Máximo Reyes perdió su pierna tras haber tenido un accidente cuando trabajaba como mensajero para un tío de Gustavo Porras, don Jaime Saavedra Jarquín. En las primeras semanas de febrero de 1988, Reyes se había sacado el premio mayor de la Lotería Nacional que era de 750 mil córdobas y además había vendido un camioncito y una camioneta de trabajo en 20 mil y 16 mil córdobas respectivamente.
El hombre contaba con el dinero para comprar un nuevo y mejor vehículo que le permitiera seguir vendiendo verduras en las calles de Managua, además de continuar con el tratamiento y mejoras su pierna, la cual perdió en 1974 después de que un etílico capitán de la Guardia Nacional de Somoza lo atropellara salvajemente porque Reyes le reclamó después de que, en medio de su borrachera, el guardia tratara de agredirlo.
Sin embargo, el gobierno sandinista de la época le arruinó los planes a Reyes. Aquel domingo 14 de febrero de 1988, en el «Día del Amor y la Amistad», el regalo que Daniel Ortega le dio a los nicaragüenses fue una reforma monetaria anunciada en el Decreto No. 306, Ley de Conversión Monetaria, la cual establecía que a partir del día 15 de ese mes, cada mil córdobas equivalían a un córdoba.
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La reforma también indicaba que un dólar equivalía a diez «nuevos córdobas», y la población solamente podía cambiar hasta un máximo de 10 millones de córdobas viejos por cabeza de familia, es decir, 10 mil córdobas nuevos. Muchos nicaragüenses se sintieron estafados por el gobierno sandinista.
Si una persona tenía ahorrado 15 millones de córdobas en el banco o en efectivo y quería cambiarlos, solamente se le permitía cambiar 10 millones, e iba a recibir 10 mil córdobas, perdiendo un total de 14 millones 990 mil córdobas. Justo así le sucedió a la importadora Lipsia Vanegas, que entregó 8 mil millones en moneda vieja para cambiarlos por córdobas nuevos, pero de esa cantidad, 7,990 millones quedaron retenidos en depósitos y solamente recibió 10 mil córdobas nuevos a cambio de los 10 millones que se podían cambiar.
Pero además, los ciudadanos tenían solo tres días para cambiar sus «viejos córdobas» en los centros de canje autorizados. Máximo Reyes recuerda que en la cuarta etapa del Reparto Shick donde habitaba, el centro habilitado para realizar el cambio monetario era el Colegio Salomón Ibarra, pero él no pudo cambiar su dinero.
Reyes recuerda que eran unas filas interminables, y cuando uno ya iba llegando el centro cerraba. «No dio tiempo, ya no pude» cambiar el dinero, comenta el hombre y fue así como sus 750 mil córdobas ganados en la Lotería se convirtieron en humo tras la medida adoptada por el gobierno.
«Me sentí frustrado en ese momento» rememora Reyes, quien también perdió los 36 mil córdobas tras la venta de sus dos vehículos que ocupaba para trabajar. «Se me ocurrió vender los dos para ver si sacaba un nuevo, pero hasta eso se me llevaron en el saco», lamenta.
El diario oficial del FSLN, Barricada, reportó para aquel entonces que fueron unos 60 mil empleados del Sistema Financiero los juramentados y encargados de realizar el cambio de todos los córdobas en 1,611 mesas o centros de canje distribuidos por todo el país, pero estos empleados fueron movilizados sin saber para qué se le movilizaba, nadie debía saber más de lo que le tocaba hacer y tampoco conocer a grandes rasgos la operación clandestina.
Los motivos de «Berta»
La reforma monetaria se venía fraguando desde 1983 entre un grupo selecto de funcionarios del sistema financiero, el Ministro de Planificación Económica Henry Ruiz y Daniel Ortega, quien un año más tarde sería nombrado presidente. Se tenía previsto que «Berta» fuese impulsada a partir de 1985, y es considerada como la mayor acción clandestina que ejecutaron los sandinistas en el poder.
Los ungidos para colaborar en la creación de la estrategia monetaria, además de Henry Ruiz, fueron Enrique Figueroa, Alfredo Alaníz, Juan Jovanés, Javier Bone, Noel González, Néstor Avendaño y René Vivas, y el compromiso era no filtrar nada de la operación a nadie, ni a sus esposas, madres ni a nadie.
Según la revista Envío, el juramento decía así: «Yo… integrado en la tarea de la Operación «Berta», juro solemnemente ante los más sagrados principios de nuestra revolución, ante la memoria de nuestros Héroes y Mártires, preservar fielmente con celo el conocimiento adquirido y mantener la compartimentación y el secreto de la Operación «Berta». Si llegara a violar este juramento, que las leyes revolucionarias caigan sobre mí, y el desprecio del pueblo nicaragüense sea mi castigo».
Para aquel entonces la inflación en Nicaragua estaba cerca de superar el 20% así que los sandinistas buscaron asesoramiento con países socialistas de Europa que también habían presentado problemas de hiperinflación. El plan fue ideado tanto en la República Democrática de Alemania como en Nicaragua, y fueron los alemanes quienes se comprometieron a imprimir los billetes para la operación clandestina y posteriormente trasladarlos a Managua.
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Henry Ruiz, mejor conocido como Comandante Modesto fue consultado por Nicaragua Investiga sobre las particularidades de la reforma monetaria que ideó, pero prefirió no hablar sobre el tema y se limitó a decir que «no quiero hablar de esa babosada. Hasta que saquemos a este jodido (Daniel Ortega). Más adelante vamos a hablar porque hay muchas cosas que no se han dicho exactamente, al menos desde lo que yo conozco».
Sin embargo, en un artículo escrito por María Dolores Ferrero titulado Daniel Ortega y Mijail Gorbachov. Nicaragua y la URSS en los Últimos años de la Guerra Fría, y publicado en la Revista de Historia Hispanoamericana Hispania Nova, Henry Ruiz dijo que el objetivo no fue realmente un ajuste económico que contuviera la inflación de aquellos años, aunque la reforma también serviría para ello.
«Un grupo de compañeros con la autorización de Daniel –porque nunca lo hubiéramos podido hacer de otra manera– planificamos en absoluto secreto la que denominamos Operación Berta para que saliera dinero oculto que estábamos seguros de que había. Por añadidura, disminuiría un poco el capital circulante, pero no fue planteada inicialmente como una devaluación, sino para “meter en cintura”, teóricamente, a nuestros organismos del Estado más gastosos», dijo Ruiz a la autora del artículo.
Estas reuniones se llevaban a cabo en un finca llamada Berta cerca del kilómetro 27 de Carretera Sur y por eso es que la operación adoptó ese nombre. Cuando estaba todo listo en 1985, los billetes ya en las bodegas de Managua recién traídos de Alemania, fue Daniel Ortega el que se echó para atrás cuando vio que habría un mayor control de los recursos del Estado y no podría disponer de ellos de manera libre a como lo venía haciendo.
La Dirección Nacional del FSLN no sabía nada de esta operación hasta que les fue presentada en 1985 y respaldaron la decisión de Ortega por la misma razón, ya no iban a poder manejar el presupuesto nacional a discreción así que se optó por engavetar la propuesta.
¿Porqué se ejecutó en 1988?
Para el primer trimestre de 1985 un dólar equivalía a 670 córdobas y aunque los sandinistas optaron por dejar engavetada la Operación Berta, sí realizaron otros ajustes económicos que el contexto demandaba. Se devaluó la moneda y se tuvo que incrementar el salario mínimo para enfrentar esa devaluación. Asimismo, se terminó aceptando el mercado libre de dólares, el cual estaba ilegalizado hasta ese momento, también hubo una reducción de la inversión pública y se eliminaron algunos subsidios a productos básicos.
Sin embargo estas medidas no fueron sostenibles, se terminó bajando el salario de los trabajadores mientras el precio de los combustibles aumentaba. Ya para 1987 el dólar se calculaba en 15 mil 750 córdobas.
Si esa cifra ya era preocupante, en 1988 era catastrófica. Un dólar equivalía a 21 mil córdobas en el banco según cifras oficiales, además de los problemas de escasez y la guerra civil que vivía el país en aquel entonces. La situación empeoraba tras una fuerte sequía que provocó una crisis alimentaria nacional, sumado al racionamiento energético y la baja producción de banano, algodón, café, carne, mariscos, cereales y azúcar.
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Ante el desolador panorama que planteaba la economía del país, el gobierno necesitaba darle una respuesta a la población, y el nuevo Ministro de Planificación Económica, Dionisio Marenco, se acordó de la operación que estaba engavetada, y Daniel Ortega ahora sí se decidió por implementarla.
María Dolores Ferrero valora en su artículo que la reforma monetaria ya no representaba una solución ¨porque la inflación había alcanzado unos límites inasumibles» y no había suficiente dinero para cambiar un córdoba nuevo por un córdoba viejo a como se proponía en la operación inicial. «La devaluación fue tan fuerte que se consideró atentatoria y el cambio de moneda se convirtió en una verdadera confiscación» apunta la académica.
En el artículo de Ferrero, Henry Ruiz explica que Dionisio Marenco lo que hizo fue «una simple operación matemática y vio que el único cambio viable era el de mil córdobas viejos por un córdoba nuevo», y fue así que quedó consumada la Operación Berta y muchos nicaragüenses como Máximo Reyes perdieron miles y hasta millones de córdobas.
Como el gobierno no dio mucho tiempo para que los nicaragüenses cambiaran sus billetes, hubo mucho dinero que pasó a ser historia o que quedó en depósitos porque el límite para cambiar eran 10 millones de córdobas por cada familia.
La Revista Envío detalla que en los tres días de cambio, quedaron retenidos en depósitos unos 116 mil 487 millones de córdobas viejos. El gobierno calculó que esa cantidad se sumaba a otros 100 mil millones que no fueron cambiados por la población o que manejaba la Contrarrevolución, y que representaba un 19.8% de la masa monetaria que fue retirada, lo cual significó para los sandinistas un gran paso para contra restar la inflación.
No pudieron golpear a la Contra
Pero además de supuestamente asestar un golpe a la hiperinflación, los sandinistas también buscaban descapitalizar a la contrarrevolución, que cargaba con grandes cantidades de dinero en efectivo en las montañas de Nicaragua mientras mantenía una guerra civil con los revolucionarios en el poder.
El antiguo comandante de la contra, Luis Fley, alega que la Operación Berta no golpeó a su organización militar y que eso más bien le ayudó en su lucha porque creó descontento entre la población con los gobernantes sandinistas. «Recuerdo que yo estaba en Yaró (Waslala) donde un campesino de apellido Arancibia y le habíamos comprado unas vacas» comenta Fley.
Tras darse a conocer la reforma monetaria, el campesino Arancibia tuvo que ir a Río Blanco para cambiar los miles de córdobas que le habían dado por las cabezas de ganado. Fley no recuerda con exactitud la cantidad exacta que se le pagó al campesino, pero sí precisa en que fue una cantidad considerable.
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«Las vacas que nosotros le habíamos comprado se le convirtieron en nada» lamenta Fley, quien opina que los sandinistas midieron mal su intención de perjudicarlos porque supuestamente la contra no caminaba consigo grandes cantidades de dinero y la plata que ocupaban era para alimentación.
«En mi caso, mensualmente un avión me dejaba caer en la madrugada el dinero para distribuirlo entre la tropa y alimentarla» e inmediatamente iban a abastecerse rememora Fley. Al conocerse la medida, el comandante contra comenta que no tenían una gran cantidad de dinero porque días antes ya habían cambiado y comprado lo que iban a ocupar para los siguientes días y se encontraban esperando que el avión les pasara tirando la nueva marmaja de reales.
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