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El cardenal que le tocó enfrentar la segunda dictadura sandinista

Un hombre bueno, servicial y popular, pero muy dependiente y falto de carácter, así es el líder de la Iglesia católica de Nicaragua que se enfrenta a un feroz perseguidor: el régimen Ortega-Murillo.

Un “lobo” llamado régimen Ortega Murillo está devorando un “rebaño” denominado iglesia católica nicaragüense, pero el principal “pastor” de esa grey, el cardenal Leopoldo Brenes, actúa ajeno a esa realidad con una “extrema prudencia” y sin un “planteamiento claro”, como esperando a que el lobo por sí solo deje de atacar a las ovejas, explican fuentes eclesiásticas a Nicaragua Investiga.

La iglesia nicaragüense está bajo ataque desde el 2018 por el régimen y en la actualidad tiene a un obispo encarcelado, un nuncio expulsado, otro obispo desterrado y en el exilio a 33 sacerdotes, tres diáconos y tres seminaristas, según un recuento de la investigadora Martha Patricia Molina.

Además, hay 41 religiosos y 36 monjas obligados a renunciar a su misión en Nicaragua debido a la persecución de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

“Leopoldito”, el cardenal al frente de una Iglesia atacada por la dictadura

Uno de los últimos ataques del régimen fue imputar a la iglesia y al propio cardenal Brenes por el supuesto delito de lavado de dinero, luego que congeló las cuentas bancarias, sin embargo, el cardenal se ha limitado a llamar a “no perder la calma” obviando la realidad que vive la iglesia perseguida.

“A la reacción del cardenal Brenes en los últimos días no se le puede llamar liderazgo, no se percibe eso. Los sacerdotes estamos preocupados por eso. Estamos como cuando Pedro le dijo a Jesús: Señor, ¿a quién iremos?, sólo tú tienes palabras de Vida Eterna”, comentó un presbítero que pide el anonimato.

Según otro religioso, desde el 2018, Brenes no ha tenido un planteamiento claro, para orientar a la feligresía, sobre la postura de la iglesia ante la agresividad del régimen.

Nicaragua Investiga habló con personas que conocen de cerca al cardenal Brenes y explican cómo ha sido la trayectoria del alto jerarca católico y el por qué de su actual comportamiento. En la mayoría de los casos, solicitaron no ser identificados para guardar su seguridad.

En esencia, indican que Brenes es hombre sencillo, popular, incluso mucho más buena persona de lo que fue el cardenal Miguel Obando y Bravo, pero no tiene la “intuición política” de este último. Es decir, es un hombre muy bueno, servicial, sin la capacidad para dirigir a la iglesia en un momento de tan violenta persecución. Le falta el carácter.

Leopoldo José Brenes Solórzano nación en Ticuantepe, el 7 de marzo de 1949. Foto | Cortesía

Un sacerdote popular y sin sotana

Brenes era, en 1979, un joven melenudo con cinco años de ejercer el sacerdocio, pero no solía vestir sotana, sino pantalones de vaquero o de mezclilla y camisas a cuadros. Era tan popular entre los jóvenes que el entonces arzobispo de Managua, monseñor Miguel Obando y Bravo, lo captó para que dirigiera la pastoral juvenil.

Poco antes de la llegada al poder de los sandinistas, en julio de ese 1979, Brenes estaba en la parroquia San Miguel Arcángel de Las Brisas, recuerda un religioso, y siempre estaba rodeado de jóvenes que, en aquel momento, en su mayoría simpatizaban con el sandinismo o su proyecto revolucionario.

“No es que Brenes fuera sandinista. No lo era. Pero muchos sacerdotes, al igual que casi todo el pueblo, simpatizaron con la revolución sandinista, porque había una ilusión, un entusiasmo porque las cosas fueran mejores en Nicaragua. En Las Brisas hubo jóvenes que se organizaron en la Juventud Sandinista y Brenes los apoyó. No era sandinista, pero acompañó en ese sentimiento a los jóvenes sobre la revolución”, explica la fuente.

Así lo reconoció el mismo Brenes en una entrevista al medio Religión Digital. “En dos de mis comunidades tuve que vestir a jóvenes simpatizantes sandinistas de acólitos, porque la Guardia Nacional estaba en la puerta y no hubieran podido escapar. A otros los llevé en mi furgoneta. Y eso lo hicimos muchos sacerdotes”.

Luego, Brenes fue enviado a Jinotepe, donde los jóvenes reclamaban a un sacerdote joven como ellos, cansados de padres claretianos, que en su mayoría eran extranjeros y mayores de edad.

Rosario Murillo, un factor de discordia dentro del régimen

Si al principio Brenes simpatizaba con el sandinismo, poco a poco se fue orientando a la línea de monseñor Obando, quien, casi inmediatamente después del triunfo de la revolución sandinista, se tornó contrario al sandinismo. Ese cambio de Brenes un sacerdote lo explica así: “Él no tiene una personalidad fuerte, es muy dependiente de sus autoridades. Así fue también con su mamá, muy dependiente de ella. En el caso de Obando, marcó una línea en la vida de Brenes”.

Monseñor Obando fue como un mentor para Brenes, pues le fue asignando distintas responsabilidades, inclusive, lo colocó al frente del seminario y luego lo mandó a estudiar a Roma, donde se graduó como teólogo, pero la fuente religiosa asegura que, a pesar de que se graduó, Brenes “no dio la talla en los estudios”.

Brenes regresó transformado de Roma, tanto que la sotana comenzó a ser su vestimenta y abandonó los jeans y las camisas a cuadros. Obando lo nombró obispo auxiliar de Managua.

“Él planteaba lo que Obando quería que planteara. No tuvo una gran personalidad, esa es la característica más clara de Brenes”, reitera la fuente religiosa.

Lo que no perdió fue el carisma, siempre muy popular y, tras un breve paso por varias parroquias entre ellas San Pío X en Bello Horizonte y San Agustín, en 1991 fue enviado como obispo de Matagalpa, donde cautivó a los campesinos por su forma de ser muy cercana con la feligresía.

En enero de 2019, Brenes dio declaraciones polémicas que la presencia de los antimotines en los alrededores de la Catedral de Managua, era porque estaban haciendo su custodia. Foto | Cortesía

Arzobispo en tiempo de paz, pero cardenal en tiempo de crisis

Brenes regresó a Managua en 2005. Un día antes de morir, el papa Juan Pablo Segundo lo nombró arzobispo de Managua para reemplazar precisamente al cardenal Miguel Obando y Bravo, quien por la edad ya no podía seguir en funciones y el papa le había aceptado la renuncia.

El periodista Israel González Espinoza, especialista en temas religiosos, explica que Obando había sido muy político y en la iglesia urgía “un pastor”.

Obando y Brenes, los dos únicos cardenales nicaragüenses en la historia, son dos personalidades diferentes, explica un religioso. “Brenes se ha destacado por su sencillez”, indica, mientras que Obando se destacó en otro momento de la historia de Nicaragua haciéndole frente a dos dictaduras, la somocista en los años setenta y la sandinista de los años ochenta.

“Obando y Bravo tenía firmeza. Brenes va para un lado y para otro”, compara el religioso, quien señala que Brenes fue llamado arzobispo en un momento “de paz”, cuando todavía gobernaba un presidente democrático, Enrique Bolaños, y no se vislumbraba aún el retorno al poder de uno autoritario como Daniel Ortega.

Un especialista en temas religiosos expone que, con su llegada en 2013 al Vaticano, el papa Francisco quiso que hubiera cardenales en los lugares más recónditos del planeta para que lo asesoraran sobre la situación en los lugares más marginados y fue así como eligió un nuevo cardenal para Nicaragua.

El papa Francisco nombró cardenal a Brenes porque se conocieron en 2007 y se hicieron grandes amigos. En ese año, se realizó la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, Brasil, donde el entonces cardenal argentino Jorge Bergoglio, después conocido como papa Francisco, fue el encargado de redactar el documento conclusivo y el entonces obispo nicaragüense Leopoldo Brenes, hoy cardenal, fue su secretario.

“Bergoglio redactó un documento final de esa conferencia y monseñor Brenes era el que copiaba lo que decía el papa (Benedicto XVI) en la computadora. Brenes estuvo de secretario toda la noche. Tras esa noche, Bergoglio y Brenes establecieron una amistad y por eso, después, cuando Bergoglio se convierte en el papa Francisco, lo nombró cardenal”, asevera el especialista en temas religiosos.

“No sé si el papa Francisco tuvo mucho tacto al escoger a Brenes como cardenal”, señala el especialista, quien agrega que el papa ha nombrado a otros cardenales solo por el prestigio en la iglesia, sin considerar si tienen capacidad o no para asesorarlo.

El especialista puso de ejemplo al primer cardenal salvadoreño, Gregorio Rosa Chávez, nombrado en 2017, a quien el papa eligió debido a que Rosa Chávez era gran amigo y fiel discípulo de monseñor Óscar Arnulfo Romero, pero ni siquiera era obispo titular, sino auxiliar de la arquidiócesis de la capital San Salvador.

El cerco del régimen

Brenes fue nombrado cardenal el 12 de enero de 2014 e inmediatamente el régimen lo cercó. Israel González Espinoza explicó en una entrevista que, entre las personas más cercanas al cardenal, sus colaboradores, existen quienes le pasan información al régimen sobre todas sus actuaciones.

Al principio, pasaban toda la agenda del recién nombrado cardenal y Rosario Murillo enviaba a sus medios oficialistas a cubrir las homilías, como una forma de agasajarlo.

Además, el régimen siempre ha intentado ganarse al cardenal Brenes, así como a varios sacerdotes, a través del apoyo económico para obras, fiestas religiosas y donación de terrenos. Son varios los rumores sobre que el régimen, acostumbrado a comprometer a sus adversarios, ha intentado granjearse el favor del cardenal.

Un religioso afirma que, algo que no es rumor, sino totalmente cierto, es que Rosario Murillo se acercó bastante a la gran debilidad del cardenal, su mamá Lilliam Solórzano, de quien el jerarca católico era muy dependiente, al punto que en las misas externaba que el papa Francisco siempre le preguntaba por la salud de su madre, algo que, para la fuente, no es propio decir en una misa de un cardenal.

Cardenal Leopoldo Brenes con su madre Lilliam Solórzano. Foto | Cortesía

En los últimos días de la madre del cardenal, fallecida en octubre de 2022, Murillo le aseguró una enfermera y medicinas, con lo cual dejó muy comprometido a Brenes.

“En los inicios de su ministerio, Brenes se destacó por su vocación pastoral. Después vinieron las responsabilidades y eso lo ha puesto en otra situación más difícil por los cargos que tiene. Le mencionan que tiene compromisos con el gobierno por favores recibidos. Si fuera así, debería de separar lo familiar de lo laboral o pastoral y ceñirse a su función profética”, dice a Nicaragua Investiga un sacerdote.

Otro religioso asegura que, desde antes de ser cardenal, ya Brenes había tenido cercanía con el régimen, ya que uno de sus mejores amigos era el padre Antonio Castro, uno de los sacerdotes más cercanos a Daniel Ortega y Rosario Murillo y que ha pregonado en contra de las sanciones al régimen. Una investigación del medio digital La Lupa revela que la parroquia de Castro, La Merced, recibió más de 160 mil dólares (5,350,000 córdobas) entre 2007 y 2018 de parte de la dictadura.

“Castro y el cardenal son grandes amigos. Estudiaron juntos. Son de la misma época. A través del padre Toño (Antonio Castro), Brenes se quiso acercar más al gobierno, quiso simpatizar con Rosario Murillo”, revela la fuente eclesiástica.

Aunque el argumento es que la Policía cuida del cardenal, hay una caseta policial frente a la casa del cardenal, en el barrio Altagracia, donde permanecen uno o dos oficiales vigilando permanentemente.

El 2018

El cardenal Brenes se le vio activamente cuando estalló la crisis de abril de 2018. Junto a monseñor Silvio Báez —hoy en el exilio cuya nacionalidad fue arrebatada por la dictadura sandinista— recorrió ciudades que estaban siendo arrasadas por los paramilitares del régimen.

Además, orientó a los sacerdotes que auxiliaran a la población en las parroquias, especialmente a aquellos que eran perseguidos y heridos durante las protestas.

En algunos momentos llegó a alzar la voz con fuerza, como en julio de 2020, cuando un desconocido lanzó una bomba artesanal a la imagen de la Sangre de Cristo en la Catedral Metropolitana de Managua. “El demonio anda suelto y quiere herir a la iglesia”, dijo entre otras cosas en esa ocasión.

La figura del cardenal se comenzó a opacar ante otros dos obispos: su auxiliar, monseñor Silvio Báez y el de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, el primero tuvo que irse del país ante la amenaza de ser asesinado por sicarios del régimen y el segundo hoy es preso político.

Leopoldo Brenes ha tenido que lidiar con los desmanes de la dictadura contra el clero, a quienes ha encarcelado, como es el caso del obispo Rolando Álvarez. Foto | Cortesía

Báez, un académico, y Álvarez, un pastor como Brenes, se conectaron muy bien como obispos, al punto que hoy Báez llora por el encarcelamiento de Álvarez. Sin embargo, aunque la relación entre Báez y Brenes es “correcta”, porque Báez es aún el obispo auxiliar de Brenes, no existe la misma simpatía que con Álvarez.

Nunca, en público, ambos obispos se han criticado, aunque sí lo han hecho de forma velada, indica un religioso. En una de sus últimas intervenciones, Brenes habló sobre la forma en que los sacerdotes deben predicar, lo cual es interpretado como una indirecta a Báez, quien todos los domingos, desde una iglesia en Miami, critica los desmanes del régimen.

Un religioso comenta que es muy probable que Brenes haya incidido en la decisión del papa Francisco, quien ordenó a Báez que saliera de Nicaragua. El sacerdote explica que Báez “le hacía sombra” a Brenes. “El auxiliar no puede destacar más que el titular”, indica.

La cautela de Brenes

Desde que el régimen encarceló a monseñor Álvarez, y también a aquellos sacerdotes que abogan en las misas por su libertad, el cardenal Brenes más bien les ha instruido que callen. Aunque algunos afirman que lo hace por precaución, otros consideran que ese silencio no soluciona el problema, sino que lo agrava.

“Han pasado muchas cosas y después de tres o dos situaciones, cuando no se ve que hay una reacción o acción de parte de quien debe apoyarte, los sacerdotes hemos comenzado a preocuparnos”, indica un cura.

“(El cardenal Brenes) tiene miedo de tomar una actitud profética o crítica con las realidades del país, del régimen, y se quiere manejar con unos y con otros. Pero, sin esa valentía para decir las cosas como son y con esa capacidad de pastor. Le falta entereza y espíritu evangélico”, considera otro sacerdote, quien agrega que el régimen es tolerante con Brenes porque este “no dice grandes cosas”.

Para otro religioso, el silencio de Brenes sería válido si fuera un “silencio coherente”, porque, aunque sea en “claves”, debería de mandar un mensaje a la feligresía y al pueblo entero.

El religioso recordó que la iglesia primitiva nunca quiso un diálogo con su primer perseguidor, el emperador romano Nerón, sino que confió en Dios. En cambio, Brenes actúa como si tuviera la esperanza que el régimen Ortega-Murillo van a negociar.

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“Si ellos (Ortega-Murillo) hablan de diálogo es porque ven la posibilidad de una manipulación para defender sus intereses, pero no son sinceros para buscar una solución. No se puede buscar diálogo con una persona como Rosario Murillo que tiene un relato falso. Si Brenes tiene la estrategia de dialogar con ellos, está equivocado, porque la iglesia no se va a salvar de la persecución, porque ellos la quieren reducir al silencio”, sentenció el religioso.

Para la abogada Martha Molina, quien ha investigado los vejámenes del régimen contra la iglesia, uno de los problemas del cardenal Brenes es que analiza la coyuntura de una manera no real. “Cree que la policía nos cuida, pero la realidad es que la policía persigue, tortura, asedia y asesina”.

El periodista Israel González manifiesta que muchos católicos devotos aún esperan del cardenal Brenes una palabra de aliento, ya que en la actualidad “se sienten huérfanos de una voz que oriente con claridad sobre lo que pasa en el país, una voz pastoral”. Y considera que Brenes actúa con una “extrema prudencia” a pesar del maltrato del régimen a la iglesia y que no deja ejercer la paz la fe religiosa.

Lamenta que todos los obispos de Nicaragua estén callados, porque desde hace dos años que la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) no emite una carta pastoral o un documento conjunto que oriente a los fieles. Aunque también recordó que Brenes ya va de salida, pues el próximo año cumplirá 75 y deberá presentar su renuncia ante el papa Francisco. Además, la muerte de su mamá “lo ha afectado mucho”.

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