Daniel Ortega había sido presidente de Nicaragua en los años ochenta, pero perdió el poder en 1990 y desde entonces comenzó una lucha por retornar al mismo. En 2006, llevaba tres elecciones presidenciales perdidas.
Durante su gobierno en los años ochenta, confiscó a miles de nicaragüenses, envió al exilio a aproximadamente 200 mil, mandó a morir en las montañas entre 10 mil y 20 mil jóvenes, persiguió a la Iglesia católica y maltrató a sus obispos y sacerdotes.
Además censuró y cerró medios de comunicación, llevó a los nicaragüenses a una pobreza extrema, mantuvo hostilidades con Estados Unidos, violentó los derechos humanos, civiles y políticos.
Es larga la lista de abusos que Ortega cometió durante el primer régimen sandinista. Por ello, desde mucho antes de las elecciones presidenciales de 2006, comenzó a prometer que no cometería los errores de los años ochenta si el pueblo le daba otra oportunidad de gobernar al país.
El cardenal que le tocó enfrentar la segunda dictadura sandinista
Daniel Ortega, el «mentiroso»
Pero uno de los problemas de Ortega es que es muy embustero, considera el excarcelado político Juan Sebastián Chamorro. “Ortega miente mucho en pequeños detalles. En pequeñas anécdotas, siempre mete mentiras. Es muy mentiroso”, dice el opositor.
La abogada Martha Patricia Molina, quien se ha dedicado a investigar los atropellos que el actual régimen de Ortega ha cometido contra la Iglesia católica desde 2018, comenta que, en aquel momento, en 2006, Ortega lo que hizo fue “mostrar un arrepentimiento de mentira”.
“Lo lamentable es que desafortunadamente la dictadura (actual de Ortega) nuevamente repite los mismos errores del pasado y puedo asegurar que cada vez son más graves”, señala Molina.
Un excompañero de armas de Ortega en la lucha contra la dictadura somocista, Moisés Hassan, comenta que le asombra mucho que durante casi 40 años los nicaragüenses hayan creído en las promesas de Ortega, aunque advierte que “una gran cantidad de oportunistas han fingido creerle para sacar provecho, grande o chiquito”.
Ortega regresó al poder en 2007 y se mantiene en el mismo hasta hoy. Para lograrlo, ha cometido fraudes electorales, violaciones a la Constitución Política y demás leyes del país.
Además, ha cometido los errores que prometió no repetir. Nicaragua Investiga les presenta una serie de promesas que Ortega hizo en distintos momentos, antes de regresar a la presidencia, pero no las cumplió.
La consideración de Molina es que Ortega probablemente nunca se arrepintió de esos errores. “Las personas que piden perdón hacen todo lo posible para no cometer los mismos errores y reparar el daño causado. En el caso de Ortega no son errores, son delitos”, manifiesta.
Mientras que Juan Sebastián Chamorro cree que Ortega tiene “un patrón de mentiras bien marcado”.
“Cuando él era oposición, se hacía ver como un demócrata. Creó ese engaño de que había cambiado y, sobre ese engaño, pudo ir a las elecciones y salir electo de una manera no muy legítima y después cometió los fraudes. Esa es la historia de Ortega, una historia de mentiras y promesas incumplidas y que luego siempre se justifica. Su fracaso es culpa de los gringos o los europeos”, comenta Chamorro.
1- Confiscaciones
Una de las primeras medidas que tomó el gobierno sandinista en 1979, después de derrocar a Anastasio Somoza Debayle, fue la confiscación de miles de propiedades en todo el país que estaban relacionadas con la familia Somoza, sus amistades y los miembros de la Guardia Nacional.
Luego, a lo largo de los años ochenta, siguieron confiscando y, en 1990, cuando perdieron el poder, corrieron a legalizar a sus nombres y de testaferros todas las propiedades confiscadas, en un proceso que fue conocido como “La Piñata”, lo que provocó un desorden monumental en el área de la propiedad en el país y que fue considerado como un acto de rapiña que aún está pagando el pueblo, unos 2,200 millones de dólares.
En el año 2001, siendo candidato presidencial, Daniel Ortega prometió que, si regresaba a la presidencia, los nicaragüenses que tuvieran cualquier tipo de propiedad podían sentirse seguros de que no habría confiscaciones.
“La Piñata” en los 80: más 20 mil propiedades tomadas por el sandinismo
“Todo aquel que tenga una casa, una finca, una empresa o cualquier tipo de propiedad, deben sentirse seguros, porque nunca más habrá confiscaciones en Nicaragua”, enfatizó Ortega, en declaraciones recogidas por el diario La Prensa en su edición del 28 de junio de 2001.
Más de 22 años después, Ortega ha vuelto a cometer ese mismo error, empezando desde 2018, cuando despojó de sus edificios a medios de comunicación y a un organismo de derechos humanos. En febrero pasado, desnacionalizó a 94 personas y también los confiscó. Desde entonces, no ha parado de realizar más confiscaciones a opositores, organismos no gubernamentales, organismos religiosos, representantes de la sociedad civil, entre otros.
Una de las últimas confiscaciones del régimen de Ortega fue al gran empresario Piero Coen. Nadie tiene a salvo sus propiedades en Nicaragua.
2- El perdón que pidió a la iglesia
Durante los años ochenta, el régimen sandinista fue represivo en contra de la Iglesia católica, al punto que expulsó al obispo Pablo Vega del país y le tendió una trampa sexual al padre Bismarck Carballo, a quien expuso desnudo en los medios de comunicación.
A partir del año 2003, en reiteradas ocasiones Ortega pidió perdón por esos abusos a la Iglesia católica.
“Nos equivocamos. Cometimos muchos errores y atropellamos a figuras tan respetadas” de la Iglesia católica, se disculpó Ortega en un discurso que brindó en Jinotepe, en julio de 2004, durante el 25 aniversario de la revolución sandinista, en un acto en el que estuvo presente el padre Carballo.
“Atropellamos a figuras tan respetadas como monseñor Carballo, a quien ahora le ofrecemos un perdón en público para que no quede duda de nuestra sincera aceptación de esos desaciertos”, manifestó Ortega.
En la actualidad, desde el año 2018 Ortega ha desatado una de las peores persecuciones que ha sufrido la iglesia nicaragüense en su historia.
Según la investigadora Martha Patricia Molina, el régimen de Ortega ha cometido más de 500 atropellos en contra de la iglesia en los últimos cinco años. Hasta mayo de este año, la dictadura de Ortega tenía a un obispo en prisión, a otro obispo y religiosos exiliados, 32 hermanas religiosas de diversas congregaciones expulsadas del país, siete edificios pertenecientes a la Iglesia católica confiscados por el Estado, medios de comunicación cerrados y confiscados.
A eso se le suma que Ortega congeló las cuentas bancarias de la iglesia tras imputarle el delito de lavado de dinero.
“Los dictadores no comprenden que los imperios, los gobiernos, las dictaduras han pasado, han terminado y la Iglesia católica, que es la iglesia de Cristo Jesús, continúa presente en la historia”, comenta Molina a Nicaragua Investiga.
3- No recurrir a la violencia
Durante los años ochenta, los sandinistas también le quitaron a los nicaragüenses el derecho a protestar y a manifestarse en las calles. Famosa fue la represión del 10 de julio de 1988, cuando una manifestación de opositores fue reprimida en el municipio granadino de Nandaime por la Policía Sandinista, que encarceló a 42 manifestantes, quienes relataron que la guardia sandinista “cayó con todo” contra ellos.
En el año 2000, en una entrevista con el periodista Carlos Fernando Chamorro, Daniel Ortega indicó que, ante una demanda de la población de manera cívica, un presidente democrático debería de renunciar al poder sin recurrir a la violencia.
“La violencia ha sido erradicada de nuestro país, la violencia armada. El método de lucha que nosotros hemos propiciado y que consideramos que es legítimo es la lucha cívica…”, dijo Ortega.
No obstante, a partir de 2018, cuando se originaron protestas cívicas en abril, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo reaccionaron dotando de armas de guerra a paramilitares que causaron la muerte de más de 300 nicaragüenses con disparos a la cabeza, al cuello y al pecho.
Desde entonces, según estadísticas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), al menos 2,090 personas han sido detenidas arbitrariamente por motivos políticos, de las cuales actualmente hay 54 presos políticos. Además, más de 150 mil nicaragüenses se han ido al exilio.
Así fue el exilio de Daniel Ortega y Rosario Murillo bajo la dictadura somocista
4- Respeto a la libertad de expresión
En los años ochenta la censura a los medios de comunicación alcanzó niveles nunca antes vistos. Fueron censurados y también cerrados el diario La Prensa y las radios Corporación, Católica y otras emisoras.
Todas las noticias y los programas noticiosos debían ser aprobados por la Dirección de Medios de Comunicación.
En enero de 1980 fue cerrado y ocupado militarmente el diario El Pueblo, luego de que sus dirigentes fueron acusados de “ultraizquierda”. Y posteriormente los únicos dos canales televisivos que existían en el país, el 2 y el 6, fueron monopolizados por los sandinistas para hacer proselitismo político.
La censura llegó al punto de que incluso las revistas internacionales, como la Time, fueron prohibidas. No se permitía su distribución ni su entrada al país.
En el año 2001, el entonces candidato presidencial sandinista, Daniel Ortega, firmó la Declaración de Chapultepec, en la que se reconoció que “el ejercicio de la libertad de expresión no es una concesión de las autoridades, es un derecho inalienable del pueblo”.
Eso quedó como “papel mojado” para Ortega, porque, apenas regresó al poder en 2007, implantó la política de comunicación en la que excluyó de ruedas de prensa a los medios independientes, a los que también castigó por medio de la publicidad estatal, ya que no los incluía, sino que solamente le otorgaba publicidad a los medios afines a su gobierno.
De esa manera, ahogó económicamente a muchos medios, algunos de los cuales finalmente desaparecieron. Además, la familia de Daniel Ortega se dedicó a acaparar la propiedad de medios televisivos y radiales.
Recientemente, en 2018 Ortega confiscó a los medios 100% Noticias y al organismo Cinco, que dirige el medio Confidencial. Más luego, también confiscó medios como La Trinchera y La Prensa.
En la actualidad, no quedan periodistas independientes en Nicaragua. La gran mayoría informa a los nicaragüenses desde el exilio, mediante plataformas digitales, ya que el régimen desapareció al único medio impreso que quedaba en el país, La Prensa.
Además, despojó de la nacionalidad a varios directores de medios por ser críticos a su gestión. Es así como el dictador rompió con sus promesas para atornillarse en el poder a cualquier costo político.
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