Aldair Mejía López, un fotorreportero de 24 años, recuerda vivamente cómo sufrió una herida en un ataque de la policía del que fue víctima el pasado 7 de enero cuando captaba imágenes de las protestas surgidas en Juliaca, Perú.
“Como era un pantalón crema, lo vi y estaba todo lleno de sangre, y pues, yo me halo el pantalón y veo un agujero, con forma de un círculo, y pues, yo creí que era un perdigón o una canica que estaba lanzando la policía y, en realidad, no sabía qué era”.
Mejía, colaborador para la agencia EFE de España desde Lima, le contó a la Voz de América que ha trabajado en las calles desde la primera protesta, pero ahora, a causa del perdigón que, según él, le disparó un agente de la policía, debe incapacitarse por 30 días.
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Como él, son centenares de periodistas que han denunciado ataques a la prensa, no solo en su país, sino en las manifestaciones ocurridas en Brasil y Bolivia, según los gremios periodísticos.
En diciembre y enero, algunos países de América Latina fueron escenarios de manifestaciones y protestas por sus crisis políticas y sociales. Mientras en Perú se agudizaron tras la destitución del expresidente Pedro Castillo y la investidura del nuevo gobierno de Dina Boluarte, en Bolivia sobrevinieron jornadas de protesta y bloqueos de carreteras en la provincia de Santa Cruz, tras la detención del gobernador Luis Fernando Camacho.
En Brasil, el pasado 8 de enero, seguidores del expresidente Jair Bolsonaro asaltaron las instituciones públicas en Brasil.
Carlos Jornet, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa dice que se han registrado casos recientes “muy preocupantes” en estos países, pero que son situaciones que se repiten a lo largo de América Latina “especialmente tensas, especialmente violentas”.
Según relata el fotorreportero peruano, todo comenzó a partir de las 10 de la mañana. Tras tomar una fotografía de un padre cargando a un niña mientras corría, recuerda que uno de los policías se le acercó e intentó quitarle su credencial de prensa, la cual se rompió, en medio del forcejeo. Posteriormente, al registrar la detención de un manifestante, escuchó cuando un policía le dijo: “Sal de aquí o te vuelo la cabeza y acá vas a quedar muerto”.
Aldair se sintió amedrentado y por eso decidió refugiarse entre los manifestantes, quienes, tras el disparo de un pedregón, fueron quienes lo auxiliaron junto a los colegas. “Se me adormeció el pie y sentí que me dolía, y luego grité de dolor”, dijo Mejía, que lleva cuatro años cubriendo protestas en su país.
Principales agresiones
Zuliana Lainez, presidenta de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú dice que en su país se vive “una situación bastante particular” porque “las fuerzas del orden son el principal agente agresor contra periodistas”, incluso cuando están debidamente acreditados y cuando se registran momentos de tensión.
Según Jornet, muchos de los periodistas atacados han señalado que fueron las propias fuerzas policiales o militares las que han lanzado los ataques.
En otros casos, se presentan situaciones propias de una manifestación, donde las fuerzas policiales no pueden restablecer el orden y los manifestantes, en un marco de alteración, lanzan piedras o balazos entre los dos bandos, mientras los periodistas quedan en el medio. Además, agrega, muchas veces son las periodistas mujeres las que sufren estos ataques.
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Según la ANP, desde el 7 de diciembre, día en el que se registró el intento de golpe de Estado del ex presidente Castillo, hasta el 31 de enero, se han registrado 117 agresiones a la prensa en Perú, que incluyen hostigamientos, ataques por parte de las fuerzas del orden y de manifestantes, detenciones, y de infiltrados, así como vandalización a los medios de comunicación.
Letícia Kleim, asistente legal de la Asociación Brasileña de Periodismo (Abraji) dijo a la VOA que, desde noviembre del año pasado hasta finales de enero se han registrado más de 100 agresiones a periodistas en su país.
“Lo que vivimos el domingo de 8 de enero con la invasión de los predios públicos de los tres poderes en la capital, Brasilia, fue aún más grave. Ningún periodista que estaba allá, identificado como periodista, pudo trabajar”, dice Letícia.
Según la vocera de Abraji, muchos periodistas sufrieron amenazas, hostigamientos, destrucción y robos de equipos. Kleim afirmó que 17 equipos de reportaje fueron atacados solo en Brasilia. Entre el domingo, día del ataque, hasta el martes o miércoles, registraron 45 ataques en varias partes de Brasil.
En el caso de Santa Cruz, epicentro de los hechos violentos en Bolivia, desde el 28 de octubre de 2021 hasta inicios de 2023, 70 periodistas han sido agredidos en la región, según indicó Roberto Méndez Herrera, presidente de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz.
“El periodismo en Bolivia está sufriendo una especie de daño colateral, en el marco de un debate de conflicto desde que muestra una Bolivia muy polarizada”, explica.
Pobres sistemas de protección e impunidad
Aunque Aldair Mejía prefiere esperar a superar su incapacidad para hacer una denuncia formal, dice que habló con la CIDH, durante su visita a Perú, y se comunicó con la ANP para denunciar su caso.
Sin embargo, la vocera de la Asociación peruana enfatiza en que la impunidad es muy común en su país. y recuerda algunos casos de periodistas que han perdido sus ojos por perdigones o disparos u otro que recibió “una canica de vidrio en la espalda disparada por un policía”.
“Ninguno de esos casos hemos sabido que se realicen procesos disciplinarios contra la Policía y por ello para nosotros es claro que si la policía sabe que puede actuar en un marco impunidad, estas cosas se van a seguir repitiendo cada vez”, dice Zuliana.
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Ella afirma que los periodistas no denuncian porque no “confían en la institucionalidad”, debido a que muchos casos se archivan y que, por eso, recurren a los gremios u organismos internacionales.
Letícia Kleim dijo que muchos periodistas en Brasil reportaron que la policía no los ayudó durante los ataques, pero tampoco pudieron llegar hasta ellos por la presencia de los manifestantes en estos puntos.
Aunque en Brasil existe un programa de protección a los defensores de derechos humanos, que en 2018 se amplió y también se incluyó a los comunicadores y defensores ambientales, “muy pocos periodistas… fueron aceptados o acogidos para el programa, porque el programa no está funcionando, trabajando normalmente”, dice la vocera de Abraji.
En Bolivia, explicó Méndez a la VOA, tampoco existe un sistema de protección a los periodistas. Por eso, cuando son agredidos, acuden a los gremios para denunciar, donde se les brinda asesoría legal y se ventilan procesos en la justicia ordinaria, pero enfatiza en que se conoce muy poco de las sanciones para los responsables.
Medidas necesarias
Según la vocera de la ANP, todos los actores deben entender que “el trabajo de periodismo en medio una protesta social es esencial y que hay que garantizarlo” desde el Estado, los manifestantes, los dueños de los medios y los propios profesionales.
Para Jornet, es necesario contar con un protocolo de cobertura, medidas de seguridad adoptadas por los propios periodistas, por los medios, pero también por las autoridades políticas.
“Creemos que es necesario unir fuerzas y sobre todo establecer marcos de cooperación para que los protocolos de seguridad que adopte algún medio en un país, pueda ser replicado o aplicado por otros medios y periodistas. Es decir, el uso de cascos, de chalecos de protección. Establecer mecanismos, en qué lugares se puede realizar la cobertura concebida y en cuáles tomar medidas especiales de protección. Trabajo en equipo para que los periodistas puedan darse apoyo mutuamente”, dice el vocero de la SIP.
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Mejía dijo a la VOA que aunque su medio lo apoya con un equipo de protección y su seguridad, sabe que no es el primero ni el último profesional en sufrir este tipo de agresiones, pero que quisiera que las autoridades identifiquen a los actores que de verdad agreden el orden social.
Además, recalcó que la función de la prensa “es registrar la realidad en la que se está viviendo … Nosotros solamente cumplimos lo que es la verdad y eso es nuestro trabajo”.
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