El cierre de organizaciones no gubernamentales en Nicaragua como parte de la represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, ha generado afectaciones en campesinos de los departamentos de Madriz, Estelí y Nueva Segovia, debido a que los productores, ahora no cuentan con apoyo técnico para el trabajo agropecuario.
Usualmente en fechas previas a la siembra, recibían asesoría especializada para prevenir enfermedades y plagas en sus parcelas. Hoy, tienen que hacerlo solos y comentan en anonimato, que se les está dificultando el manejo del tema.
“Desde que cerraron las oenegés, no sabemos qué tipo de plagas nos está atacando los cultivos, además que recibíamos financiamiento de semillas para sembrar en época de invierno y ahora no tenemos esos beneficios”, se queja otro campesino.
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“Al gobierno no le importa que estemos mal, porque ellos están bien con sus salarios y demás prebendas que les dan, los que sufrimos las consecuencias somos nosotros, la gente pobre que vivimos de las tierras”, se queja el pequeño productor.
Mujeres de campo en indefensión
Las organizaciones además de brindarles asistencia técnica a los campesinos también les facilitaban talleres sobre temáticas de derechos humanos en los aprendían a ser mejores ciudadanos.
“En las capacitaciones nos enseñaban que hacer para poder denunciar a una persona cuando se nos violentaban nuestros derechos o bien, cuando nuestros compañeros nos agredían. Nos enseñaban cómo darle seguimiento a la denuncia, presionar al juez y cómo cuidarnos, pero ahora hemos quedado así, en el aire”, expuso una campesina.
Las personas que se dedican a trabajar las tierras, esperan que algún día esta situación logré cambiar, para que nuevamente sean capacitados por las organizaciones en materia productiva, en derechos humanos y en derechos de familia.
Técnicos en el desempleo y exiliados
Otros que fueron afectados por el cierre de las organizaciones no gubernamentales, tuvieron que tomar la decisión de buscar otros países para poder sacar adelante a sus familias, porque ya no podían laborar, debido a que sus plazas de trabajos les fueron canceladas y además eran perseguidos.
“Yo atendía a casi 200 productores y les beneficiábamos con semillas para la siembra de primera y postrera, además que les dábamos seguimientos en sus parcelas para ver cómo iban surgiendo y los productores siempre estaban con las pilas puestas, trabajando sus parcelas”, refiere un técnico desempleado que aún permanece en Nicaragua.
Relata que había constantes consultas e interés de parte del campesinado, para mejorar la producción en sus cultivos.
Otro problema, es que las nuevas generaciones de campesinos, también tomaron la decisión de salir del país para tener mejores ingresos en sus familias. Han dejado su experiencia en la agricultura para ocuparse en otros oficios en el extranjero que les genere dinero inmediato.
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