A la Unión Nacional Opositora (UNO) le faltaba algo para finales de agosto de 1989. Las elecciones ya habían sido adelantadas para el 25 de febrero del siguiente año, la unidad entre conservadores de extrema derecha y comunistas de izquierda estaba reflejada en la UNO pero aún no decidían quién iba a ser el candidato para derrotar a Daniel Ortega y acabar con lo que consideraban como la primer dictadura de los sandinistas en Nicaragua.
Antes de escoger al candidato, la UNO y todos los demás partidos políticos que participarían en la contienda electoral de 1990 firmaron un acuerdo con el gobierno sandinista sobre los mecanismos de la Ley Electoral para garantizar que el proceso fuese justo y transparente.
Los 14 partidos políticos que conformaban la UNO eran el Partido Liberal Independiente (PLI), el Partido Conservador Nacional (PCN), el Partido Comunista de Nicaragua (PCdeN), el Partido Socialista de Nicaragua (PSN), Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Partido Neoliberal (PALI), Alianza Popular Conservadora (APC), Acción Nacional Conservadora (ANC); el Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN), el Partido Integracionista de América Central (PIAC), el Partido de Acción Nacional (PAN) y el Partido Democrático de Confianza Nacional (PDC).
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Una vez establecida la alianza opositora y las reglas para los comicios, el siguiente paso era seleccionar al candidato capaz de unificar al país y reconstruirlo sobre los escombros de la guerra, con una economía deplorable y una sociedad cargando heridas de más de 20 años, desde la dinastía somocista.
Agustín Jarquín Anaya fue miembro de la UNO por el Partido Social Cristiano y recuerda que les tomó unas dos semanas seleccionar a su candidato presidencial. Los 14 partidos hicieron propuestas de posibles candidatos y sería el Consejo Político de la UNO el que seleccionaría a la persona ungida para representarlos en los comicios.
Entre los candidatos propuestos estaban el empresario Enrique Bolaños, el liberal Virgilio Godoy, el mismo Agustín Jarquín y Violeta Barrios, que no tenía una carrera política de basta experiencia.
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Luego de que los 14 dirigentes del Consejo Político de la UNO hicieran una votación interna, fueron Violeta Barrios y Virgilio Godoy la fórmula presidencial seleccionada para derrotar al sandinismo en los comicios. Jarquín comenta que él quería quedar como parte del dúo aspirante al Ejecutivo, al igual que Enrique Bolaños, pero ambos sabían que sus deseos personales eran inferiores a la necesidad del país.
“Fue un proceso interno, diligente donde los mismos integrantes de grupos que nos caíamos mal pero todos estábamos ahí, dijimos que todos la íbamos a apoyar porque lo que se aprobaba por mayoría, lo ejecutábamos todos por unanimidad” señala Jarquín Anaya, y menciona que él personalmente apoyaba más a Enrique Bolaños porque tenía años de conocerlo además de que “tenía experiencia como empresario, había estado preso, fue presidente del COSEP, tenía experiencia en administración pública” entre otras cosas pero también reconoce que Barrios era la persona indicada porque lo que se necesitaba era unir al país.
La UNO no tuvo una elección primaria a como muchos piensan hoy en día, porque «era imposible. Además, yo creo que las primarias aquí primero son muy costosas y lo que generan son tensiones internas” comenta Jarquín.
Para escoger a los ministros y diputados por la UNO, tampoco hubo un proceso democrático, más bien fue la misma Violeta Barrios quien designó a quienes iban a ser sus ministros y diputados. «La UNO pretendía que doña Violeta fuera como una regente y que fuera un gobierno como de grupo, colegiado, como era el FSLN con los nueve comandantes», es decir, que Barrios ejercería el cargo de presidenta pero las decisiones de gobierno se iban a tomar de manera colegiada a lo interno de la UNO.
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«Eso no funciona porque en el caso del FSLN tenían la cohesión de que todos eran de la misma ideología, todos eran marxistas, y en el caso de la UNO había una diversidad ideológica que no era jugando» resalta Jarquín y fue así que Barrios escogió a los ministros. En esa tarea la apoyó Antonio Lacayo, quien ocupaba el cargo de Ministro de la Presidencia.
A Lacayo también lo escogió Barrios, recuerda Jarquín, porque era «alguien de su confianza para que le ayudara a gerenciar porque además Antonio tenía experiencia de gerencia administrativa».
Pero además, los dirigentes de la UNO determinaron que Barrios era la indicada porque transmitía un aura maternal, de paz, además de que veían en su familia un ejemplo de unión entre sandinistas y opositores. Dos hijo de Barrios eran sandinistas prominentes, el periodista Carlos Fernando Chamorro que era director del diario Barricada, el periódico oficial del Frente Sandinista, y Claudia Chamorro fue embajadora del gobierno sandinista en Cuba y Costa Rica.
Los otros dos hijos eran opositores al sandinismo. El mayor, que lleva el mismo nombre que su padre, Pedro Joaquín Chamorro, trabajaba para un diario de la Contra Revolución que mantenía la guerra civil con los sandinistas, y Cristiana Chamorro era la que acompañaba siempre a su madre.
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«Su familia estaba fraccionada (la de Violeta Barrios) sin embargo ella conservó la unidad familiar. Decía que en su mesa no se hablaba de política, punto y todos eran sus hijos», resalta Jarquín y es por ello que con el enfoque de madre consideraron que era la persona indicada para que unificara al país en medio de la polarización enorme que había en aquellos días.
Violeta Barrios en campaña
La fórmula presidencial de la UNO fue presentada oficialmente el 02 de septiembre de 1989 y 8 días después, Violeta Barrios y Virgilio Godoy arrancaron campaña en Juigalpa, Chontales, y sobre la pequeña rastra de un camión repleta de gente dieron su primer discurso para convencer al electorado.
En esa manifestación, Barrios solicitó que se le llamara Violeta Chamorro, porque ese apellido tenía “un impacto” por su esposo asesinado Pedro Joaquín Chamorro, cuenta Jarquín. Barrios aprovechó que se encontraba en una zona ganadera del país, y metafóricamente dijo: “yo soy Violeta Chamorro porque llevo el fierro de Chamorro”.
Durante la campaña hubo infiltrados del FSLN según Jarquín pues recuerda que en Buenos Aires, municipio de Rivas, el candidato para diputado que llevaba la UNO por ese departamento subió a la tarima para dar su discurso y lo que hizo fue hablar mal de la alianza opositora.
La ex presidenta (1990-1997) de Nicaragua Violeta Barrios de Chamorro. MIGUEL ALVAREZ / AFP
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La oposición no llegó completamente unida a los comicios de 1990, pues fueron 10 candidatos presidenciales los que compitieron en esa elección, y las encuestas previas daban la victoria al FSLN con una amplia mayoría sobre los otros candidatos.
Entre los candidatos se encontraban el exguerrillero sandinista y miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional de los 80s Moisés Hassán, candidato por el Movimiento de Unidad Revolucionaria, y también el ahora integrante del Grupo Promotor de Reformas Electorales, Bonifacio Miranda, candidato por el Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Sin embargo, a pesar de las encuestas y la variedad de candidatos, el voto se concentró en dos casillas, la del Frente Sandinista y la de la UNO, y el 26 de febrero de 1990, el Consejo Supremo Electoral anunció que Violeta Barrios resultó electa con el 54% de los votos, frente al 40% que recibió el FSLN y así, el final de la guerra se vislumbraba para Nicaragua debido a la principal promesa que había hecho la nueva presidenta electa durante su campaña.
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