ya alejada de las armas y de aquella boina que la caracterizaba durante los finales de los 70 cuando era todo un símbolo de la lucha guerrillera contra Somoza. Llevaba años alejada del FSLN y de Daniel Ortega y se había convertido en el rostros de otro partido; el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) —renombrado Unamos—, la agrupación que el escritor Sergio Ramírez fundó en el 90, tras divorciarse ideológicamente del caudillo sandinista.
Cuando el régimen inició la ola de capturas contra opositores, muchos no eran capaces de creer que Ortega podría irse en contra de aquellos que no menos de una vez le salvaron la vida y que lo acompañaron en los momentos convulsos del sandinismo, cuando era una guerrilla incipiente en contra del somocismo, pero todo cambió cuando el domingo 13 de junio empezaron las denuncias por redes sociales. La policía usó hasta un dron para ejecutar esa captura.
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Las redes sociales explotaron sobre la detención de Téllez. Nadie pudo documentar cómo ocurrió, pero más tarde familiares y conocidos revelaron que fue golpeada. Ese domingo fue arrestada junto a la activista Ana Margarita Vijil.
El arresto de Téllez se convirtió en titulares en los medios de comunicación a nivel mundial, debido a que fue una figura prominente de la revolución sandinista, y por haber sido inmortalizada en una crónica que Gabriel García Márquez escribió sobre el asalto al Palacio Nacional.
Cambiar su comodidad por la vida clandestina
La exguerrillera nació el 21 de noviembre de 1955 en Matagalpa. Su padre era trabajador estatal y su madre modista de alta costura, lo que en esa época los ubicaba en la privilegiada clase media. Fue su padre quien le inculcó el interés por la política.
Al ingresar a la UNAN León a estudiar medicina empieza a tener contacto con el naciente movimiento guerrillero FSLN, que usaba las universidades para reclutar jóvenes y difundir sus mensajes en contra de la dinastía gobernante.
«En Nicaragua no había en ese momento ninguna forma cívica de cambiar el sistema político», dijo la exguerrillera al programa Mi Vida, Mi Historia de Vostv, canal 14.
Cuando el FSLN le propone irse clandestina a las montañas para combatir contra Somoza, ella aceptó. Dejó una carta a sus padres explicando su decisión y empezó su historia guerrillera. Eso implicó que abandonara sus estudios de medicina, cuando ya cursaba su tercer año. Nunca ha estado casada y no tiene hijos. Se ha dedicado de lleno a la política.
La exguerrillera cambió decisivamente el lápiz por una ametralladora M30 con la que una vez rafagueó una caravana de vehículos militares, mientras Daniel Ortega dirigía las operaciones desde lo alto a unos 300 metros de distancia.
Héctor Mairena, dirigente de Unamos y quien conoce a Téllez desde hace muchos años, dijo que la exguerrillera se ha caracterizado por ser bien consecuente con lo que piensa, “de esa manera se incorporó a la lucha armada contra la dictadura somocista donde tuvo una destacada participación”.
«La lucha armada no debería ser nunca una opción para jóvenes, yo siento que mi generación debió haberse dedicado a lo que se dedican los jóvenes; salir a una tertulia, ir a fiestas (…) siento que hay una parte de la juventud que nos fue arrebatada ciertamente» reflexionó Téllez.
La guerrillera fue enviada a Cuba por el FSLN para ser formada en tácticas militares y se especializó en manipulación de explosivos.
La Comandante Dos y la «Operación Chanchera»
A los 22 años, con cierta experiencia guerrillera, Téllez formó parte del épico escuadrón que dirigió el fallecido Edén Pastora y Hugo Torres, con otros 25 combatientes para ejecutar la operación “Muerte al Somocismo”.
La misión fue asaltar el Salón Azul del Palacio Nacional de Managua, sede del parlamento somocista. Esto se conoció como la “Operación Chanchera”, porque comparaban a los diputados con los cerdos. La acción que se llevó a cabo un 22 de agosto de 1978, considerada una de las más emblemáticas de los sandinistas y como un golpe fuerte a Somoza.
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Téllez estuvo en ese lugar donde se negoció varios puntos: la liberación de 50 presos políticos, publicar manifiestos de los sandinistas y exigir la entrega 500 mil dólares a los que llevaron el operativo. El exguerrillero Pastora fue nombrado como el Comandante Cero, Torres el Comandante Uno y Téllez, la única mujer en la misión, como la “Comandante Dos”.
Una mujer de mando en la guerrilla
Bajo esa audacia fue inmortalizada por Gabriel García Márquez en su crónica Asalto al Palacio. El escritor describió a Téllez como “una muchacha muy bella, tímida y absorta, con una inteligencia y un buen juicio que le hubieran servido para cualquier cosa grande en la vida”.
Aquella muchacha que describió Márquez, fue protagonista de la ofensiva final contra la dictadura de Somoza como jefa del Estado Mayor del Frente Rigoberto López Pérez. Posteriormente fue jefa militar de León y de otros comandos importantes. Ocupó el cargo de vicepresidenta del Consejo de Estado, luego diputada de la Asamblea Nacional y ministra de Salud, una vez que el sandinismo alcanzó el poder.
Pero también la vida de Téllez tuvo grises. En 2005 fue tildada de “terrorista” por el Gobierno de George W. Bush y le fue denegado el visado para entrar en Estados Unidos.
Téllez habría sido invitada por la Universidad de Harvard para dar una cátedra como profesora visitante de Estudios Latinoamericanos Robert Kennedy durante el curso de primavera de ese año. “La acusación que me hace el Gobierno norteamericano atenta contra mis derechos humanos”, dijo Téllez en ese entonces, y declaró que “no puedo por menos que considerarla como una amenaza a mi vida, a mi seguridad, integridad y tranquilidad”.
El cambio de corriente
La comandante siempre ha sido una mujer que defiende con firmeza sus planteamientos políticos. El carácter y estilo de guerrillera lo ha mantenido hasta en sus entrevistas. Estas fueron sus palabras en una ocasión:
“Si eligen al Frente Sandinista 17 veces, 17 veces que vamos a estar en el poder. Ni una sola vez de esas vamos a decir: no, nosotros ya no, dejémosles el puesto a otros”, afirmó al diario El País en 1985, al mencionar el derecho de su partido a seguir en el gobierno si ganaba las elecciones.
Pero Téllez reconoció muchos años más tarde, que el Frente Sandinista no era un lugar donde podía seguir militando. Se separó de esta organización a raíz de la derrota electoral que sufrió Ortega en 1990. El partido se dividió en dos: los llamados “ortodoxos” que encabezaba el caudillo sandinista y que insistían en seguir en el poder, y los llamados “renovadores”, encabezados por Sergio Ramírez —quien fue vicepresidente del caudillo sandinista 1985 – 1990—, que proponían una democratización del partido.
La exguerrillera se alió con Ramírez y un buen grupo de disidentes sandinistas “renovadores” y formaron el MRS en 1995. Téllez fue presidenta de esta agrupación. Pero seis años después, en 2001, regresó al FSLN. “Nunca es tarde o temprano para un acuerdo”, fueron las palabras que usó ante los medios para justificar una alianza electoral con Ortega.
Luego vino el divorcio definitivo entre “ortodoxos” y los “renovadores”. El MRS se fue a hacer tienda aparte con otros partidos políticos opositores y Ortega les dio el ultimátum: les suspendió su personalidad jurídica en 2008. Hasta hoy no se las entregan. Téllez llegó a someterse a huelga de hambre con sus antiguos compañeros de armas para protestar, pero esto no tuvo resultados.
La historia juzga a la persona
“La dictadura de Ortega ha mantenido una acusación permanente contra Dora María acusándola de cualquier cosa. Cuando nos separamos del Frente Sandinista dijeron que respondía a la CIA, a la voluntad imperialistas y demás”, indicó Héctor Mairena.
“La historia juzga a la persona por la consecuencia con lo que cree y por los principios de la democracia, la justicia y la libertad. Creo que Dora María ha sido consecuente con la lucha por lo que ella cree”, agregó el dirigente político, quien señala que de 2018 a la fecha, en lo que llama la rebelión cívica ciudadana, Téllez con todo el partido acompañaron las demandas sociales.
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“Su secuestro por parte de la dictadura es una consecuencia de esa actitud”, dice Mairena. Téllez cumplió 66 años el pasado domingo en la cárcel en medio de la soledad y el aislamiento que ha sido sometida, según denuncias de Unamos. Tiene más de 160 días presa y se le acusa supuestamente de “conspiración y menoscabo a la integridad nacional”.
Su antigua entrega al sandinismo acabó en una celda oscura donde la llevó aquel excompañero de guerrilla al que ella, y muchos otros compañeros entregados al combate fuego a fuego le salvaron la vida muchas veces.
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